El Madrid explota y acaricia la Liga
El Real Madrid se impuso al Barcelona en el tercer partido de la final de la Liga Endesa y acaricia el título
Los madridistas no perdonan: monumental pitada a los árbitros antes del Clásico
Enemigo número uno: Mirotic se llevó la pitada del año en el Palacio
El Real Madrid tiene la Liga a un solo partido, en su casa y ante un público que se ha mostrado diferencial. La mejor versión del equipo blanco en términos de energía y defensa se vio en el tercer partido de la final, una auténtica exhibición de hambre y determinación de un equipo que junto, buscó más que nadie el triunfo y lo encontró, minimizando (81-66) a un Barcelona que fue víctima del vendaval madridista que arrasó en el Palacio.
Fue un día grande para el Real Madrid, espectacular en defensa y notable en ataque, un cóctel que aderezado por una dosis de coraje digna de mención consiguió un triunfo en el que fueron protagonistas Llull, Poirier, Deck o Causeur dentro de una batería que, unida, no estuvo ni cerca de poder ser vencida. En el Barça, sin noticias de Mirotic y de nadie que no fueran Calathes y Kuric, los únicos que estuvieron a la altura de un triunfo incontestable del Real.
Clásico con tensión, alicientes y mucha emoción el que apuntaba a vivirse en el Wizink Center. El Real Madrid, alicaído y casi defenestrado hace no tanto, se había hecho con el mando de la eliminatoria final de Liga ante un Barça todopoderoso hasta que cayera en semifinales de la Euroliga, precisamente, ante un Madrid ya en el inicio de su resurrección. Los blancos ganaron uno de dos en el Palau y pudieron hacerse con el otro, pero las decisiones rigurosas de los árbitros permitieron el empate culé al son de un gran Mirotic. El Palacio podía dictar sentencia en el tercero y el cuarto, o dejar la respuesta definitiva de nuevo en manos de la Ciudad Condal.
Con este cúmulo de sentimientos se presentaba el tercer partido, arropado por un manto blanco y morado que la afición del Madrid se encargó de tejer. Tela mullida para los locales, que disfrutaron de un recibimiento de lo más cálido, y de espinas para los azulgrana, con una pitada monumental especialmente dedicada a Mirotic y que compartieron con los colegiados, los viejos-nuevos archienemigos madridistas en los Clásicos.
La atmósfera explicó por sí misma el comienzo del encuentro, con un Madrid enchufadísimo y a alto ritmo en faceta ofensiva y defensiva gracias al rock&roll de su novedoso director, un Adam Hanga extramotivado y dispuesto a escribir un nuevo capítulo de la ley del ex. En el bando contrario respondía Mirotic con una de cal y una de arena, provocando el silencio y el estallido del público –en silbidos– según resultaran sus lanzamientos a canasta.
El Madrid golpea primero
Con un punto más en todas las facetas, también en la tan valorada profundidad de plantilla, el Madrid tomaba las primeras ventajas, con Poirier sustituyendo con suficiencia y espectacularidad a Hanga y Llull poniendo dosis de épica con una canasta imposible. La sobriedad venía a cargo de Deck y Causeur, dos seguros merengues durante todos los Playoffs. Calathes daba la réplica con sobrada clase, pero el 21-16 campaba en el luminoso al final de los primeros 10.
Ya en el segundo y con los árbitros subiendo en protagonismo con sus acciones por un mero hecho emocional del público, el choque se convirtió en una escena de arreones donde Kuric tiraba a base de muñeca y Yabusele, con músculo, y Tavares, con grandeza –en todos los sentidos– aflojaban para relajar a un madridista que disfrutaba y cantaba en los tiempos muertos.
Deck y Rudy, con sendos triples, levantaron con convicción a los aficionados de sus asientos. Y querían más, pero un Clásico trae locura y el tercero de una final no te cuento ya. Una semana con los tres partidos por excelencia en España entre pecho y espalda agarrotan a cualquiera y como tal, provocan errores. Y ahí, las defensas ganan campeonatos. El Madrid aplicado como le gusta a Mateo y el Barça, duro como pedía Saras. El resultado, tablas técnicas en el segundo cuarto y al descanso los blancos, presos de un error final de Yabusele, siete arriba y con una ventaja valorada pero insuficiente a la hora de relajarse. Quedaba mucho y bueno en el Wizink.
Aguante y despegue madridista
Nada más empezar la segunda parte. Falta de Higgins. Ni siquiera se había lanzado el balón y esta iba a ser la voluntad de ambos de ganar. No era el encuentro más espectacular, pero a todas luces sí sería el más luchado. Uñas, dientes y mucho más puesto a disposición de un choque que decidiría qué equipo, si Madrid o Barça, se ponían con un match-ball para el domingo.
Causeur luchó con todas sus fuerzas, y su mayor fuerza es la clase, para que fuera el Madrid el que se llevara el gato al agua. Suyo fue el desatascador que impidió que los blancos entraran en barrena tras varios ataques negativos. Calathes, en el Barcelona, respondía antes de que una extraña pareja, Llull y Poirier, se hicieran con el cotarro. El Clásico no lo era tal sin un triple imposible del ’23’, que aunque no es Jordan, para el aficionado del Palacio no tiene parangón. Sergi fue la chispa que encendió el partido y Vincent el que se lo echó a las espaldas con trabajo de obrero y determinación de estrella. El Madrid entraba en los últimos 10′ con un honorable 66-53.
Por la puerta grande
No estaba todo dicho, pero una parte de la victoria ya estaba resguardada por Chus Mateo en el banquillo merengue. Gabi Deck, que había sido importantísimo en el inicio del tercero, puso otro ladrillo en el Palacio para que este fuera ganador, mientras Hanga y Poirier daban chapa y pintura en defensa y Taylor, en uno de sus últimos servicios a la causa madridista, se ganaba la explosión en aplausos del Palacio. El sueco lleva ya demasiados años siendo el trabajador del mes.
El concurso de ovaciones, realmente, sólo acababa de empezar. Se llevó la suya Yabusele, que acababa de hacer un mate tras rebote de los que sólo se ven en la NBA, y por supuesto un Deck que ya no sólo se ha reconciliado con el madridismo, sino que vuelve a ser uno de sus grandes ídolos. Llull y Rudy, por su parte, provocaban que los aficionados madriidstas, gustosos, acabaran de romperse las manos. Mientras, Exum trataba de maquillar un encuentro visto para sentencia, con ayuda de Davies, pero la victoria ya estaba en el saco de un Real Madrid que disfrutará de su primer match-ball el domingo. La Liga está a un tiro de volver a ser blanca.