Bellingham derriba el muro de Berlín
Un gol postrero de Bellingham en el minuto 94 dio el triunfo al Real Madrid ante un Union Berlín al que debió golear en la segunda parte
Así vivimos el debut del Real Madrid en la Champions ante el Union Berlín
El secreto de las medias 'pordioseras' de Bellingham
Bellingham se disfrazó de Sergio Ramos para derribar el muro de Berlín y marcar un gol salvador en el minuto 94. El Real Madrid, fiel a su cita con la Champions, derrotó al Union Berlín al que debió golear en una notable segunda parte. El palo evitó sendos goles de Rodrygo y Joselu, que tuvo ocasiones para marcar un hat-trick. Parecía que el duelo acabaría en tablas pero, como diría Juanito, «90 minuti en el Bernabéu son molto longos». Y 95 más.
Para el Real Madrid el estreno en la Champions significa lo que las campanadas de fin de año para la Pedroche: la noche en la que hay que deslumbrar porque todo el mundo te está mirando. Esta vez tocaba de tarde porque a la UEFA le gusta recaudar más que a Chiqui Montero y la tele, ya que paga, pues manda, no como el contribuyente. Ancelotti retocó un poco su equipo preferido, lastrado por la baja de última hora de Carvajal, más que baja, bajón porque el lateral había arrancado la temporada ágil y veloz como la moto de un carterista.
Sin Carvajal, que se unía a los Vinicius, Mendy, Courtois, Militao y Güler, Ancelotti recetó descanso a Kroos y Valverde para devolver al once a Camavinga y regalar a Modric la segunda titularidad de la temporada, ambas en el Bernabéu y ante rivales de no demasiada dificultad. También entraba Nacho por Fran García, que aguardaba en el banquillo a debutar en Champions con el Real Madrid.
Modric vuelve a pensar en Arabiahttps://t.co/R8caoySzER
— okdiario.com (@okdiario) September 19, 2023
Los once elegidos de Ancelotti eran Kepa; Lucas, Rüdiger, Nacho, Alaba; Tchouaméni, Camavinga, Modric, Bellingham; Rodrygo y Joselu. Frente a estos once los chicos del Unión Berlín, equipo revelación de la última Bundesliga que probaba por primera vez en su historia la ambrosía de la Champions. Si había un día (o una tarde) para sentir el miedo escénico, era esta. El Bernabéu presentaba un aspecto imponente a pesar de lo excéntrico de la hora.
Un cuartito de hora nos separaba de las siete cuando echó a rodar la redonda. A los 40 segundos Modric ya había sacado una amarilla a Tousart. Y a los tres pudo marcar Joselu, que cabeceó picado un pase medido de Bellingham que apareció de la nada. También en el 5 el nueve del Real Madrid, que lleva el 14, desperdició otro testarazo en el segundo palo tras un centro desde la esquina de Lucas Vázquez.
En la cabeza de Joselu
Apretaba el Real Madrid, dispuesto a encarrilar el partido cuanto antes. Se defendía replegado el Unión Berlín sabedor de que sus opciones de sorpresa empezaban en la resistencia. Y lo hacían con orden y oficio. Línea de cinco detrás y de cuatro delante que se movían cual acordeón como si sus futbolistas estuvieran atados por una cuerda a la cintura. Hubo que esperar al minuto 22 para que el Bernabéu emitiera un tímido uy a una falta lejanísima que Alaba echó arriba. Tan arriba como el tercer cabezazo de Joselu a la salida de un córner que botó Modric.
El ritmo del Real Madrid, con todo, era mortecino y previsible como el tono de voz de un profesor de filosofía. Se echaba en falta la electricidad de Vinicius, siempre dispuesto a agitar cualquier partido. Rodrygo, que no le ha cogido aún el aire a la temporada, es otra cosa. El brasileño está atascado, ofuscado y con el morro torcido. Se nota en su rendimiento o, mejor dicho, en su falta de rendimiento.
Con el mismo ritmo lento y cadencioso con el que habían jugado se marcharon al vestuario los jugadores del Real Madrid. El Bernabéu, estupefacto, no se podía creer el aburrimiento de primera parte que acababa de presenciar. Era imperativo que Ancelotti cambiara algo en el descanso. Bien piezas, bien planteamiento, bien actitud, porque el Madrid había tirado el primer tiempo por el sumidero.
Salieron los mismos que habían arrancado el duelo del Bernabéu. Y al mismo desesperante trantrán. Avisó Gosens en el 48 con un disparo que se estrelló contra el lateral de la red de Kepa. Respondieron los de Ancelotti con un buen pase filtrado por Rodrygo al que no llegó por muy poco Bellingham. Había espabilado el brasileño, que protagonizó dos ocasiones consecutivas: mano a mano ante Ronnow que abortó el portero y acrobático remate de volea que estrelló contra el palo. Por fin espabilaba el Real Madrid. El equipo agitó al Bernabéu, que por fin de dio cuenta de que el partido era de Champions.
Joselu tuvo su cuarta ocasión con un remate centrado en el área que rechazó a córner el portero del Union Berlín. El Real Madrid llamaba a las puertas del gol. Pero los alemanes no estaban por abrir. En el 62 otra vez el palo se interpuso entre el gol y Joselu, que había cabeceado picado un buen centro de Rodrygo.
Ancelotti mueve ficha
En el 65 le sonó la alarma del Nokia a Ancelotti, que quitó de golpe a Tchouaméni y Camavinga para meter a Kroos y Fede Valverde. Con el Real Madrid a tumba abierta el Union Berlín avisó en alguna contra, pero los blancos habían tocado a rebato y el Bernabéu apretaba desde la impaciencia. Veinte minutos más el añadido les quedaban a los de Carletto para tratar de derribar el muro de Berlín.
En el 72 Ancelotti metió a Fran García por Nacho y recolocó a Alaba de central. Se sucedían las ocasiones en el área del Union Berlín. Rodrygo primero trató de asistir a Fede Valverde, pero un rival rebañó la pelota casi en la línea de gol. Luego el cabezazo de Rüdiger se marchó al techo del Bernabéu. En pleno asedio el Bernabéu pidió penalti por una mano de Doekhi a disparo de Joselu. No había nada.
Brahim por Modric fue el último cambio de Ancelotti. Estábamos ya en el 80 y al Real Madrid se le agotaba el tiempo. La velocidad se tornó en prisa y los blancos atacaban precipitadamente. Joselu, poseído por el espíritu de Higuaín, falló su quinta ocasión de gol en un remate de media volea que lamió por fuera el palo izquierdo de Ronnow. Brahim había cambiado la cara al Madrid en dos jugadas eléctricas.
Los blancos lo intentaron hasta el final y eso siempre es mucho decir en el Bernabéu. Aparecieron la épica, la mística, la flor, el miedo escénico, el espíritu de Juanito, el fantasma de Sergio Ramos y la diosa Champions para iluminar al Real Madrid, que encontró el gol en el 94 en un barullo en el área a la salida de un córner que resolvió Bellingham. Era el 94. El 94 en todos los relojes y el Real Madrid lograba una victoria de Champions en el último suspiro, merecida, sí, pero tan de infarto como siempre.