Biofactorías urbanas: las aguas residuales se convierten en el nuevo tesoro inagotable de Madrid
Canal de Isabel II transforma 155 depuradoras en auténticos yacimientos de recursos para la economía circular
Estas instalaciones generan biogás, estruvita, compost, electricidad y agua regenerada las 24 horas del día
La reutilización de residuos forma parte de la estrategia contra el cambio climático de la empresa pública madrileña

Las depuradoras han dejado de ser simples instalaciones de saneamiento para transformarse en auténticas biofactorías urbanas. Estas plantas, que operan las 24 horas del día durante todo el año, se han convertido en verdaderos yacimientos que extraen recursos valiosos del agua residual.
Canal de Isabel II gestiona en estos momentos 155 de estas instalaciones en la Comunidad de Madrid, donde no sólo depura el agua para devolverla limpia a los ríos, sino que aprovecha cada elemento para generar productos de alto valor añadido.
Esta transformación responde a una necesidad urgente: los recursos naturales del planeta están cada vez más comprometidos y el sector del agua debe buscar alternativas sostenibles.
Biofactorías urbanas
En este contexto, estas depuradoras, convertidas en biofactorías urbanas representan la respuesta más innovadora que existe en la actualidad en este sector. Estos cada vez más habituales procesos, representan una vuelta de tuerca más a lo que era la depuración tradicional
En resumen, lo que antes se consideraba un desecho ahora puede transformarse y aprovecharse. Mediante procesos antes inimaginables, las aguas residuales dan origen actualmente a nuevas materias primas y formas de energía, pilares fundamentales de la economía circular.

Del residuo al recurso
Durante décadas, las depuradoras arrastraban una imagen negativa asociada a la suciedad y los olores desagradables de las aguas fecales. Sin embargo, la realidad actual es radicalmente diferente.
Estas instalaciones han evolucionado hasta convertirse en complejas plantas industriales en las que los residuos biodegradables han dejado de ser un problema para transformarse en una oportunidad de negocio y servicio a la sociedad.

Estas plantas, erigidas como auténticas biofactorías urbanas, dan vida a otros productos o servicios produciendo una amplia gama de recursos: biogás y biometano como combustibles limpios, fertilizantes agrícolas de alto valor como la estruvita, compost para jardinería.
También proporcionan agua regenerada para usos no potables, energía eléctrica para autoconsumo y venta a la red, y calor para procesos industriales. Todo ello sin dejar de cumplir su función principal de sanear las aguas residuales de más de siete millones de habitantes de la región.
El potencial energético del fango
Los fangos concentran la contaminación retirada del agua residual y representan uno de los subproductos más valiosos del proceso de depuración. Cada año, Canal de Isabel II extrae más de 400.000 toneladas de estos lodos de todas sus depuradoras.
Lejos de desecharlos en vertederos, la empresa pública los trata en grandes digestores anaerobios donde se produce biogás, una energía renovable extremadamente versátil.

El fango como energía
El poder calorífico del biogás permite múltiples aplicaciones. Por un lado, genera calor que se utiliza en los propios procesos de la depuradora. Por otro, alimenta motores y turbinas que producen electricidad tanto para autoconsumo como para venta a la red eléctrica general, extremo que tiene lugar en hasta una veintena de depuradoras..
Como ejemplo está la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Viveros de la Villa, donde el biogás se somete además a un proceso de enriquecimiento que lo convierte en biometano, un carburante apto para vehículos que se suministra en una gasinera instalada en las propias instalaciones.
Fertilizantes naturales para el campo
Una vez espesados y estabilizados, los fangos se comportan como una enmienda orgánica que fertiliza y mejora la estructura del suelo agrícola. En 2024, Canal aplicó directamente sobre cultivos 147.000 toneladas de lodos de depuración.
Otras 219.000 toneladas se sometieron a procesos de secado térmico en las plantas de la EDAR Sur y Loeches, donde se aprovecha el calor de la cogeneración eléctrica para eliminar la humedad e higienizar el producto a la par que se produce electricidad.

Este proceso reduce drásticamente el volumen de los lodos al pasar de una sequedad inicial del 21% a una final del 90%, obteniendo un producto higienizado en forma de gránulos. El año pasado se generaron 40.600 toneladas de grano seco para uso agrícola.
Además, en estas instalaciones, mediante la mezcla de lodos y residuos vegetales, se produjeron 11.000 toneladas de compost, un abono muy apreciado en jardinería. Otras 4.600 toneladas se enviaron a cementeras para valorización energética.
Estruvita, el oro blanco de la agricultura
Entre los productos más innovadores que se obtienen en las biofactorías urbanas destaca la estruvita, un fertilizante de alto valor agrícola que se extrae mediante la cristalización controlada del fósforo presente en las aguas residuales.
Canal de Isabel II cuenta con la mayor planta de producción de estruvita de España, ubicada en la depuradora Sur, donde se recupera este elemento esencial e insustituible para el crecimiento de las plantas.

Conocida como el oro blanco de la agricultura, la estruvita aporta nutrientes fundamentales como el fósforo, el nitrógeno y el magnesio. Su gran ventaja radica en la liberación lenta del fósforo, que permite mantener una concentración adecuada en el terreno durante más tiempo.
Ensayos del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural (IMIDRA) han demostrado su capacidad para mejorar la estructura de los suelos agrícolas de forma sostenible.
Producción récord
Desde que comenzó su fabricación en 2016, Canal ha producido más de 4.000 toneladas de este fertilizante. El año 2024 marcó un hito al alcanzar su pico de producción anual con 643 toneladas de estruvita.
Esta cifra representa no sólo un éxito técnico, sino también un ejemplo de economía circular al máximo nivel, donde el agua residual se transforma en un recurso agrícola de gran potencial. La recuperación de fósforo cobra especial relevancia si consideramos que se trata de un elemento no renovable que no puede sustituirse sintéticamente.
Las aguas residuales contienen elevadas concentraciones de este componente, por lo que su extracción en forma de estruvita representa una estrategia a largo plazo para garantizar la disponibilidad de fertilizantes en el futuro.

Agua regenerada: creando embalses virtuales
Más allá del aprovechamiento de los elementos que arrastra el agua residual, las biofactorías urbanas también dan una segunda vida al agua misma. Mediante tratamientos adicionales avanzados, Canal de Isabel II regenera el agua depurada para convertirla en apta para usos que no requieren calidad potable, como el riego de parques y campos de golf, el baldeo de calles o diversos procesos industriales.
La empresa pública dispone de 33 plantas productoras de agua regenerada, complementadas con 64 depósitos de almacenamiento y una red independiente de tuberías que suma casi 750 kilómetros.
Esta infraestructura permite suministrar agua regenerada a 26 municipios donde viven más de 5,3 millones de habitantes. Gracias a los convenios firmados con estos ayuntamientos, más de 400 parques y zonas verdes municipales y más de una decena de campos de golf se riegan con este recurso.

Ahorro equivalente a cuatro embalses
El impacto del agua regenerada es significativo. En 2024 se reutilizaron 14,99 hectómetros cúbicos, un volumen similar al consumo registrado en todos los hogares de Getafe y Torrejón de Ardoz.
De esta cantidad, el 54% se destinó al riego de zonas verdes, el 24% a campos de golf, el 17% a procesos industriales y el 5% al baldeo de calles. Desde que comenzó su producción, Canal ha ahorrado más de 200 hectómetros cúbicos de agua potable, equivalente a cuatro veces el volumen del embalse de Riosequillo.
Un ejemplo destacado de economía circular es el suministro de agua regenerada a la papelera International Paper en Fuenlabrada. Esta empresa produce papel y cartón reciclados utilizando agua también reciclada procedente de la EDAR Arroyo Culebro Cuenca Media Alta.
Se cierra así un ciclo perfecto donde el agua residual se convierte en materia prima industrial. Este tipo de sinergias demuestra el enorme potencial de estas innovadoras biofactorías urbanas para apoyar la actividad económica sin presionar los recursos naturales.
La visión estratégica de Canal
En la IV Jornada de OKGREEN celebrada recientemente, Miguel Ángel Gálvez, subdirector de Depuración y Medio Ambiente de Canal de Isabel II, defendió el agua regenerada como herramienta clave para afrontar la escasez hídrica en una región que suma 100.000 nuevos habitantes cada año.

«Madrid no tiene mar, y por tanto no puede desalar. Tenemos que buscar un nuevo recurso, y ese recurso viene del agua regenerada. Eso nos ha permitido generar en un año dos embalses virtuales de casi ocho millones de metros cúbicos cada uno», explicó Gálvez.
Compromiso mediambiental de Canal de Isabel II
Esta estrategia de transformar las depuradoras en biofactorías urbanas forma parte del compromiso medioambiental de Canal de Isabel II contra el cambio climático y la descarbonización de su actividad.
La producción de energía y combustibles limpios, la aplicación de lodos a la agricultura como fertilizantes, la generación de estruvita y la regeneración del agua depurada convierten a estas instalaciones en elementos de contención del cambio climático y en ejemplos de economía circular en su máxima expresión.

Innovación continua
Las 155 depuradoras de Canal de Isabel II incorporan distintas tecnologías que permiten aprovechar y dar nuevos usos a los residuos. La empresa pública ha invertido significativamente en investigación y desarrollo para maximizar el potencial de estas biofactorías urbanas.
Los resultados son evidentes: instalaciones que hace tres décadas sólo cumplían funciones de saneamiento hoy funcionan como auténticas factorías que producen recursos de valor para la sociedad.
Apuesta por la triple R
El modelo de gestión implementado supera el principio de «usar y tirar» que imperó durante décadas. La apuesta actual se centra en la triple R: reducir los residuos finales, reciclar los subproductos y reutilizar los recursos.
Este enfoque no sólo genera beneficios ambientales, sino que también aporta valor económico y contribuye a la preservación de los recursos naturales en un contexto de creciente presión demográfica.

Un futuro más sostenible
Las biofactorías urbanas representan el futuro de la gestión sostenible del agua. Lejos de ser simples depuradoras, estas instalaciones se han convertido en generadoras de oportunidades donde los residuos se transforman en recursos valiosos.
El modelo desarrollado por Canal de Isabel II demuestra que es posible compatibilizar el crecimiento demográfico con la sostenibilidad ambiental, convirtiendo cada litro de agua residual en una fuente inagotable de posibilidades para construir una economía verdaderamente circular.