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Su annus horribilis

Carlos III, el que fue eterno heredero, cumple 76 años

Carlos III cumple hoy 76 años. De estos, 70 ha sido heredero al trono, título que recibió con tres años cuando su madre se convirtió en reina. Fue proclamado rey cuando Isabel II murió, en septiembre de 2022, es decir, cuando él tenía ya 73. De todos los títulos que ha tenido y tiene, el que más le define aunque no sea aristocrático, es el de eterno heredero. Nunca nadie ha tenido que esperar tantos años para acceder al trono. Es más, el día que lo hizo, con 73 años, la mayoría de la gente lleva casi una década jubilada.

De Carlos III se ha escrito mucho pero sigue siendo, como casi todos los Windsor, un gran desconocido porque su forma innata es la de no mostrar nunca sus sentimientos en público y hablar, habla poco. Su vida, a pesar de haber crecido en palacios, no ha sido nada fácil, primero por esa larga espera y, en segundo lugar, por una infancia y adolescencia marcada por dos cuestiones principales: la ausencia del cariño y presencia de su madre por estar totalmente imbuida en su papel de reina recién ascendida al trono, y la severidad y ausencia de afecto de su padre, el duque de Edimburgo. Dos progenitores que le mostraron poco cariño.

Su infancia y juventud

Carlos Felipe Arturo Jorge nació el 14 de noviembre de 1948 siendo el primero de los hijos de la entonces princesa Isabel y su marido, Felipe Mountbatten. Reinaba Jorge VI y, como consorte, la que siempre fue el gran apoyo de Carlos, su abuela Isabel Bowes-Lyon. Su madre subió al trono en 1952 cuando él contaba tres años de edad. Siempre se ha dicho, porque verdaderamente así fue, que Isabel tuvo dos tipos de maternidad, la que ejerció con los dos primeros hijos, el príncipe Carlos y la princesa Ana y la que tuvo con los dos últimos, los príncipes Andrés y Eduardo. La diferencia radicó en que cuando fue madre las dos primeras veces estaba inmersa en su incipiente labor como reina y, las otras dos veces, su lugar en el trono estaba mucho más consolidado. Digamos que estaba más relajada como reina y como madre.

Una joven princesa Isabel con su marido y el primogénito de ambos, el príncipe Carlos en 1948. (Foto: Gtres).
La Reina Isabel de Inglaterra con su marido el duque de Edimburgo, el príncipe Carlos y la princesa Ana. (Foto: Gtres).
La Reina de Inglaterra con su marido, el duque de Edimburgo y sus cuatro hijos, los príncipes Carlos, Ana, Andrés y Eduardo en 1968 (Foto:Gtres).

La magnífica serie The Crown, al menos en lo referente a los dos primeras temporadas, relató perfectamente el sufrimiento de haber sido internado en Gordnstoun, incluso en contra de los deseos de la propia reina. Aquella experiencia lo marcó y no precisamente para bien por la extrema dureza del colegio. Carlos completó después sus estudios en el campus Timbertop de Geelong Grammar School en Victoria, Australia, para después licenciarse en Artes en la Universidad de Cambridge. Una vez concluida esta parte de su formación y, como heredero, sirvió en la Fuerza Aérea y la Marina desde 1971 hasta 1976, aunque el amor por el mar no ha sido nunca, ni de lejos, similar al de su padre, el duque de Edimburgo.

Su sonadísima boda (y fracaso) con Lady Di

Carlos fue un soltero de oro durante mucho tiempo, un tema que llegó a preocupar a sus padres ya que es condición sine qua non que un heredero se case y tenga hijos. A finales de los años setenta las cosas se habían relajado mucho con respecto a la época en la que su madre había contraído matrimonio pero no tanto como para casarse con quien quisiera.

Boda de Carlos y Diana de Gales. (Foto: Gtres).

La elegida fue Diana de Gales, de una familia de rancio abolengo inglés, los Spencer, pero de la que Carlos no estaba enamorado. De hecho lo estaba de Camila Shand, la mujer que, sabemos el final de la historia, logró contra todo pronóstico ser su esposa y, el más difícil todavía, convertirse en reina. Pero para eso tuvieron que pasar muchas décadas y demasiadas cosas, algunas de las cuales fueron ciertamente trágicas como fue la muerte de Lady Di que provocó una crisis enorme en la corona británica, además de dejar a dos adolescentes huérfanos de madre.

Su esperado reinado, lleno de visicitudes

Carlos III lleva dos años y dos meses siendo rey de Reino Unido y en este pequeñísimo periodo de tiempo ha tenido que enfrentarse al duro e inesperado anuncio del cáncer de su nuera, Kate Middleton, y el suyo propio. Además, dos problemas que se vienen arrastrando desde el reinado de su madre; los escándalos de su hermano el príncipe Andrés y la pertinaz piedra en el zapato que supone el matrimonio de su hijo el príncipe Harry y su nuera Megan Markle.

Coronación de Carlos III en la Abdía de Westminster el 6 de mayo de 2023. (Foto: Gtres).

El pasado 7 de noviembre su hijo Guillermo, tras su visita a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y en un encuentro con la prensa, ante la pregunta de cómo compaginaba sus deberes reales con su vida personal, respondió de manera muy sincera: «¿Sinceramente? Ha sido terrible». Un alarde de espontaneidad dentro de los Windsor pero que parece mucho más acorde a los tiempos que corren.

Después de haber tomado la firme decisión de retirarle la asignación real anual a su hermano Andrés, parece que este tema lo tiene más controlado. Lo que sí parece imprevisible es qué va a suceder con los Duques de Sussex, auténticas bombas de relojería ya que, al no estar dentro de la familia real, sus acciones son totalmente libres…e imprevisibles. No están sujetas, además, al permiso de nadie. La última etapa de la vida de Isabel II, la ya anciana monarca, pareció asumir con total resignación la decisión de su nieto de irse. Es más, se mostró más como abuela que como monarca en su último comunicado con respecto a ellos deseándoles lo mejor o, como señaló algún experto británico, más bien quiso dar a entender que a esas alturas de su vida le daba ya un poco igual, al no ser el heredero del heredero, que tomaran esa decisión.

Su annus horribilis

El cáncer de Kate, el suyo propio, las constantes recaídas de salud de la reina Camila, su hermano y su hijo están constituyendo su particular annus horribilis, como el que reconoció haber tenido Isabel II en 1992 tras distintos desastres como el incendio de parte del castillo de Windsor, la separación de Andrés y Sarah Ferguson, el divorcio de la princesa Ana o la publicación de la biografía de Lady Di por parte de Andrew Morton. Por si fuera poco, también ese año se hicieron públicas en The Sun las conversaciones de la princesa Diana y un amigo, en las que la princesa se quejaba del trato recibido por la familia real y, el gran colofón, la publicación de las conversaciones en las que Carlos y Camila se decían cosas de alto voltaje.

El príncipe Andrés, el hermano díscolo de Carlos III. (Foto: Gtres).
Los Duques de Sussex, el otro gran quebradero de cabeza de Carlos III. (Foto: Gtres).

Lo cierto es que ese 1992 fue difícil de superar y, de hecho, supuso, un antes y un después en la monarquía más monarquía del planeta Tierra. Pero la gran diferencia que hay entre Isabel II y Carlos III es que la monarca tuvo muchos años para enmendar y corregir errores. Su hijo no parece tener tantos y se aprecia en él ya un gesto cansado en el poco tiempo que lleva sentado en el trono.

En la encuesta publicada en 2023 por YouGov, el nivel de popularidad de los miembros de la familia real fue sorprendente. Tras la muerte de Isabel II, el primer puesto lo ocupaba la princesa Ana, detrás los príncipes de Gales y en el cuarto…el rey Carlos III que lo tiene, por lo que parece, más difícil que su madre en cuanto a popularidad en su pueblo.

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