Alimentación Alimentación sana para el verano

Menos parrilladas, mariscos y envases de plástico: diez consejos para comer sin tóxicos este verano

Hogar sin Tóxicos proporciona el decálogo a seguir para reducir los riesgos y buscar una alimentación menos tóxica durante el estío

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Antonio Quilis
  • Antonio Quilis
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora director de OKGREEN en OKDIARIO. Anteriormente director de El Mundo Ecológico. Colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

Nos encontramos en la época por excelencia en la que consumimos más ensaladas, frutas frescas y o preferimos las comidas fuera de casa. También, con el calor nos pertrechamos de la indispensable botella de agua para combatir la deshidratación, o metemos en la bolsa de la playa o en la mochila montañera el ya indispensable túper.

Incluso, en esta época estival no podemos negarnos a disfrutar de una buena comida a la brasa, de las parrilladas del chiringuito o las barbacoas con los amiguetes, e incluso de las parrilladas en casa o en el chiringuito…

Todo este despliegue gastronómico conlleva también riesgos para nuestra salud, ya que con el calor aumenta la probabilidad de que los alimentos se expongan a más sustancias químicas contaminantes.

Sustancias nocivas

En este sentido, para esta época de asueto veraniego Hogar sin Tóxicos ofrece un decálogo parar reducir los riesgos y buscar una alimentación menos tóxica en el verano.

Unos consejos que están basados en la evidencia científica, para un verano con una menor exposición a contaminantes químicos perjudiciales a través de la alimentación.

«Conviene tener presente que la alimentación es, precisamente, la vía principal por la que las personas se exponen a multitud de sustancias nocivas, entre las que figuran muchas que han sido identificadas hasta ahora a efectos como los cancerígenos o los de alteración del equilibrio hormonal del organismo», explican desde Hogar sin Tóxicos.

No bajar la guardia

«No porque sea verano debemos bajar la guardia», advierten desde esta plataforma especializada en denunciar situaciones de riesgo y que proponen alternativas saludables.

Te hacemos llegar el decálogo para disfrutar de un verano aliméntadote sin químicos y de una forma saludable, para comer sin tóxicos.

1. Mejor gazpachos y ensaladas ecológicos

El incremento del consumo en el verano de frutas y verduras es, sin duda, saludable. Sin embargo, estos alimentos también pueden ser la principal vía de entrada en nuestro cuerpo de algunas sustancias perjudiciales, como los residuos de pesticidas empleados en la agricultura convencional.

Aunque lavar las frutas y verduras pueda eliminar en alguna medida residuos de pesticidas que estén en su superficie, es posible que no sea suficiente, porque algunas de estas sustancias pueden haber pasado más al interior.

comer sano

Algo que hace que no se eliminen ni pelando la fruta (por otro lado es precisamente en la piel donde se concentra la mayor presencia de elementos beneficiosos como antioxidantes).

Es preferible optar por frutas y verduras que tengan los sellos oficiales de certificación de la producción ecológica, que aportan la mayor garantía de que no tengan residuos de pesticidas. Diferentes investigaciones muestran que los beneficios de una dieta mediterránea, con una alta ingesta de productos vegetales, pueden ser mayores si esta es a la vez ecológica.

2. Mejor alimentos frescos que ultraprocesados

En verano podemos consumir más procesados y ultraprocesados, por comodidad u otras razones. Sin embargo, su consumo en exceso se ha asociado a numerosos problemas de salud.

Entre otros factores, pueden estar cargados con frecuencia de una serie de aditivos cuya ingesta debería reducirse. También pueden contener algunas sustancias procedentes de los materiales en los que son envasados.

En cuanto a la comida rápida y alimentos listos para comer o para llevar, pueden tener presencia de sustancias preocupantes que migren hacia el alimento, con frecuencia por los propios recipientes y envoltorios de papel, cartón o plástico en que a menudo se calientan o se sirven calientes.

Un caso puede ser el de papeles o cartones revestidos de sustancias antigrasa, como algunos PFAS o contaminantes eternos, que pueden estar presentes en ellos. Si se cocina en casa, recordemos que los revestimientos antiadherentes de algunas sartenes también podrían liberar algunos contaminantes de este tipo.

3. Que nos den menos la lata

La evidencia científica ha mostrado que en el recubrimiento interior de muchas latas de conserva puede haber presencia de sustancias perjudiciales, como algunos bisfenoles, que podrían migrar hacia el alimento en ellas contenido (especialmente si son ácidos y grasos y con calor). También que un menor consumo de alimentos enlatados puede reducir la exposición a esas sustancias perjudiciales.

Una investigación mostraba, por ejemplo, que bastaba evitar durante tres días ciertas comidas enlatadas o la práctica de calentar alimentos en plásticos en el microondas, o no usar vasos o botellas con ciertos plásticos, entre otras medidas, para que los niveles de bisfenol A en la orina se redujesen hasta un 75%.

Comida sana

4. Túper de vidrio o acero inoxidable

Porque desde los que son de plástico pueden migrar hacia el alimento pequeñas cantidades de sustancias contaminantes, especialmente si concurren dos circunstancias: calor y alimentos grasos.

Los plásticos son productos químicos muy complejos en cuya composición pueden estar presentes muchas sustancias tóxicas. Según la Agencia de Protección Ambiental de Dinamarca, los plásticos pueden contener 132 sustancias o grupos de sustancias tóxicas.

Entre las sustancias problemáticas pueden figurar algunos monómeros que forman parte de la propia estructura de los plásticos, retardantes de llama, colorantes, plastificantes, endurecedores, antioxidantes, catalizadores, disolventes, biocidas, agentes de soplado, etc.

En cuanto a la costumbre de calentar alimentos en el microondas en recipientes de plástico, debe evitarse también por las mismas razones.

5. Menos refrescos comerciales

El mejor hidratante natural es el agua (o bebidas naturales como, por ejemplo, limonadas ecológicas). Sin embargo, muchas personas suelen abusar en verano de determinados refrescos que pueden estar cargados de aditivos como colorantes, acidulantes, saborizantes, aromatizantes, conservantes, etc.

Solemos olvidar que tales refrescos comerciales también son ultraprocesados y que conviene reducir su consumo, igual que con los alimentos. Están en boga, por ejemplo, algunos con ciertos edulcorantes artificiales sin azúcar  desde la presunción de que pueden ayudar a controlar el peso.

Algo que, en mayo de 2023, criticó la Organización Mundial de la Salud en un comunicado. Diferentes investigaciones asocian algunos edulcorantes artificiales no calóricos a problemas de salud además de cuestionar que sirvan para combatir la obesidad.

botella rellenable

6. Mejor botellas reutilizables

El necesario incremento de la hidratación en el verano, y más ante las crecientes olas de calor inherentes al cambio climático, hace que muchas personas vayan siempre provistas de botellas de agua.

Es preferible que estas no sean de plástico ya que, como revelan diferentes investigaciones, desde este tipo de materiales pueden liberarse pequeñas cantidades de algunos posibles contaminantes que, a bajas concentraciones, podrían tener efectos de alteración hormonal en el organismo (disruptores endocrinos).

Otro riesgo de las botellas de plástico es dejarlas al sol o al calor, por ejemplo en la playa o en el coche, y al ganar temperatura ese material libera sustancias tóxicas al agua. Importantísimo, por tanto, no llevar botellas de plástico y no reutilizarlas: mejor de vidrio o de acero inoxidable.

7. Menos pescado de gran tamaño

En verano, especialmente en algunas zonas, puede consumirse más pescado. Las autoridades sanitarias recomiendan el consumo de pescado por su contenido en ácidos grasos omega 3 y otros componentes beneficiosos.

Sin embargo, algunas especies de gran tamaño pueden ser también fuente de exposición a algunos contaminantes que se acumulan en la cadena alimentaria marina.

aditivos

Es el caso, por ejemplo, del mercurio, lo que llevó a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, a recomendar que se evitase el consumo de algunos peces de gran tamaño durante el embarazo, lactancia y la infancia hasta los 10 años.

Especies como el pez espada o emperador, tiburón y atún rojo pueden acumular niveles elevados de contaminantes persistentes como el ya mencionado mercurio o como los PCB. Algunos expertos han recomendado el consumo de pescados más pequeños, que suelen acumular menos cantidad de tóxicos, como la sardina, la dorada o el boquerón.

8. Ojo con las mariscadas

Desde hace mucho las autoridades han venido advirtiendo acerca del alto contenido de cadmio que puede haber en algunas partes del cuerpo de algunos crustáceos.

Se aconseja limitar el consumo de la carne oscura de estos animales, localizada en la cabeza, con el objetivo de reducir la exposición al cadmio, un metal pesado tóxico.

El contenido en cadmio en la carne blanca de los crustáceos es inferior. Se considera que el cadmio puede contribuir al desarrollo de tumores, además de poder perjudicar la función renal o causar osteoporosis, por lo que siempre es positivo hacer lo posible por reducir cualquier posible vía de exposición alimentaria al mismo.

ultraprocesados

9. Menos grasas saturadas de origen animal

Es conveniente alimentarse en mayor medida de productos que estén lo más abajo posible en la cadena alimentaria, ya que la concentración de muchos contaminantes persistentes tiende a crecer según se asciende por ella.

Puede ser aconsejable moderar el consumo de carne, especialmente con grasa, ya que muchas sustancias perjudiciales que podrían tener efectos negativos sobre la salud pueden concentrarse singularmente en ella.

Muchos contaminantes orgánicos persistentes (COP20) tienden a acumularse especialmente en algunas grasas animales saturadas, por lo que prevenir su ingesta excesiva puede reducir la exposición, además de aportar otros beneficios en los que insisten las autoridades sanitarias.

En caso de comer carne, sería mejor la magra o eliminar el exceso de grasa. Como consejo añadido, siempre es preferible en lo posible consumir carne ecológica, de animales alimentados a partir de cultivos también ecológicos en los que no se han empleado pesticidas sintéticos, siendo por ello también menos probable que puedan contener estos y otros contaminantes (como restos de antibióticos).

10. Cautela con las parrilladas

Es recomendable limitar el consumo de alimentos cocinados a temperaturas excesivamente elevadas (por ejemplo, en contacto directo y prolongado con llamas que puedan requemarlos) y fritos y ahumados.

Son procesos que pueden mermar algunas propiedades beneficiosas de los alimentos y, con frecuencia, producir compuestos químicos nocivos para la salud, como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), sospechosos de causar cáncer.

parrillada

Los HAP son un grupo de más de cien sustancias químicas diferentes, entre las que están los benzopirenos. La principal vía de exposición en seres humanos es la alimentaria.

Algunas medidas que se han propuesto para reducir los HAP durante la preparación de la comida son evitar el contacto directo del alimento con las llamas, evitar que la grasa derrame sobre las brasas, cocinar carnes y pescados magros, no quemar las carnes, etc.

Un hogar sin tóxicos

La iniciativa Hogar sin Tóxicos, dirigida por el periodista, escritor y divulgador ambiental Carlos de Prada, Premio Global 500 de la ONU y Premio Nacional de Medio Ambiente, tiene como objetivo denunciar situaciones de riesgo provocadas por las sustancias tóxicas presentes en los más diversos productos de uso cotidiano y proponer alternativas.

Basándose en la ciencia, busca que las Administraciones mejoren la normativa y adopten medidas que realmente protejan la salud de las personas, y que las empresas eliminen o reduzcan significativamente el uso de esos compuestos.

Hogar sin tóxicos también busca concienciar a la población, ya que sin la debida conciencia social, ni la Administración ni las empresas se sentirán suficientemente motivadas, ni los ciudadanos podrán adoptar medidas para protegerse de los riesgos existentes, que en muchas ocasiones son fácilmente prevenibles.