Un empate de locura
El Real Madrid llegó a remontar un partido loco y vertiginoso que empezó perdiendo 2-0 pero el Rayo logró el 3-3 y los de Ancelotti no tuvieron capacidad de reacción
Martínez Munuera y el VAR dejó sin sancionar dos penaltis sobre Güler y Vinicius
No pudo el Real Madrid acostarse líder tras un partido de locos en Vallecas. Los de Ancelotti se vieron 2-0 abajo tras una primera media hora de bochorno en la que el Rayo les trituró. Luego igualaron el duelo con sendas acciones individuales de Valverde y Bellingham e incluso remontaron con el tanto de Rodrygo tras el descanso. No se rindieron los locales hasta que lograron el 3-3 final obra de Isi. Martínez Munuera, desastroso, dejó sin sanción sendos penaltis en el área rayista sobre Güler y Vinicius.
Ancelotti rotó… pero no mucho. Retoque como mucho. Apenas dio descanso a Vinicius y Ceballos, que se vaciaron en Bérgamo, y metió a Modric y Güler directos al once del Real Madrid en el que se mantuvo Rodrygo por el tocado Mbappé. El resto, los mismos que lograron una victoria heroica ante el Atalanta. Es decir, repetían los mismos de atrás para blindar a Courtois: Lucas, Rüdiger, Tchouaméni y Fran García. Por delante Valverde y Modric ocupaban el doble pivote, con una línea de tres que formaban Güler, Bellingham y Rodrygo, mientras que el falso nueve era para Brahim Díaz. Un once con ausencias pero con jugones.
Enfrente el Rayo de Iñigo Pérez, equipo de autor que se había limpiado a James hasta de la convocatoria. Un equipo de los que aprietan arriba e incomodan al rival desde el pitido inicial. Y desde ese momento intentó Güler marcar de saque de centro pero la frivolité le salió rana. Fue un espejismo porque al Real Madrid le tocó sufrir desde el inicio.
Menos de cuatro minutos tardó el Rayo en ponerse por delante. Fue una acción por la derecha de De Frutos, que destrozó a Fran García al que le trituró la cintura. La puso al área blanca en la que Lucas Vázquez, lejos de mantener su posición, se fue al arrastre al lado de Tchouaméni y Rüdiger y abandonó solito a Unai López en el segundo palo como si le oliera el sobaco. El rayista cabeceó a placer para batir a un Courtois que hizo lo que le deberían hacer a Ancelotti en su despido: la estatua.
El Rayo pega primero
Ancelotti no se lo creía. Sus jugadores, menos. Incapaces de sacar la pelota ante la presión alta del Rayo, el Real Madrid estaba perpetrando un arranque de partido infame. Y puso ser peor si De Frutos hubiera estado rápido en el regalo de Güler en el mediocampo. Por suerte, Courtois estuvo más vivo. Se gustaban los locales e incluso trenzaban jugadas a uno o dos toques que desataban la locura en la grada de Vallecas.
Al Madrid le estaban pegando un repaso. Intentó la reacción Rodrygo en una acción individual que sacó con un pie salvador el meta Batalla. Fue un espejismo porque el duelo era monopolizado por un Rayo poderoso y dominador. Chupaba plano Courtois aunque trató de estirarse el equipo de Ancelotti. Tenía varios problemas: Valverde y Modric no gobernaban el juego, los dos laterales eran transparentes en defensas e inoperantes en ataque. Bellingham corría como un pollo sin cabeza y los tres de arriba eran invisibles.
La mejor noticia para el Real Madrid en los primeros 20 minutos era que el Rayo sólo ganaba por uno. Los de Iñigo Pérez ganaban los duelos, las pelotas divididas y las regaladas por sus rivales, como la de Rüdiger en el área que provocó que a Ancelotti se le diera la vuelta la ceja. Su equipo, una vez más, era un sindiós espantoso. No se libraba ni uno. Davide y Mauri, ayudantes de Carletto, contemplaban el desaguisado táctico en el Ipad como dos vacas mirando el tren.
Se deshace el Madrid
Un par de escaramuzas de Güler y Lucas Vázquez por la derecha permitieron al Real Madrid sacudirse un poco la presión del Rayo, que superó a primera media hora con un dominio absoluto del juego y del marcador. Ancelotti no había sabido ni leer ni interpretar el partido. Tampoco sus jugadores. En el 33 la tuvo Güler para empatar tras una buena maniobra de Rodrygo por la izquierda, pero el remate a bocajarro del turco se marchó desviado. Se lamentaba Bellingham, solito en boca de gol.
Y después de que el Real Madrid perdonara el empate, Fran García regaló un córner estúpido. Entonces cayó el segundo. Lo marcó el central Mumin, libre de marca en el segundo palo porque ni Güler ni Lucas ocuparon bien su zona, mientras que los jugadores del Madrid se miraban unos a otros. El equipo de Ancelotti amenazaba con deshacerse, pero el Madrid tiene muchas vidas.
Gastó una en el 39 gracias a un latigazo de Fede Valverde, que se sacó un gol de la nada para mantener al Real Madrid en el partido. Los de Ancelotti son el peor equipo del mundo con los mejores jugadores del mundo y por eso resisten y se mantienen en pie. Llegaría después un penalti de Pathé Ciss a Güler, que se fue al limbo, una amarilla de Isi por un entradón al propio jugador turco y el 2-2 de Bellingham. Lo dicho, el peor equipo con los mejores jugadores del mundo. La puso Rodrygo desde la izquierda y la embocó el inglés en la posición de nueve con un certero cabezazo desde la frontal del área pequeña.
Resucita el Madrid
En un pispás y sin jugar a nada el Real Madrid había igualado un partido que tenía en chino. Mandarín. Y al Rayo le llegaron los dos sopapos justo a las puertas de un descanso que sobrevino en Vallecas con el inesperado y vertiginoso 2-2. Del que regresamos con el mismo vértigo en un partido sin respiro. Y con un susto enorme. Un golpazo que se llevó Güler tras chocar con el meta Batalla y rebotar contra el suelo. Había marcado el turco pero estaba en fuera de juego. El golpe fue helador pero, tras ser revisado por los médicos, insistió en seguir sobre el césped.
El Real Madrid empezó a dominar el juego. Así llegaría el tercero. Fue una jugada colectiva en la que los de Ancelotti dieron un porrón de toques para distraer al Rayo. El penúltimo fue de Güler, que se la dejó a huevo a Rodrygo. El brasileño armó su pierna muy rápido y su disparo, ya de por sí venenoso, se envenenó aún más al tocar en Ratiu y despistar en su intento de estirada a Batalla.
Era el 60 y entonces salió Vini. Se llevó una pitada gigantesca antes incluso de salir a jugar. Y en un minuto volvió a empatar el Rayo. Nació el 3-3 de un disparo de Lejeune que punteó en el área pequeña un Isi que estuvo mucho más vivo que Rüdiger, que se durmió en la marca y le robó la cartera al central del Real Madrid y a un Courtois demasiado pegado a su línea de gol. Otra vez les tocaba remar a los de Ancelotti.
Iguala el Rayo
Rozó el cuarto el Rayo poco después cuando Pedro Díaz remató fuera (por muy poco) una asistencia que le habilitó en la frontal de la grande. Respondió Ancelotti con un cambio: Camavinga por Modric. Poco, muy poquito, del croata superado por el vértigo del duelo de Vallecas. Dos minutos después Vinicius vio una pertinente amarilla que le permitirá fumarse la última jornada y marcharse directo de Doha a Brasil a pasar las navidades.
En el 77 preparó Ancelotti para salir a Endrick y Ceballos como cambios casi a la desesperada. Salieron del campo Lucas Vázquez y Güler. Martínez Munuera, para variar, dejó sin sanción un penalti de Mumin a Vinicius que también obvió el VAR. El propio Vini tuvo en sus botas el 3-4, pero Batalla lo salvó con una prodigiosa intervención que tenía el valor del empate.
Lo intentó el Real Madrid hasta el final, ya incluso con Rüdiger de delantero centro, pero esta vez la flor de Ancelotti no llegó a brotar. Ni los ataques al áreas, ni los barullos, ni las aviesas intenciones de Vinicius les sirvieron a los blancos para lograr un tanto que les habría llevado a acostarse líderes. Otra vez será porque el duelo de Vallecas concluyó con un empate de locos.