Champions: Kairat Almaty-Real Madrid

Mbappé cura la resaca

Un 'hat-trick' de Mbappé marca el camino de una goleada insípida del Real Madrid ante el debilísimo Kairat Almaty

El equipo de Xabi Alonso, en plena depresión post-derbi, completó un partido insulso y discreto

Mbappé redondea su triplete con una jugada coral con Rodrygo y Güler

Mbappé es la mejor píldora para curar la resaca. Un ‘hat-trick’ del francés abrió el camino de la insípida goleada del Real Madrid ante el debilísimo Kairat Almaty. El equipo de Xabi Alonso, todavía en plena depresión post-derbi, completó un partido soso y discreto ante un rival que no opuso ninguna resistencia. Camavinga y Brahim cerraron la manita que no cura la del Metropolitano pero algo alivia.

Xabi Alonso hizo caso a Fede Valverde. No le puso de lateral. Ni de nada. No le puso. El uruguayo ‘descansaba’ en paz en el banquillo, igual que Bellingham y Carreras, tres a los que el derbi dejó con el trasero al aire. Descanso, castigo o un poco de cada cosa.

Afrontaba el Real Madrid el duelo ante el lejano y desconocido Kairat con la necesidad de coserse el costurón del Metropolitano con un partido convincente en Champions. A ser posible con muchos goles, por eso Xabi Alonso puso todo su arsenal ofensivo: Mastantuono, Vinicius y Mbappé. También escoltó al innegociable Tchouaméni con dos jugones: Ceballos y Güler. Atrás la gran novedad era Alaba, uno de los mejores defensas de todos los tiempos que ha quedado, mientras no se demuestre lo contrario, para estos partidillos. El austriaco formaba pareja con Huijsen en el centro, escoltados por dos laterales nuevos: Asencio y Fran García.

Enfrente el Kairat, que a punto estuvo de adelantar las campanadas a los siete segundos con un cabezazo de Satpaev que se fue arriba. Habría sido el gol más rápido (y más sonrojante) de la historia de la Champions. Habría batido el deshonroso récord que ostenta el propio Real Madrid con aquel mítico gol en el Allianz que le marcó Makaay. Pero al menos era el Bayern, caray.

El Madrid sale tocado

El Real Madrid entró al partido más torcido que la legislatura de Pedro Sánchez. Sin ritmo con la pelota, sin intensidad en la presión, sin movimientos sin balón. Entre el bloqueo y el trote cochinero. A ver si la cornada del derbi tiene más trayectorias de lo que se pensaba. Poco a poco el Kairat perdió gas y los de Xabi Alonso inclinaron el juego hacia el área del jovencísimo Kalmurza.

A los 13 minutos Vinicius desaprovechó un pase de espuela de Mbappé que era puro caviar. El brasileño condujo la pelota, se plantó delante del portero e intentó una vaselina de exterior que le salió como en sus peores tiempos. No fue un remate, fue un meme. El Real Madrid había empezado a acelerar y Fran García asistió a Güler tras una buena internada por la izquierda. El turco iba a calcar el gol del Metropolitano pero su remate se topó con la pantorrilla de un jugador del Kairat Almaty.

La tercera fue para Mbappé en el 20. Después de dibujar cuatro paredes, la pelota acabó en los pies de Kylian, que trazó un disparo combado al que respondió con un paradón el meta Kalmurza. Replegó el Kairat con toda la provincia en su área pero el gol se veía venir. En el 23 los kazajos decidieron pegarse tres tiros en los pies. Dos despejes inenarrables de sus defensas y el atropello final del portero a Mastantuono. Penalti. La pena máxima la ejecutó Mbappé, que engañó a Kalmurza para lograr el 0-1.

Mbappé no perdona

Arda Güler empezó a manejar el partido a su antojo. En una posición de mediapunta que ningún rival detectó, el turco retrocedía a la base de la jugada o avanzaba hacia el área a voluntad. Leía los desmarques con avidez y los del Kairat caían una vez tras otra en la celada. Eso sí, los blancos seguían pasándose la pelota sin ninguna gracia. Ni intención ni veneno ni . ¿Y la presión? Bien, gracias. Quiero decir que hemos pasado del Real Madrid de la presión al Real Madrid de la depresión.

El descanso fue la mejor medicina contra el aburrimiento generado por un Real Madrid más insípido que un plato de acelgas. Algo debió decirle Xabi a sus muchachos porque en la reanudación salieron con otra actitud. Tampoco furia, pero al menos algo más de picante. Las acelgas del primer tiempo ya llevaban al menos sofrito.

Y el que lleva picante, sofrito y veneno es Mbappé. El francés recibió un pase largo de Courtois –sí, de Courtois–, correr sin que nadie se le acercara siquiera, encarar al portero y hacer una vaselina sutil, suavecita y perfecta para poner el 0-2. Cuarto gol de Kylian en la Champions. Bueno, los cuatro que ha metido hasta ahora el Real Madrid.

El Kairat, ya de perdido, se fue al río. Intentó probar los guantes de Courtois con un par de disparos desde fuera del área. Agua. El Real Madrid buscaba el tercero sin ninguna prisa. El que, por ejemplo, perdonó increíblemente Mbappé tras dibujar una jugada preciosa con Vinicius. El francés empezó a celebrar el gol antes de marcarlo, pero colocó el pie tan forzado que la echó fuera cuando lo más fácil era marcarlo.

Partido resuelto

Ya no había partido. El Kairat dejaba parcelas a la espalda como para construir Marina D’or. No las aprovecharon en el 60 entre Mbappé y Güler porque el pase de la muerte del francés se quedó demasiado corto. Luego Courtois sacó un par de manos y Kalmurza otra a Mastantuono. Al Real Madrid se le había puesto el partido para lograr un set. Pero se embelesó tanto en su propia superioridad que Ceballos decidió darle emoción al duelo al cometer un penalti innecesario. Tan innecesario que ni había tocado a Gromyko. El colegiado picó pero alguien le advirtió que, de haber patada, había sido no de sino sobre Ceballos.

En el 70 Xabi sacó del campo a Vinicius y Mastantuono para meter a Rodrygo y Brahim. Extremos de refresco. El brasileño tardó poco en contribuir a que el Real Madrid –Mbappé, claro– lograra el tercero. Dividió por el centro, vio al francés y Mbappé conectó la diestra de primeras para batir por bajo a Kalmurza. Era el 73 y Kylian ya había firmado el hat-trick.

Entonces lo quitó Xabi Alonso, igual que a Güler y a Tchouaméni. Entraron Camavinga, Bellingham y Gonzalo García. Ni rastro de Fede Valverde. Era el minuto 80 y al Real Madrid aún le quedaba un ratito (diez minutos más el añadido, para ampliar el marcador). Lo amplió Camavinga al cabecear dentro del área pequeña un pase medido de Rodrygo. Era el 0-4 y todavía había tiempo para la manita. Que acabaría sellando Brahim justo sobre la bocina. Pues nada, una manita al Kairat que no cura la manita del Metropolitano pero al menos algo alivian las dos victorias en dos partidos en la Champions.

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