¿Animales que plantan árboles? Así lo hacen estos jardineros que combaten el cambio climático
Bosques y océanos son los principales sumideros de carbono
El cambio climático provoca la pérdida de biodiversidad
Los animales dispersores de semillas ayudan a regenerar los boques y a mitigar el cambio climático
Cuando pensamos en todo lo que puede hacer la naturaleza para hacer frente a la amenaza del cambio climático solemos fijarnos, en primer lugar, en los grandes bosques y océanos por su capacidad para almacenar miles de millones de toneladas de dióxido de carbono, virtud que los convierte en auténticos pulmones del planeta.
Pero a veces se nos olvida que las especies animales que habitan en muchos de estos ecosistemas también tienen un papel igualmente relevante no sólo de cara a mantener el equilibrio ecológico, sino también para facilitar la absorción de emisiones causantes del efecto invernadero.
De hecho, los océanos son el primer sumidero de carbono del planeta, algo lógico si tenemos en cuenta que cubren más del 70% de la superficie terrestre. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), los ecosistemas oceánicos son capaces de absorber aproximadamente el 31% del dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles.
Más de la mitad
Los bosques contribuyen a este mismo fin, almacenando más de la mitad del carbono generado en los ecosistemas terrestres (es decir, en tierra firme, no en el medio acuático) del planeta. Además, tienen el potencial de absorber alrededor del 10% de las emisiones globales previstas, según diferentes estimaciones científicas, para la primera mitad del siglo XXI.
Pero hay una condición ineludible para que dicho potencial se desarrolle: estos ecosistemas forestales deben estar en buen estado y llenos de vida. Algo que no siempre sucede debido a la pérdida de biodiversidad que están sufriendo por culpa, entre otros factores, de la deforestación, los incendios y el cambio climático.
Lo novedoso, en relación con el calentamiento global, es que se está descubriendo que esto pasa igualmente en sentido inverso. Es decir, no sólo el cambio climático está relacionado con la desaparición de la biodiversidad de los bosques, sino que también la disminución de ciertas especies está vinculada con el agravamiento del calentamiento global.
Semillas
Podemos afirmar, incluso, que la biodiversidad incentiva la absorción del carbono forestal. Así sucede, por ejemplo, en los ecosistemas tropicales. Más del 80% de los árboles propios de estos entornos naturales dependen de ciertas especies para dispersar sus semillas.
Aves, murciélagos, monos, elefantes, roedores… todos ellos cumplen una función esencial cuando se alimentan de los frutos de los árboles, proceso en el que digieren también sus semillas. Posteriormente, cuando defecan en otros lugares, esas semillas germinan, favoreciendo así el nacimiento de más árboles capaces de absorber dióxido de carbono y emitir oxígeno a la atmósfera.
La relevancia de este proceso es tal que, según este estudio dirigido por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y publicado en PNAS, cuando la dispersión de semillas que realizan los animales se ve alterada, la regeneración de los bosques también resulta gravemente perjudicada.

Dispersión interrumpida
Como explican los autores del estudio, «demostramos que la acumulación de carbono forestal se reduce considerablemente donde se interrumpe la dispersión de semillas».
«Este hallazgo destaca un vínculo crítico, aunque poco conocido, entre la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, revelando cómo la disminución no mitigada de la fauna socava la capacidad del carbono forestal para recuperarse tras una perturbación y enfatizando la necesidad de incorporar la biodiversidad animal en las estrategias de mitigación del cambio climático», añade la misma fuente.
Deforestación
Los investigadores analizaron lo que sucede en los entornos forestales que han sufrido procesos de deforestación, descubriendo que los bosques que mejor se recuperan y que son capaces de volver a crecer de manera natural son los que cuentan con poblaciones estables de animales dispersores de semillas.
Estos bosques son, además, capaces de absorber hasta cuatro veces más carbono que los ecosistemas tropicales en los que la biodiversidad ha sido diezmada.
«En las áreas identificadas como lugares adecuados para la reforestación, los niveles actuales de interrupción de la dispersión de semillas producen una reducción promedio del 57% en el potencial local de acumulación de carbono», insisten los científicos.

Sumidero de carbono
En esta investigación también se recuerda que los bosques tropicales representan actualmente el mayor sumidero de carbono terrestre. Pero resulta fundamental la participación de los dispersores de semillas.
«Las continuas pérdidas de biodiversidad animal disminuyen la capacidad de estos bosques para recuperarse naturalmente de las perturbaciones y, por lo tanto, amenazan su potencial de mitigación del cambio climático. Estos resultados mejoran la comprensión del impacto de la biodiversidad animal en la dinámica del carbono y enfatizan la necesidad de abordar conjuntamente la pérdida de biodiversidad y el cambio climático», concluyen los investigadores.
Estrategia climática
En definitiva, el estudio pone de relieve que proteger la biodiversidad animal no es sólo una cuestión ética o ecológica, sino también una estrategia climática esencial.
Si queremos que los bosques sigan siendo aliados en la lucha contra el cambio climático, debemos garantizar que las especies que los regeneran continúen presentes y activas.
Restaurar y conservar estos vínculos entre animales y ecosistemas es, quizás, una de las claves más poderosas, y menos reconocidas, para asegurar un futuro más resiliente y equilibrado para el planeta.