Mundial de Clbes: Real Madrid - Al-Ahly

Vinicius y Rodrygo al rescate

Vinicius y Rodrygo rescataron a un Real Madrid gris y le metieron en la final del Mundial de Clubes. Los dos brasileños lideraron el ataque de los blancos, bien secundados por Fede Valverde. Marcaron los tres de arriba del equipo de Ancelotti, muy superior al bullicioso Al-Ahly. El canterano Sergio Arribas, en la prolongación, hizo el definitivo 4-1.

El Real Madrid llegaba al Mundial de Clubes con la columna vertebral como la de un costalero: muy tocada. Sin Courtois, Militao, ni Benzema, a los que se sumó a última hora Carvajal, el equipo perdía a cuatro titularísimos, dos de ellos los pilares que sostuvieron el milagro de la temporada pasada: el portero y el Balón de Oro. Casi nada. Ancelotti, sabedor de que una derrota ante el Al-Ahly, pondría otro clavo en su ataúd –ese que encarga cada entrenador del Real Madrid el día que le contratan– sacó del armario el traje de las grandes ocasiones, que está más gastado que el nuevo pero que le sienta mejor.

Volvía al once la vieja guardia, encabezada por Alaba, Kroos y Modric, y se caía Ceballos, el jugador más en forma del Real Madrid. Tampoco estaba Asensio, que se quedaba en el banquillo aquejado de molestias musculares. A Lunin, portero de emergencia, le escoltaban Nacho, Rüdiger, Alaba y Camavinga, que se consolida en esa posición de lateral zurdo, que es como si a Pablo Motos le pusieran a presentar el informativo. Por delante Tchouaméni, Kroos y Modric integraban el mediocampo preferido de Ancelotti. Arriba, Rodrygo hacía de Benzema, Valverde de Valverde y Vinicius de Vinicius. Eso sí, presumiblemente lejos de la cacería y de  de la Liga.

Enfrente un Al-Ahly que vestía piel de cordero pero al que, visto lo que hizo el Al Hilal la Flamengo en la otra semifinal, convenía no menospreciar porque las carga el diablo. Y no se fio el Real Madrid, que salió a resolver el partido por la vía rápida. Apretaron arriba los de Ancelotti dispuestos a que no se les torciera la semifinal y levantar el pie cuando el encuentro estuviera ya resuelto. El Al-Ahly replegaba pero sin pegar.

Manda el Madrid

Con la pelota se enredaba el equipo de Ancelotti. No le corría el balón y esa falta de ritmo facilitaba la faena defensiva de los egipcios. Vinicius se llevó un par de tarascadas y no dijo ni mu. Mientras, el Real Madrid gobernaba el partido con parsimonia como si fuera un amistoso de pretemporada. El público de Rabat hacía la ola y jugueteaba con las luces de los móviles como si se lo estuviera pasando en grande.

Pero el partido no valía un pimiento. El Madrid se dispersó hasta el punto que la primera ocasión la tuvo el Al-Ahly en una contra mal defendida que acabó con Sherif con un disparo a las nubes en el mano a mano con Lunin. Era el minuto 18 y los de Ancelotti aún no habían comparecido. Modric, liberado de obligaciones defensivas, sesteaba entre líneas.

La friolera de 22 minutos tardó Rodrygo en asomarse al área para conectar un remate en semifallo a un centro lateral de Fede Valverde. Más que ocasión era una ocasioncita. Sí que lo fue la de Metwaly, que echó por encima del larguero de Lunin un cabezazo franco a la salida de un córner. De nuevo los egipcios perdonaban a un Madrid de simulacro.

Respondió Vinicius en el 28 con una jugada individual que se marchó fuera por poco y en el 29 Rodrygo, con una maniobra llena de habilidad en la que sentó a dos contrarios y resolvió con una picadita suave que se topó con el poste. Ahora sí aparecía por fin el Real Madrid en el Mundial de Clubes. Y eso que Kroos y Modric habían salido no a correr sino a andar como los jubilados al parque.

De la empanada a la sentencia

A la media hora Lunin evitó el tanto egipcio al rectificar con una buena palomita un disparo envenenado al palo corto. El Madrid seguía en las antípodas de ser un equipo sólido. Y encima era menos divertido que la corbata de un notario. Resistía el Al-Ahly tranquilo y sin agobios.

Y así siguió hasta que apareció Vinicius. Corría el minuto 40 cuando el brasileño se aprovechó de un mal control de Metwaly para plantarse solo ante El-Shenawy y marcar con una preciosa vaselina. Vinicius, concentrado en el juego y no en las trifulcas, supo sacar petróleo en el desierto de juego de su equipo.

Con el gol del Madrid nos fuimos al descanso y con otro gol del Madrid volvimos. Esta vez el autor fue Fede Valverde pero la jugada la cocinaron entre Modric y Rodrygo. El remate del brasileño lo desvió el portero y el uruguayo robó la cartera a dos rivales para marcar a placer tras sentar al guardameta egipcio. Pues nada: 2-0 y semifinal más que encarrilada.

El Madrid se tomó un respiro tras el gol y el Al-Ahly se asomó al área de Lunin. Ancelotti ponía a calentar a un banquillo plagado de españoles. En el 55 a Vinicius le hicieron un penalti como un piano pero el árbitro no lo vio. Tampoco el VAR del Mundial de Clubes, que chequeó la acción durante casi un minuto y dijo que nones. Igual en la FIFA tienen el mismo VAR de garrafón que en la Liga española.

De nuevo Vinicius se asomó al gol en el 62 con una acción individual en la que aceleró para plantarse delante del portero, que se la sacó con el culo. Y en la jugada de vuelta Camavinga atropelló a El Shahat dentro del área. Penalti obsceno e innecesario que convirtió Maaloui para acortar distancias en el marcador. Ancelotti se desesperaba con su equipo… y con el árbitro por el penalti que se quedó impune en el otro área.

El Madrid se enreda

El Madrid, que había dimitido desde el 2-0, empezaba a pagar cara su indolencia. Magdy tuvo el 2-2 en el 68 pero su remate en boca de gol fue tan defectuoso que se marchó al cielo de Rabat. Ancelotti meditaba cambios pero no le convencía lo que veía en el banquillo. Hasta el 75 no metió el italiano al campo a Ceballos para sacar a Kroos.

Pero el Real Madrid no espabilaba. El dominio del Al-Ahly se tornó en asedio. Atribulado, desordenado, con más interés que precisión, pero dominio. Vinicius reclamó otro penalti en el 82 que el árbitro no estimó por tal. Desde el VAR le avisaron, esta vez sí, para que revisara la acción, parecida a la que pitó a Camavinga. El colegiado miró y remiró la patada a Vinicius, le dio emoción, se encaminó al punto del penalti y gritó su decisión: «»Penalti!». La pena máxima la ejecutó Modric y la televisó, así que el meta del Al-Ahly adivinó el sitio y lo paró.

El fallo no hundió al Madrid sino que le echó arriba. Y en los minutos de añadido los blancos encontraron el tercero merced a una jugada preciosa tejida entre Ceballos y Rodrygo, que abrochó su gran partido con el 3-1 definitivo que metía a los blancos, no sin suspense, en la final del Mundial de Clubes. Y aún le dio tiempo a Sergio Arribas, a los 20 segundos de salir en la prolongación, para hacer el definitivo 4-1 con un gol precioso a la salida de un córner.

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