Su majestad Mbappé
Courtois: «Por esto Mbappé es uno de los mejores del mundo»
Vergonzoso: Al Khelaifi y Leonardo bajaron en el descanso al vestuario para presionar al árbitro
Un gigantesco Courtois no bastó para resistir a la memorable exhibición de Mbappé ni permitir al Real Madrid salir vivo de París. Los blancos, con un planteamiento cobarde y ultradefensivo de Ancelotti, casi logran sobrevivir al empuje del PSG por tener al mejor portero del mundo. Pero una jugada postrera de Mbappé decidió el duelo. La eliminatoria se decidirá en el Bernabéu; eso sí, sin Casemiro ni Mendy, que vieron sendas amarillas que les harán perderse la vuelta.
No había que ser Nostradamus, ni siquiera Raphel para adivinar la alineación de Ancelotti. Hasta Tezanos podría. Bueno, Tezanos no, pero cualquier adivino del tres al cuarto habría dado con el once del Real Madrid en París en un decir amén. Que Benzema y Mendy iban a ser titulares aunque hubieran tenido que jugar con las muletas no era ningún misterio. Quizá había un punto de incertidumbre en ese acompañante de Vinicius y Karim que es el puesto que le baila siempre a Carletto. Esta vez, entre Rodrygo, Valverde o Asensio la camiseta de titular fue para Marco.
Así que el Real Madrid se plantaba en el Parque de los Príncipes con lo más parecido a su once de gala. Ahí estaban, del primero al último, Courtois; Carvajal, Militao, Alaba, Mendy; Casemiro, Kroos y Modric, Asensio, Vinicius y Benzema. Un equipo fiable, con más veteranos que noveles, y con la incógnita de si Karim estaba para jugar o sólo para intimidad en plan Cid Campeador en Valencia.
Enfrente el PSG, ese nuevo rico que va por la urbanización del fútbol europeo con la capota del Ferrari levantada, quemando ruedas y con la música a todo trapo. Más que un club, que dirían en Barcelona, un club-estado. Pochettino deshojó la margarita del once y se guardó la baza de Neymar en el banquillo. No está el brasileño para demasiados trotes después de dos meses y medio K.O. por una nueva lesión de tobillo. Sí jugaba Messi y, faltaría más, Mbappé, cuyas acciones, omisiones, palabras y gestos amenazaban con ser sometidas al microscopio del morbo durante toda la eliminatoria.
También jugaban los Achraf, Marquinhos, Verratti, Di María… vamos, con la selección mundial que tiene a su disposición Pochettino, viejo conocido del Real Madrid y viejo anhelo de su presidente.
Mbappé reina en París
El partido nació con ambientazo y ritmo. Ambos equipos se mostraban ordenados en lo táctico e intensos en lo físico. Es lo que tiene la Champions, que activa al más vago y pone nervioso al más templado. Apenas 4 minutos tardó Mbappé en retratar a Carvajal. Le sentó en el área con un quiebro que le reventó la cintura al lateral blanco, se la dio a Di María, que gracias a Dios, a San Isidro y a la Virgen de La Paloma, la echó al cielo de París. Bien por Ángel.
El susto activó al PSG, que empezó a dominar a un Real Madrid que dio un pasito atrás. La presión blanca había durado menos que una promesa de Pedro Sánchez. La sola amenaza de Mbappé había asustado al equipo de Ancelotti, que mascullaba chicle a ver si se le ocurría una solución.
El dominio del PSG era tan abrumador como la superioridad de Mbappé, que parecía un gigante y Carvajal a su lado un enanito. El Real Madrid necesitaba un tiempo, o que el jeque le dejara a Kylian cedido en la segunda parte. La mejor noticia para los blancos, cumplido el primer cuarto de hora de partido, era el 0-0 que campeaba en el marcador del Parque de los Príncipes.
En el 17 de nuevo Mbappé apareció para reventar a Carvajal y aprovecharse de un gran pase de Messi. Por suerte para el Real Madrid también apareció Courtois para meter su pie incorrupto y evitar el 1-0 que ya iba mereciendo de largo el PSG.
El ‘catenaccio’ de Ancelotti
Otra vez la táctica, timorata y cobardica, de Ancelotti de replegar al equipo para buscar únicamente la contra le estaba saliendo rana al Real Madrid. Igual que San Mamés. Sufrían los jugadores y sufrían los aficionados del equipo blanco, poco acostumbrados a ver a su equipo tan metido atrás.
La buena noticia era que el Real Madrid había sobrevivido a la primera media hora en el Parque de los Príncipes. Hasta Messi se contagió del dominio de su equipo y se permitió alguna escaramuza en la frontal del área que hizo recordar al genio que fue.
Las malas noticias para el Real Madrid siguieron en el 35 con una amarilla innecesaria que vio Casemiro. El brasileño no jugará la vuelta, así que más complicaciones para Ancelotti por si le faltaba alguna. Por cierto, en el partido absolutamente invisibles, irrelevantes e intrascendentes los tres de arriba: Asensio, Vinicius y Benzema.
Al filo del descanso llegó el primer córner y la primera ocasión del Real Madrid. Fue un cabezazo de Casemiro con el que se abrochó la primera parte con la gran noticia para Ancelotti de que su equipo había salido vivo y casi ileso a la primera parte del PSG, quiero decir, a la primera parte de Mbappé.
El poso táctico del primer tiempo llevaba a pensar si Ancelotti había acertado con su planteamiento, perdónenme la palabra, cagón o si el Real Madrid debería haber buscado las cosquillas al PSG como VOX al PP. Desde luego, los Kroos, Modric, Vinicius y Benzema habrían agradecido a Carletto haber disfrutado un poco más de su profesión (la de futbolista) y un poco menos de la de soldados del fútbol.
Manual de resistencia
Reanudóse el juego en París y siguió jugando solo el PSG. El ritmo decayó hasta el punto de que podría haber jugado hasta Zidane. El Real Madrid replegaba y dejaba pasar el tiempo con el único objetivo de llegar vivo (o medio muerto) al Bernabéu.
En el 49 de nuevo compareció a Mbappé para enseñar al mundo su insultante superioridad sobre sus rivales. Bailó un chotis con los dos centrales del Madrid en una baldosa y se sacó de la manga un disparo raso y seco al que respondió con una mano soberbia, dura y fuerte Courtois, el mejor jugador de lejos de su equipo en París.
Cada vez que Kylian recibía la pelota sembraba el pánico, el pavor y el crujir de dientes en la defensa del Real Madrid, superadísima en todos los lances del juego. Tan superados se vieron que Mendy, el otro apercibido del equipo blanco, se llevó el postre de no jugar en el Bernabéu. Su entrada a Danilo, tan estúpida con innecesaria, le deja fuera del partido de vuelta.
‘San Courtois’ salva al Madrid
La cosa pintaba mal para el Real Madrid… y se puso peor en la enésima jugada en la que Mbappé retrató a Carvajal. El lateral le hizo un penalti de esos tan claros que hacen daño a los ojos. El penalti, por jerarquía y galones, lo tiró Messi. Y no lo tiró mal, pero ahí se agigantó Courtois para meter una mano mágica y salvar, por tercera vez, a su equipo en París.
Militao estuvo a punto de hacer de las suyas al despejar sin querer el pie de Verratti en un intento de despeje. Orsato no picó y el VAR lo dejó estar. En el 70 y con el Real Madrid en caída libre, Ancelotti metió a Lucas Vazquez por Carvajal y a Rodrygo por Asensio. Puede que fuera ya demasiado tarde porque Pochettino decidió meter a Neymar.
Pero el partido era de Mbappé. El francés se estaba pasando tres pueblos con el Real Madrid, al que estaba triturando en cada jugada. Lo suyo estaba siendo una exhibición memorable, igual que la de Courtois, el galáctico de guardia de Ancelotti. Afortunadamente, ya estábamos en el minuto 80.
Ancelotti, superadísimo y bloqueado, metió a Valverde por Modric y a Hazard por Vinicius. Pasaron los minutos, resistió el Real Madrid, sobrevivió, aguantó… mientras el PSG lo intentó hasta el final. Fue entonces cuando apareció Mbappé para ajusticiar al Real Madrid con un jugadón individual en el que sentó a Militao y Lucas Vázquez y con el que abrochó su memorable partido. Ahora el Bernabéu decidirá qué equipo se mete en los cuartos de la Champions, si el que tiene a Mbappé, el mejor jugador del mundo o el que tiene a Courtois, que es un galáctico que juega con las manos.