Champions League: Real Madrid-Leipzig

Bellingham y Kroos arreglan una noche pésima del Real Madrid

Bellingham y Kroos fueron lo único rescatable de una de las peores noches del Real Madrid en los últimos tiempos

Los blancos se clasificaron para cuartos, pero firmaron un muy mal partido

Jude Victor William Bellingham, pónganlo en su vida y les irá mejor. En una noche pésima en cuanto a lo futbolístico del Real Madrid, el inglés fue capaz de tener un momento lucidez que lo solucionó todo para los hombres de Carlo Ancelotti. De sus botas nació el pase a Vinicius que sirvió para que los de Ancelotti se pusieran por delante en el marcador.

Bellingham es un jugador diferente y, sobre todo, diferencial. Capaz de arrojar luz en la noche más oscura. Y el Real Madrid ante el Liepizg no se puede decir que tuviese un buen día. De hecho, lleva un tiempo sin tener buenos días. Los blancos estuvieron especialmente mal contra los alemanes, que terminaron empatando en el estadio Santiago Bernabéu, pero Jude siempre está para salvar los muebles.

Lo otro destacable fue Toni Kroos, el único que puso algo de sentido al sinsentido. De las botas del alemán nació el gol de Vinicius y aportó las mejores acciones cuando nada funcionaba en el equipo blanco.

Ancelotti no estuvo fino

¿Qué quiso hacer Ancelotti cambiando el dibujo, reforzando el centro del campo y renunciando al ataque? Esa es la pregunta que los aficionados del Real Madrid se hicieron tras ver los primeros 45 minutos de los blancos ante el Leipzig. Un esperpento sin paliativos que hacía tiempo que no se veía por el estadio Santiago Bernabéu. La pitada que los madridistas se llevaron al descanso resumía lo vivido en un primer acto para olvidar.

El Real Madrid saltó al campo con la ventaja de 0-1 que Brahim, con una genialidad, logró en Alemania, pero con un equipo totalmente disfuncional. No había por donde cogerlo. Ancelotti no sólo reforzó el centro del campo, o eso pensaba él, poniendo a cinco jugadores que se pisaron unos con otros, sino que al mismo tiempo desactivo cualquier oportunidad de ataque con cierto criterio. ¿De qué jugaba Camavinga? ¿Valverde atacaba o era mediocentro? Un sinsentido. ¿El resultado? 45 minutos tirados a la basura donde los madridistas no tuvieron que lamentar males mayores por la falta de puntería de un Leipzig que quiso, poco, y no pudo.

En el apartado ofensivo, Bellingham asumió una especie de falso nueve que no le llevó a absolutamente a nada. Se sobreentiende que la idea del italiano era que sorprendiese descolgándose desde la medular, pero en la realidad esto no funcionó en ningún momento. Por otro lado, Vinicius vivió solo en la banda izquierda sin tener el más mínimo peligro. Intentó alguna jugada aislada con poco recorrido. Y para colmo, defensivamente, concedieron.

Si la idea de Ancelotti era reforzar la medular para controlar el partido, no surtió el efecto esperado. El Leipzig generó peligro y la zaga madridista tuvo que achicar agua, aunque por fortuna para los intereses del Real Madrid en ningún momento encontraron el camino del gol.

Por fortuna para el Real Madrid, lo que los aficionados vieron en los primeros 20 minutos, Ancelotti empezó a buscarle solución en el descanso. Mientras los once jugadores madridistas desfilaron hacia el vestuario escuchando música de viento, Ancelotti dejó a Rodrygo calentando. El brasileño entró justo antes de que comenzase la segunda mitad por Camavinga, el damnificado de la noche. En ningún momento se encontró cómodo el francés.

Con la entrada de Rodrygo, era una incógnita si el Real Madrid iba a empezar a encontrar el camino del peligro, ya ni siquiera del gol, pero lo que sí era seguro es que era mucho más fiel a la idea de juego que le ha llevado al mes de marzo a estar líder sólido en la Liga y clasificado para cuartos de final de la Champions. Porque sí, a pesar de todo, el rey de Europa superó la eliminatoria.

La realidad es que con Rodrygo el potencial ofensivo de los blancos mejoró, pero al final una genialidad de Bellingham y un zapatazo de Vinicius salvaron los muebles. El resto del equipo mantuvo la tónica, lo que provocó más pitos de un Bernabéu que terminó el duelo contento por la clasificación y enfadado por la imagen de los suyos. El larguero en el descuento de Dani Olmo fue la gota final.

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