De vuelta

La plácida y lujosa vida de Carlo Ancelotti en Madrid

El técnico italiano se vuelve a sentar en el banquillo del Madrid por segunda vez en lo que significa su regreso a una ciudad que su mujer y él adoran.

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  • Alberto Ardila
  • Periodista especializado en crónica social, exclusivas y televisión.
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Carlo Ancelotti vuelve al Real Madrid en lo que significa su regreso tras ser despedido en 2015. Una buena noticia para él pero también para su mujer, Mariann Barrena, una canadiense con la que contrajo matrimonio en 2014 en Vancouver. Ambos son dos enamorados de la capital española, de la que se quedaron prendados cuando en 2013 aterrizaron en ella.

Durante los dos años de estancia de los que disfrutaron se les pudo ver completamente adaptados a la ciudad. Su aclimatación fue sumamente fácil y pronto se vio que pasear por el inmenso Parque del Retiro o hacer algunas compras en la mítica ‘milla de oro’ se convirtieron en agradables rutinas. Ancelotti confesaba en su primera etapa que pese a ser italiano prefería el jamón a la pizza, a ser posible ibérico, regado con un buen vino tinto. Su paladar sabe lo que es degustar exquisiteces de los mejores restaurantes de Madrid.

Su regreso se produce después de un periplo de dos años en la fría ciudad de Liverpool. Una ciudad con un clima puramente británico que no facilita la adaptación a un hombre con un carácter tan mediterráneo como el del flamante entrenador del Real Madrid. Además, allí vivieron un episodio muy desagradable hace unos meses cuando unos ladrones asaltaron su casa con su hija dentro. Desde su salida del club madridista también han vivido en Nápoles y Múnich

Se puede decir que Carlo Ancelotti y Mariann Barrena han sido muy felices en Madrid. Hay que destacar que ella tiene raíces en nuestro país puesto que, aunque es canadiense, su padre es de Sigüenza (Guadalajara) y su madre de Santander. Su calidad de vida ahí se elevó cuando en 2013 se instalaron en el ático del emblemático edificio Millenium, en plena Plaza de la Independencia. Se trataba de un ático de 450 metros cuadrados con vistas a la Puerta de Alcalá y al Retiro a la que la mujer del técnico se rendía en las páginas de ‘Vanity Fair’: «En cuanto visité esta casa supe que quería ver los angelitos todos los días al despertarme». Se refería a los cuatro querubines que talló Francisco Gutiérrez en el monumento.

Natural de la provincia de Emilia Romagna, Carlo Ancelotti es un hombre tranquilo y que sabe disfrutar de las pequeñas cosas en su día a día. Su primer gran amor no fue Mariann sino Luisa Gibellini, una italiana a la que conoció en 1983 durante su etapa como futbolista de la AS Roma. Ella era una gran aficionada al juego de ‘Carletto’, como le conocen en su país natal. Su amor derivó en una gran boda primero y en el nacimiento de dos hijos después: Davide y Katia. El primero forma desde hace cinco años parte de su cuerpo técnico. En 2008 su historia tocó a su fin y hace tan solo unos días, el pasado 23 de mayo, Ancelotti sufría un duro golpe al conocer el fallecimiento de su exmujer tras varios días enferma. Puede que por eso su «inesperada» llegada al Real Madrid haya tenido un efecto balsámico.

Un año después irrumpiría en su vida la mencionada Mariann Barrena. Su primer encuentro fue en un restaurante de Londres en 2009, tiempo en el que Carlo entrenaba al Chelsea. Ella trabajaba como consultora de un fondo de inversión y tiene otro hijo junto al empresario minero McClay, una joven llamada Chloe que busca un hueco en el mundo de la interpretación. Es muy conocida entre bastidores una anécdota que ambos protagonizaron. Él se quedó prendado de su belleza y la dijo: «Tú serás mi prometida algún día». Quién sabe si en broma o en serio, Barrena le contestó: «Claro, la próxima vez traigo yo el anillo». La alianza se la pondrían en 2014 y hasta hoy, que vuelven al lugar del que (quizás) nunca quisieron salir.

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