Raúl sigue haciendo méritos
Raúl sigue progresando adecuadamente en los banquillos y cada vez son más los que piensan que está preparado para asumir el cargo de primer entrenador en el Real Madrid
De momento, él está centrado en subir con el Castilla a Segunda y hasta que no termine la temporada no pensará sobre su futuro
Raúl González Blanco sigue demostrando que el traje de entrenador le queda tan bien como el de jugador. El entrenador del Castilla está dando sus primeros pasos en los banquillos, pero las sensaciones son muy positivas. En estas tres temporadas ha ganado dos ligas -en la misma temporada con el Cadete B y con el Juvenil B-, ha conquistado la UEFA Youth League con un híbrido entre el Juvenil A y el Castilla y, por el momento, ha clasificado al primer filial madridista para la Primera RFEF y mantiene vivo el sueño del ascenso a Segunda División. Los éxitos deportivos son evidentes, pero sobre todo destaca su labor formativa y su facilidad para transmitir el carácter que tenía como jugador a sus futbolistas.
Los equipos de Raúl se caracterizan por ser tremendamente competitivos. Pueden ganar, perder o empatar, pero el derramar hasta la última gota de sudor en el césped no se negocia. En todo este tiempo se cuenta con los dedos de una mano las veces que un conjunto dirigido por el ‘7’ no estuvo a la altura del escudo que llevan en el pecho. En alguna ocasión se han visto superados por el rival, tal y como ha sucedido esta temporada contra el Badajoz, pero siempre han luchado, a veces con éxito y otras no tanto, para sobreponerse y dar la vuelta a la situación. Las plantillas de Raúl están hechos a su imagen y semejanza.
Educa, enseña y divierte
Los que mejor le conocen en su faceta de entrenador, los que le ven trabajar en el día a día en Valdebebas, destacan su exigencia. La que impone a sus futbolistas, a sus ayudantes y a él mismo. El Real Madrid es la excelencia y eso Raúl siempre lo lleva por bandera. Por ello, no duda en cantarles las cuarenta a sus chicos cuando hacen algo que no se corresponde a la imagen que siempre debe mantener el 13 veces campeón de Europa. Educa, enseña y divierte. Las tres cosas juntas.
Educa cuando hecha la bronca a su equipo por encararse con la grada en Navalcarnero. Enseña en el día a día. Obsesionado por la competición, sus equipos no son filiares del Real Madrid al uso. Por ejemplo, su Castilla es tremendamente competitivo y no se arruga ante nada. Cuando los jóvenes jugadores que tiene a sus órdenes, muchos de ellos juveniles, tienen que ir fuerte en una acción lo hacen sin remordimientos. Cuando hay que entrar en una batalla con un rival igual. Y divierte por su forma alegre de jugar, porque apuesta por el buen trato de balón y porque sin descuidar la defensa siempre que puede mira hacia la portería rival.
Todo esto da como resultado un equipo alegre que se sabe sobreponer a casi cualquier circunstancia. En Talavera se ha jugado su presencia en los playoffs a Segunda sin Antonio Blanco y Miguel Gutiérrez, dos de los mejores jugadores del filial madridista que estaban con el primer equipo, pero ha dado igual. Tampoco estaban otros pesos pesados como Víctor Chust o Gila, ambos lesionados, pero sus futbolistas han respondido y él no ha tenido el más mínimo problema para alinear en el once titular a tres juveniles y terminar el partido dando entrada a otro. La fuerza de su plantilla está en el equipo y en creerse que todo es posible. Se vio en Nyon cuando tuvo la valentía de hacerse cargo de un equipo al que conocía muy poco para terminar conquistando Europa y se está repitiendo esta temporada en Segunda B.
Un futuro prometedor
El que puede ser el heredero del banquillo del Real Madrid cuando Zidane decida echarse a un lado está centrado al cien por cien en la fase de ascenso que a partir del próximo fin de semana comenzará a jugar el Castilla. Lo que venga después puede esperar, aunque son varias, cada día más, las voces por Valdebebas que le ven como el técnico perfecto para coger las riendas del primer equipo. Está por ver si su método funcionaría al más alto nivel, pero de lo que no hay la más mínima duda es que pocos como él conocen como piensa un futbolista, por lo que desde el club están convencidos que sabría evolucionar para poder lidiar en el día a día con un vestuario como el del primer equipo blanco.
No obstante, el futuro lo empezará a afrontar cuando la temporada con el Castilla acabe y tanto el club como él esperan que esto suceda dentro de dos semanas con el billete a Segunda División en el bolsillo, algo que no logra el primer filial desde el año 2012. Después, verá si le conviene seguir un año más en La Fábrica, escuchar alguna oferta más que tentadora llegada desde Alemania o, si se le presenta la oportunidad, dar el salto al primer equipo.