La Familia Real británica es una de las más importantes del mundo y sus integrantes son los protagonistas de numerosos titulares. El baúl que guarda sus tesoros es muy amplio, y si hay algo de lo que pueden presumir es de las joyas. Existen muchas historias sobre las piedras preciosas que se guardan entre sus paredes y hay una que sufrió una gran transformación, que fue como el relucir de una mariposa. Hablamos de la tiara que llevó hace unos días Camilla Parker-Bowles.
Muchas veces van de estreno, pero en esta ocasión, la Reina consorte ha escogido una tiara que forma parte del joyero real y que perteneció a Isabel II, accesorio que, por protocolo real, por el momento, sólo ella puede usar. Hace unos días, en la visita diplomática de Naruhito y Masako, emperadores de Japón, vimos a una Reina elegante con un vestido blanco de Fiona Clare Couture que llevaba un ornamento vertical en la parte de la falda y lo complementaba con varias joyas. Algo que le diferencia mucho de Isabel II, ya que esta se ponía lo justo y necesario, sin llegar a la ostentación innecesaria.
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La tiara birmana en cuestión era la protagonista y es una de las muchas componentes del joyero real que la difunta reina mandó hacer a su gusto. La mayoría de las tiaras son heredadas de los antepasados de la familia real británica, pero esta tuvo una forma previa que decidió que necesitaba una nueva vida.
El diseño no nació como tal, sino que tiene su historia por detrás. En su boda, Isabel II recibió varios regalos y uno de ellos provenía de un príncipe hindú. El mismo príncipe le pidió a la difunta reina que escogiera la joya de Cartier que más le gustara, y escogió una tiara floral de diamantes con un collar a juego que lució en los primeros años, pero que terminó en desuso porque era muy difícil e incomodo de llevar. Isabel II conservó los broches desmontables y el collar, pero mandó deshacer la tiara y el collar, para utilizar los diamantes y los rubíes en esta nueva tiara birmana.
Isabel no tenía ninguna tiara de rubíes, aunque realmente sí que había una en el tesoro real, pero era una de las favoritas de su madre, que se quedó viuda con 51 años. Ella seguía prestando servicio al país y su hija no quiso quitársela, por lo que se podría considerar que la primera tiara con la piedra preciosa en rojo fue esta que creó ella misma.
Estuve guardada mucho tiempo e Isabel la llevó alguna vez, como en su visita de estado a Eslovenia en 2018. Después de un tiempo, esta magnífica obra ha visto a ver la luz con la actual reina y le ha dado importancia con un evento a la altura de la misma.
