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LA ISLA, FUERA DE CONTROL

Los comerciantes de Mallorca, desesperados ante los botellones

El director de ASIMA, Alejandro Sáenz de San Pedro, califica la situación de "intolerable"

El gremio ha pedido una reunión urgente al Ayuntamiento de Palma, incapaz de controlar el caos

Los comerciantes de los polígonos de Son Castelló y Ca’n Valero, agrupados bajo el paraguas de ASIMA (Asociación de Industriales de Mallorca) están desesperados. Las imágenes que difundió el pasado domingo OKDiario, en las que se veía a cientos de jóvenes bebiendo descontrolados -y sin mascarillas- en una de las calles principales de Son Castelló, el mayor de los polígonos industriales de la isla, se repiten invariablemente cada fin de semana, especialmente en la madrugada del sábado, y suponen no sólo una grave amenaza para la salud pública, sino también una ruina para los negocios de la zona, que se encuentran un paisaje dantesco cuando van a abrir la barrera para dar comienzo a su actividad habitual. El director de ASIMA, Alejandro Saénz de San Pedro, califica la situación de «intolerable» y pide una reunión «urgente» con el Ayuntamiento de Palma, que se muestra incapaz de controlar la situación.

Mientras Armengol mantiene encerrados en un hotel del Paseo Marítimo a cientos de estudiantes, muchos de ellos con PCR negativa, el caos campa a sus anchas por la isla, que ha visto exponencialmente aumentada su incidencia covid en las últimas horas. El portavoz del Comité Autonómico de Enfermedades Infecciosas de Baleares, Javier Arranz, admitió ayer martes  que «las personas jóvenes de 17 a 29 años, no vacunadas, son los que en estos momentos se están infectando más». No es extraño que suceda eso. Cada fin de semana miles de estudiantes se reúnen en diferentes puntos de la isla para celebrar botellones multitudinarios que no puede controlar la policía, entre otras cosas por falta de efectivos. Las medidas de seguridad en este tipo de eventos son inexistentes. Las botellas de alcohol pasan de mano de mano compartiendo fluidos y extendiendo el riesgo de que el virus siga propagándose.

Existe, además, un punto en especial donde las reuniones clandestinas afloran sin control, la calle 16 de Julio, una de las vías principales del Polígono Industrial de Son Castelló. «Cada viernes se repite la misma historia. Cientos de jóvenes cargados de botellas de alcohol y de dispositivos musicales portátiles se congregan en esa calle hasta bien entrada la madrugada del sábado», advierte Alejandro Sáenz de San Pedro, que recalca que las consecuencias de esos actos multitudinarios no sólo ponen en peligro la salud pública, sino que también afectan gravemente a los empresarios. «El sábado es un día de trabajo normal en el Polígono. En muchos negocios la actividad empieza a las seis de la mañana y a esa hora todavía queda mucha gente bailando y cantando en la zona. Abrir la barrera en esas condiciones es mucho riesgo. Se están dando casos cada vez más frecuentes de trabajadores que piden cambios de turno».

«Y no sólo es eso. El estado en el que quedan las calles es lamentable. Montones de basura y desperdicios por todas partes, paredes pintadas con grafitis y un intenso olor a orín que invade la atmósfera. Es fácil entender que no es la situación ideal que quiere encontrar un empresario que llega a abrir su negocio», añade el director de ASIMA, que ha pedido una reunión urgente con el Ayuntamiento y con Delegación de Gobierno. «Queremos que alguien nos diga qué podemos hacer, queremos que nos den soluciones porque esto no puede seguir así».

Alejandro teme, además, que los botellones, que se están extendiendo a otras zonas del polígono, además de a otras zonas industriales cercanas, como Can Valero, no sólo no disminuyan, sino que se repitan durante todos los días de la semana. «Ya acabaron las clases en los colegios y en la Universidad. Vienen dos meses largos de vacaciones que pueden ser un infierno. De momento hemos detectado un aumento de actividad en la noche del sábado y ya se han producido algunos conatos de botellón en días laborables normales. Estamos desesperados. No sabemos qué hacer».

La respuesta del ayuntamiento socialista de José Hila es tibia. La policía acude a los botellones, pero si son multitudinarios carece de efectivos para disolverlos eficazmente. En cuanto a la limpieza, los camiones de la empresa municipal Emaya han aumentado la frecuencia en la que visitan la ruta de los polígonos, pero su actuación se limita a esparcir agua pulverizada y a retirar la basura más voluminosa. Los grafitis de las paredes o los que se rotulan sobre las barreras o las puertas de negocios privados deben ser eliminados por los propios propietarios. 

«Hace poco hubo un botellón de miles de personas en la Playa de Palma y creo que además de la policía acudieron un par de helicópteros. No sé si esa es también la solución aquí, pero está claro que hay que hacer algo porque los negocios del polígono se van a hundir si esto sigue así», finaliza el director de ASIMA.