Agregan algas en la dieta de las vacas para reducir los meteorismos y paliar su efecto invernadero
Dos tipos de algas reducen hasta un 40% las emisiones de metano en una digestión in vitro


Los meteorismos en rumiantes representan un enemigo invisible para el clima, no vuela por el aire ni sale de las chimeneas industriales: camina sobre cuatro patas, pasta en los campos y rumia tranquilamente mientras expulsa uno de los gases de efecto invernadero más potentes del planeta, el metano.
El ganado rumiante mundial genera el 30% de las emisiones antropogénicas globales de metano, un gas que atrapa el calor 25 veces más eficientemente que el CO₂.
Emisiones en los rumiantes
Los meteorismos, o timpanismos, es una enfermedad de los rumiantes debida a la acumulación excesiva de gases en la panza y bonete de estos animales que luego salen a la atmósfera.
Pero no sólo es la causa de las emisiones de los rumiantes, también el gas puede ser expelido con eructos o respiraciones que expulsan las vacas, ovejas y cabras contribuye silenciosamente a calentar la Tierra, representando el 17% de todas las emisiones de gases invernadero del sistema alimentario mundial.
Un problema mundial
La magnitud del problema es abrumadora: mientras los gobiernos luchan por cumplir los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, los sistemas alimentarios mundiales contribuyen hasta con el 30% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero globales.
En este escenario, el metano procedente de los rumiantes se ha convertido en una bomba de relojería climática que representa el 5% de las emisiones mundiales totales de GEI, una cifra que crece inexorablemente al ritmo del aumento de la demanda mundial de carne y lácteos.
Estrategias para reducir las emisiones
Un exhaustivo meta-análisis internacional liderado por investigadores del CSIC analizó en 2022 las 98 estrategias diferentes para reducir estas emisiones letales, revelando una verdad incómoda: las medidas de mitigación de metano en rumiantes no serán suficientes para alcanzar los objetivos climáticos en 2050.
La investigación, publicada en la prestigiosa revista PNAS, demostraba que incluso adoptando completamente las estrategias más efectivas, el mundo podría cumplir los objetivos de reducción para 2030, pero fracasaría estrepitosamente en la fecha límite de 2050, cuando los efectos mitigadores serán devorados por el crecimiento imparable del consumo cárnico global.
Algas para las vacas
En este escenario ha aparecido en este 2025 una nueva dieta que incorpora algas en las vacas para minorar estas expulsiones. La incorporación a su alimentación ha sido experimentada por un equipo de investigación de la Estación Experimental del Zaidín, con sede en Granada y dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
El proceso se ha llevado a cabo junto con investigadores de la Universidad de Queen’s (Reino Unido) y del Centro de Investigación Alimentaria Teagasc (Irlanda) ha comprobado que la adición de algas a la dieta de rumiantes reduce sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Un 40% menos de emisiones
En concreto, las algas Himanthalia elongata y Fucus vesiculosus reducen hasta un 40% las emisiones de metano en una digestión in vitro, debido a su alto contenido de florotaninos, agentes antioxidantes. Esta investigación está financiada con el proyecto europeo SeaSolutions y el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea.
Las algas marinas ya han demostrado su potencial como inhibidores de metano en rumiantes, lo que supone un efecto instantáneo en el cambio climático. También, en este sentido, se está comprobando la inclusión de desechos de ajos en la dieta del cordero merino y su efecto en la reducción en la emisión de gases en estos animales.
Impacto de los florotaninos
La novedad de este artículo científico publicado en Journal of Science Food and Agriculture fue «investigar, a la vez, seis especies de algas rojas y pardas procedentes de Irlanda». En todas ellas, se han analizado sus compuestos, la cantidad de florotaninos y su impacto en la fermentación de la digestión del animal, es decir, la cantidad de emisiones de metano y amoniaco.
En concreto, se han analizado Alaria esculenta, Ascophyllum nodosum, Asparagopsis taxiformis, Chondrus crispus, Fucus vesiculosus y Himanthalia elongata y dos extractos de algas marinas Himanthalia elongata y Chondrus crispus. Estas especies de algas se seleccionaron en función de la disponibilidad de biomasa, la composición bioquímica y la ubicación geográfica.
Medir las aportaciones de algas
Sin embargo, como las algas no son el alimento natural de las vacas y de los rumiantes en general, resulta necesario ajustar las dosis. «Si le damos una cantidad mayor al 1%, pueden ser perjudiciales para el animal, por tanto, come menos y afecta su digestión», ha indicado uno de los autores del estudio, el investigador de la Estación Experimental del Zaidín David R. Yáñez-Ruiz.
Los investigadores analizaron el contenido de compuestos orgánicos volátiles y florotaninos de las algas marinas para comprender el modo de acción, a las cuatro horas de la ingesta, a las 24 y a las 48.
Ensayo de la digestión animal
El equipo de la Estación Experimental del Zaidín se ha encargado de diseñar el ensayo de la digestión animal. Se trata de un proceso in vitro para medir cuánto gas expulsan los rumiantes.
Para ello, se utilizan muestras del líquido con estas algas de la panza de las vacas. Éste se incuba dentro de unas botellas de vidrio donde se añade una dieta característica del animal a la que se incorporan o no cantidades de todas las algas.
Luego la mezcla se gasea con dióxido de carbono, para simular la fermentación gastrointestinal. Se cierra el recipiente y se mantiene en una incubadora a 39 grados. En los tiempos determinados, se mide el gas y se recoge una muestra para analizar con cromatografía la concentración en metano.
Nuevos experimentos más complejos
Este proceso simplifica la digestión del rumiante y permite «medir muchas muestras en poco tiempo, lo que ha resultado útil en este tipo de ensayos donde se requería analizar muchas algas». Sin embargo, el siguiente paso contará con nuevos experimentos más complejos en las especies donde se han obtenido mejores resultados.
«Se trata de ensayos in vitro más prolongados con sistema de fermentadores que duran semanas, ya que existe un proceso de adaptación de la microbiota del animal donde los microorganismos de la panza degradan los compuestos antimetano y acaba el efecto», ha adelantado Yánez, quien ha añadido que las dos algas más prometedoras aún deben investigarse como ingredientes de alimentos dietéticos en estudios in vivo con rumiantes.