¿Existen razones medioambientales para no pagar en efectivo?
En Europa todavía se paga mayoritariamente en "cash", pero los pagos con tarjeta y electrónicos van avanzando
Un informe desvela que más del 60% de la población mundial considera el efectivo como el método de pago más contaminante
¿Es sostenible pagar en efectivo? Cada vez más se imponen otros medios de pago alternativos al realizado en efectivo, aunque todavía hay sectores de la población reacios al paso digital, el tener monedas o billetes en la cartera es cada vez menos frecuente.
La eliminación del efectivo ya está planteándose en algunos países argumentando distintas razones, entre las cuales se encuentra una percepción de que el factor ambiental también cobra peso. ¿Existen argumentos para pensar que esto es así?
Pagos en efectivo en Europa
Analizando el pago de facturas, nos encontramos con significativas diferencias entre territorios, viendo que Grecia, es el país en el que un 95,4% de la población realiza este tipo de abonos en efectivo. En el extremo contrario está Dinamarca, donde tan solo un 2,1% de la población usa efectivo para el pago de facturas.
En el caso de España, este porcentaje se sitúa en torno al 27%, muy lejos de Dinamarca y de países como Suecia, Francia y Estonia, que también se sitúan en niveles menores al 10%.
Billetes que desaparecen en el norte
Por ejemplo, en los países nórdicos, desde el 2016 no se puede pagar en efectivo en Dinamarca en tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes.
Cada vez es más común verlo en el norte de Europa, como en Suecia donde, de los 10 millones de habitantes, cada vez son menos los que emplean el dinero físico para adquirir bienes o servicios.
Algo que está provocando que el dinero en cash en circulación vaya descendiendo cada vez más, ya que en diez años, la proporción de pagos en efectivo ha descendido del 40% a menos del 10%.
El dinero en efectivo se utiliza ahora sobre todo para los pequeños pagos y principalmente por las personas mayores. Un descenso que se produjo entre el año 2010 y el 2020 y que señala el camino hacia el fin del dinero en efectivo del banco sueco.
Más pagos digitales
A comienzos del 2022, el Norges Bank informó de que los noruegos utilizan las monedas y los billetes de banco para sólo el 3 o el 4 % de sus transacciones financieras.
Según el informe temático Los pagos digitales y su perspectiva social y ambiental de Minsait Payments se observa un movimiento significativo hacia los pagos digitales, en línea con un interés por reducir el uso de dinero físico, que a menudo está asociado con mayores costes ambientales.
En dicho informe, realizado a nivel global, el 59% de la población bancarizada estaría dispuesta a pagar únicamente por medios digitales y el 62% asocia el dinero en efectivo con un impacto ecológico más elevado, seguido de los pagos con tarjetas físicas (59%) y, en menor medida, los pagos desde cuenta, considerados poco sostenibles por un 38% de los usuarios.
Según el estudio de Payments, a medida que aumenta la edad del usuario desciende el porcentaje de quienes creen que el efectivo es uno de los medios de pago con mayor impacto medioambiental.
De ahí que, en Europa, con una población más envejecida, se mantengan aún reservas para abandonar el dinero físico, siendo Portugal el país que más ventajas continúa viendo en este modelo.
Tarjetas de plástico
El trabajo de Minsait también refleja que la preferencia del usuario por este instrumento de pago se añade el incremento registrado en el uso de tarjetas fabricadas con materiales biodegradables o reciclados.
Esta tendencia no solo promueve el reciclaje y la reutilización de materiales, sino que también presenta una alternativa viable a las tradicionales tarjetas de plástico, cuya descomposición puede tardar cientos de años.
Un estudio realizado por Mastercard en más de 24 países revela que el 58% de los consumidores son más conscientes de su impacto en el medioambiente, y que el 85% está dispuesto a tomar medidas en el ámbito personal durante 2021 para combatir los grandes desafíos climáticos. Con la eliminación del plástico, el sector de la banca
Maíz en las tarjetas
En España, CaixaBank fue una de las primeras entidades en recoger ese guante. En 2019 comenzó a fabricar sus tarjetas regalo con ácido poliláctico (PLA).
Este es un material procedente del almidón de maíz que es completamente biodegradable, lo que permite su eliminación limpia y sin residuos al final de su vida útil. El PLA no contiene petróleo, no es tóxico y puede reciclarse en repetidas ocasiones sin perder sus propiedades esenciales.
La experiencia animó a la compañía a lanzar en agosto de 2020 su Visa & Pay, la primera tarjeta comercializada en España cuyo soporte está compuesto con material 100% reciclado.
Un banco del banco
Otras iniciativas como la del Banco Santander que puso a disposición de sus clientes la posibilidad de entregar sus tarjetas caducadas o deterioradas para someterlas a un proceso de reciclaje y transformación en mobiliario urbano.
Los clientes depositan sus tarjetas del banco caducadas en el cajero automático y unos días después reciben un mensaje con una confirmación de que han sido recicladas.
Las tarjetas del banco se convierten en materia prima para fabricar en mobiliario urbano, junto con redes marinas recuperadas del fondo del mar, dando una segunda vida al producto.
Digitalización de los pagos
El electrónico es más ecológico, aunque la digitalización de los pagos ofrece ventajas en términos de conveniencia y accesibilidad, también plantea desafíos ambientales.
Junto a ello, se constata en el informe de Minsait, un imparable avance de la tarjeta virtual más allá de la modalidad de prepago para extenderse a las tarjetas de crédito y, sobre todo, de débito. España lidera esta dimensión en Europa, salvo para las de prepago en las que Italia es líder en esta región. El 37% y el 21% de los españoles ya dispone de una tarjeta de débito y crédito, respectivamente.
Costes ambientales
Fausto Valencia, del Banco Central de Ecuador, advierte de los costes medioambientales del dinero físico, tales como contaminación por transporte y las talas de árboles para obtener papel no sólo para el dinero, sino por la burocracia de documentos que genera.
Hay que tener presente que el efectivo, según el Banco Central Europeo (BCE), es la forma de pago más utilizada en la zona euro, aunque hayamos visto por encima de estas líneas que haya países que lo están desechando. Es por ello que el organismo con sede en Fráncfort analizó cómo la fabricación, distribución y manejo de los billetes afectan al medioambiente.
En efectivo o con tarjeta
El efectivo fue el método de pago más utilizado en el punto de venta (POS) en la zona del euro y se utilizó en el 59% de las transacciones, frente al 79% en 2016 y el 72% en 2019. Los pagos con tarjeta se utilizaron en el 34% de las transacciones en puntos de venta, frente al 19% en 2016 y el 25% en 2019.
El efectivo se utilizó con mayor frecuencia para pagos de pequeño valor en los puntos de venta, en línea con encuestas comparables anteriores. Para pagos superiores a 50 euros, las tarjetas fueron el método más utilizado.
Los billetes no contaminan tanto
Según el BCE, en 2019, el importe global medio de los pagos hechos por cada ciudadano de la eurozona con papeles moneda tuvo una «puntuación global única» de 101 micropuntos (µPt).
Una puntuación «muy baja», según los propios autores del análisis, pues equivale a que se conduzca solo ocho kilómetros (km) con «un coche estándar» en todo un año. Es más, apenas representa el 0,01% de todo el impacto medioambiental de un ciudadano europeo a lo largo de 365 días.
El estudio del banco europeo desglosa cuánto y cómo contamina pagar en efectivo. De los 101 micropuntos mencionados, la mayor parte (el 37%) son consecuencia del suministro eléctrico de los cajeros automáticos. Otra buena parte, el 35%, procede del transporte de los billetes. Y le siguen las actividades de procesamiento en su distribución (10%), la fabricación del papel (9%) y la autenticación de los billetes en los puntos de venta cuando se utilizan (5%).
Pagar en fectivo vs digital
Aun así, según el informe Digitalización, sostenibilidad y centros de datos, realizado por AFI y aDigital para Interxion, pagar en efectivo tiene un 36% más de impacto sobre las emisiones de CO₂, que otros medios como el digital.
Es decir, que si sustituimos un pago en efectivo por uno con tarjeta, ahorramos 0,8 gramos de CO₂ por cada transacción, de manera que si eliminásemos todos los pagos en efectivo se evitaría la emisión de 9.000 toneladas de CO₂ al año.
Consumo de tiempo
Por lo tanto, pagar en efectivo es más caro que el resto de medios de pago, aunque su impacto no sea tan grande como pensamos. Cuesta producirlo, almacenarlo, hay gastos de transporte y también hay que reponerlo… Por ejemplo, Ecuador tiene que reponer cada año 1.300 millones de dólares que se deterioran.
Y es que, además, el efectivo también consume tu tiempo. Según los profesores Bhaskkar Chakravorti y Benjamín Mazzota, de Tuffts, cada estadounidense pasa 28 minutos al mes acudiendo al cajero automático.