La presencia de Eden Hazard en la alineación del Real Madrid fue una de las grandes sorpresas en el duelo que midió a los blancos ante el Villarreal en el estadio de La Cerámica. Después de confirmar el pasado jueves que había superado el coronavirus y realizar dos entrenamientos junto a sus compañeros, Zidane no dudó en darle la titularidad en un encuentro muy complicado contra un equipo amarillo que cuando empezó la jornada era segundo en la clasificación.
Sin Ramos, Casemiro y Benzema, Hazard estaba llamado a ser el jugador que se echase el equipo a la espalda. Pero no fue así. De hecho, se puede decir que sus primeros 44 minutos de partido fueron muy ramplones. Demasiado horizontal, sin generar ningún tipo de peligro contra el arco rival. Tocó 35 balones, pero ninguno acabó en una acción que alterase a la defensa del Villarreal. Su fútbol horizontal estuvo lejos de lo que realmente se puede pedir de un jugador de su calidad. Justo antes de que acabase la primera mitad se soltó y realizó dos jugadas donde le tuvieron que frenar con falta. Cuatro infracciones recibieron en el primer acto.
En el segundo tiempo su participación no mejoró mucho. Continuó sin dar ese paso al frente que le demanda Zidane y el madridismo. Ayudó en defensa, donde se hizo notar más que en ataque. Mal síntoma. Finalmente, en el minuto 64 fue sustituido por Vinicius, poniendo punto final a un partido donde dejó más dudas que certezas y en el que demostró que todavía está lejos de su mejor estado de forma.
El miércoles tendrá otra oportunidad de ser el jugador que marca la diferencia. El que brilló en el Chelsea y por el que pagó 100 millones euros el Real Madrid hace dos veranos. Los blancos juegan una final en la Champions ante el Inter de Milán donde los blancos necesitan ganar y donde el belga debería comenzar a sumar mucho más.
