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Champán, caviar y mucha privacidad: los lujos del Marbella Club, el paraíso de Alfonso Hohenlohe

El caviar y las botellas de champán no podían faltar en las fiestas de este famoso hotel

Dentro de este complejo, Elizabeth Taylor se atrevió a quitarse la parte de arriba del bañador

Alfonso Hohenlohe en Marbella. (Foto: Gtres)
Alfonso Hohenlohe en Marbella. (Foto: Gtres)
  • Daniel Hernandez
  • Periodista, escritor y amante de la crónica social y experto en televisión. Durante años he seguido la trayectoria de nuestros famosos y en LOOK conocemos todos sus secretos
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Si hay un lugar emblemático para la crónica social, ese es el hotel Marbella Club, un recinto fundado por el príncipe Alfonso Hohenlohe a medidos de los años 50. Este último estaba buscando un terreno donde descansar para reunirse con sus amigos de la alta sociedad. Se dio cuenta de que su familia tenía una finca con mucho potencial e inauguró un complejo que fue creciendo hasta convertirse en lo que es hoy en día. Por allí han pasado rostros tan emblemáticos como Audrey Hepburn, quien disfrutaba haciendo picnis en la playa privada. Pero, ¿qué caprichos tenían los clientes que visitaban este enclave?

Dentro del Marbella Club no hay nada imposible. El dinero nunca ha sido un problema para sus huéspedes, así que era muy habitual que en las fiestas hubiera chámpan y caviar, pero no cualquier botella o cualquier lata. Los camareros siempre tenía disponible productos de primera calidad. De esta forma, la finca Santa Margarita, que pertenecía a los Hohenlohe, fue perfilándose como uno de los lugares más exclusivos de nuestro país.

El príncipe Alfonso Hohenlohe. (Foto: Gtres)

En estos momentos, el Marbella Club sigue abierto, aunque hay algunas cosas que han cambiado. Sigue manteniendo el mismo espíritu: trabajan con los mejores chefs, usan productos de primera calidad, contratan a masajistas experimentados, a camareros que saben hacer mezclas perfectas y se rodean de un buen equipo de seguridad. No obstante, los precios han bajado.

Hace años, algunas habitaciones de este recinto estaban valoradas en 30.000 euros. Aunque es un precio elevado, hay que tener en cuenta que para las grandes fortunas no hay nada inalcanzable, por eso pagaban lo que fuese con tal de estar cómodos.

El capricho de Audrey Hepburn

Hubo una época en la que era relativamente común ver a Audrey Hepburn. Según la prensa de aquellos años, la artista internacional disfrutaba al máximo con los almuerzos que organizaba en la playa. Varios testigos aseguran que charlaba con su entonces pareja, Mel Ferrer. Juntos se dieron cuenta de que no podían conformarse con visitar Marbella de vez en cuando, querían una casa propia.

Audrey Hepburn posando. (Foto: Gtres)

Audrey y Mel adquirieron una villa que alcanzó mucha popularidad, un terreno llamado Santa Catalina justo al lado del mítico hotel.

El descuido de Elizabeth Taylor

Por todos es sabido que Elizabeth Taylor tuvo un descuido. La artista estaba tan cómoda que decidió quitarse la parte de arriba del bañador. Esta mítica escena no hizo más que aumentar la fama del lugar. Pronto todos se enteraron de que, dentro del recinto, estrellas tan grandes como Taylor eran capaces de desprenderse de su fama por unos instantes para disfrutar de la vida al 100%.

Elizabeth Taylor en una de sus películas. (Foto: Gtres)

Todo era muy natural, tanto que el marido de Wallis Simpson, Eduardo VIII, se atrevió a ponerse una simpática camisa hawaiana que desató las risas de sus acompañantes. Se sintió tan incómodo que, a la hora de cenar, se vistió de gala y acompañó a su mujer con el rostro serio.

El primer teléfono público

Hoy en día parece un detalle sin importancia, pero hace décadas, era algo muy comentado. Dentro del Marbella Club había un teléfono público. Era el primero de la zona y estaba a disposición de las estrellas que tenían el privilegio de hospedarse en una de las habitaciones.

Otro punto que merece ser mencionado son las camas. Insistimos, actualmente es normal encontrarse este tipo de cosas en los hoteles, pero Alfonso Hohenlohe se preocupó por poner a disposición de sus clientes todo lo mejor. Nadie dormía en camas que no estuvieran hechas con sábanas de primera, cojines mullidos y una temperatura perfecta.

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