¿Sabes cuánto tiempo se tarda en crear el color de un coche?
Elegir el color de nuestro coche, tal y como te decíamos el otro día cuando hablábamos de los favoritos en todo el mundo, es algo muy personal. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué proceso sigue cada uno de ellos antes de ser plasmado en la carrocería? Seat nos lo descubre, anunciando ya de primeras lo complejo del mismo, pues estamos hablando nada más y nada menos que de un viaje de tres años. Además, se trata ésta de una tendencia al alza, y si no solamente hay que mirar el ejemplo del nuevo Arona, que ofrece hasta 68 combinaciones posibles.
En primer lugar, un equipo especializado se dedica a analizar las tendencias de mercado y a proponer la paleta de colores de los modelos que se lanzarán. “Además de seguir las modas, la definición de un nuevo tono es también algo muy intuitivo. Se tiene que sentir el pálpito de la calle y plasmarlo”, asegura Jordi Font, del departamento de Color&Trim de Seat. En total, se destinan 1.000 litros de pintura para crear una nueva tonalidad. Ahí es nada.
Después, en el laboratorio se realizan las mezclas que convierten el trabajo de creación de un nuevo color en un ejercicio puramente químico. En el caso de la gama cromática del Arona, “con la mezcla de 50 pigmentos diferentes y partículas metálicas se han acabado creando casi 100 variaciones de un mismo color para ver qué matiz encaja mejor”, comenta Carol Gómez del departamento de Color&Trim. “Los colores son cada vez más sofisticados y la personalización se impone como una clara tendencia”, añade Font.
Una vez definido, el color se tiene que probar sobre chapa para ver su aplicación y el efecto visual que produce. “Se comprueban los matices y la profundidad del tono en piezas expuestas a la luz solar y a la sombra para asegurar que el color aplicado se corresponde con el que se había diseñado”, añade Jesús Guzmán del departamento de Color&Trim.
Ya en el taller, los coches se pintan a una temperatura de entre 21 y 25 grados. Se utilizan dos kilos y medio de esmalte en un proceso automatizado, para el que se destinan 84 robots y seis horas por vehículo. Las cabinas de pintura tienen un sistema de ventilación similar al de los quirófanos para evitar que entre polvo del exterior e impedir, así, que se posen impurezas sobre el coche recién pintado. Siete capas en total, finas como un cabello pero resistentes como una roca, que se secan en un horno a 140 grados.
Al acabar de pintar, 43 segundos bastan para comprobar que no haya ninguna anomalía en la aplicación. Con un escáner de última generación se revisa la uniformidad y que no haya impurezas. Tras tres años de trabajo, el color escogido está listo para rodar por la calle. ¿A que no te imaginabas algo tan complejo? Nosotros tampoco…