Liga EA Sports: Leganés - Real Madrid

El Madrid gana de paseo

Victoria cómoda y plácida del Real Madrid ante un Leganés transparente que no tiró a puerta

Mbappé, que jugó por la izquierda, abrió el camino del triunfo blanco en el 42 y Fede Valverde y Bellingham lo sellaron en la segunda parte

¿Cómo funciona el estadio infinito que Florentino quiere traer al Bernabéu?

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El Real Madrid derrotó al Leganés por 0-3.

Victoria cómoda, amable y plácida del Real Madrid ante un Leganés transparente que no tiró ni a puerta. Mbappé, que jugó por la izquierda, abrió el camino del triunfo blanco en el 42 y Fede Valverde y Bellingham lo sellaron en una segunda parte en la que volvió a brillar Vinicius. Los de Ancelotti se sitúan a cuatro puntos del Barcelona a falta de disputar el partido ante el Valencia en Mestalla.

A Carletto le dio por rotar. Igual fue su chiquillo, que dicen que le come la oreja como Santos Cerdán a Pedro Sánchez, el que le convenció para que dosificara a alguno de los que venían de jugar con sus selecciones (Modric o Brahim) o de los que tendrá que tirar en lo que se le viene encima al Real Madrid como el inefable Mendy, que se las verá el miércoles con Salah y también era suplente en Butarque.

Sí estaban en el once inicial futbolistas invisibles para Ancelotti como Güler o Ceballos, igual que el canterano Raúl Asencio porque no hay más centrales en la sala. Fede Valverde, para disgusto de su chica, le tocaba ser otra vez lateral derecho. Y lo que te rondaré, pajarito. Por centrarnos. El Real Madrid salía a jugar contra el Leganés con estos once: Courtois, que regresaba tras su lesión; Valverde, Rüdiger, Raúl Asencio y Fran García en defensa; Camavinga, Ceballos y Bellingham en el centro del campo; Güler, Vinicius y Mbappé buscándose a sí mismo en ataque.

Enfrente un Leganés áspero en su campo como el papel higiénico de un avión. Los pepineros, recién ascendidos a Primera, se las veían con el Real Madrid a sabiendas que no era un partido de su Liga, pero con el espíritu de la Pedroche: a dar la campanada. No cabía el bigote de una gamba en el pequeño, coqueto y repleto Butarque. Y vestía de naranja el equipo habitualmente blanco. De salida, eso sí, se vieron sorprendidos por la presión altísima de los locales.

Mbappé por fin de izquierdas

El Madrid tenía ante sí la ocasión de reducir a cuatro su desventaja con el Barcelona a falta de saldar cuentas con el calendario en su visita a Mestalla. Y con una novedad no baladí: Mbappé arrancaba el partido desde la izquierda y Vinicius era el nueve. Que no se diga que Ancelotti no hace lo imposible por encajar al francés para que se sienta más cómodo que Aldama con los ministros del PSOE.

Superada la presión inicial, el Real Madrid se hizo con la pelota e inclinó el juego a la izquierda. Observaba todo desde la banda Ancelotti, ejercitando su mandíbula chicle va, chicle viene, pertrechado con un buen chambergo. A Mbappé se le veía cómodo desde la banda, pero aún caía en la trampa del fuera de juego como un pardillo.

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Vinicius se encara con Sergio en el Leganés-Real Madrid. (EFE)

Vinicius, entretanto, iniciaba su particular guerra personal con Sergio, central del Leganés, por un rifirrafe insignificante en el área. El brasileño, que vive al borde del ataque de nervios, tardó cero coma en encararse con el central pepinero. De fútbol, en los primeros 20 minutos, nada de nada. Apenas un susto de Munir, que envió la pelota al larguero ante Courtois pero estaba en fuera de juego.

En el 24 fue Güler el que decidió debutar el partido en una acción individual desde la derecha. Eliminó a dos contrarios, se internó en el área y se sacó un tiro cruzado al que respondió con mano firme Dimitrovic. Fue la mejor ocasión de un Real Madrid feo y gris como el uniforme de un conserje. Mientras, Vinicius seguía con su show habitual. Ahora me encaro con uno, ahora finjo que me han dado en la cara cuando me han dado en el pecho, ahora me enfado y no respiro. Es cansino lo suyo.

El Madrid aburre… y sentencia

Hubo que esperar al minuto 42 para que el Real Madrid, aunque fuera sin querer, hiciera su primera presión del partido. La hizo Camavinga, igual que el día ante Osasuna. Se la birló a Altimira, tocó para Bellingham, que vio de primeras a Vinicius. El brasileño, que estaba solo en el área, levantó la cabeza y se la puso a Mbappé para que el francés la empujara a puerta vacía en el segundo palo.

El gol del Real Madrid fue un sopapo con el que el Leganés se fue al descanso con la cara calentita y la sensación de haber tirado en una jugada todo el trabajo del primer tiempo. Arrancó el segundo y los de Ancelotti manejaron el partido con parsimonia y comodidad. Jugaban a que pasara el tiempo y pasaba. Lento, vale, pero pasaba.

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Mbappé marca el 0-1 en el Leganés-Real Madrid. (Getty)

Y llegamos al 65 y el equipo de Ancelotti, casi sin quererlo, encontró el segundo. Fue una falta a balón parado que ejecutó por bajo Fede Valverde para buscar un resquicio entre la barrera que se abrió y batir por su palo a Dimitrovic. Pues nada, 0-2, partido resuelto y a pensar en Liverpool. Jugaban a sus anchas los de Ancelotti, casi de paseo, y Güler, asistido por Vinicius, pudo hacer el tercero en el 74. La sacó Dimitrovic. Un minuto después Carletto le sacó del césped para meter a un Brahim que podría ser titular en Anfield.

En el 81 Mbappé falló el gol suyo de cada partido. En una buena carrera a la contra el francés se plantó solito ante Dimitrovic. Pudo elegir cómo acabar la acción: regate, vaselina, tiro cruzado… Eligió tirar al muñeco y fallar su enésimo gol cantado desde que llegó al Real Madrid. Un minuto después Ancelotti le sustituyó por Modric.

Se veía venir el tercero. Y vino. Fue en un barullo feo a la salida de un córner que acabó en las botas de Brahim. El hispano-marroquí tiró, tocó en Tapia, rebotó en el larguero y Bellingham aprovechó el rechace para marcar de cabeza desde la posición de delantero centro que parece que nadie quiere ocupar en el Real Madrid.

El 0-3 abrochaba un partido fácil y cómodo que el Real Madrid tardó en encarrilar pero que acabó resolviendo gracias a su tremenda pegada a pesar de que su juego sigue sin ser para escribir en los cementerios «lo que os habéis perdido».

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