Fue la pastelería más famosa de Madrid y ahora cierra para siempre: los clientes están en shock
Embassy, pastelería centenaria en Madrid cierra para siempre
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Ubicada en pleno Paseo de la Castellana de Madrid, la pastelería Embassy dice adiós a sus clientes de toda la vida. Un establecimiento emblemático en la capital pero que tristemente cierra tras casi un siglo de vida. Seguro que en algún momento habrás pasado y habrás visto sus escaparates siempre elegantes, o puede que hayas podido disfrutar de su salón de té y de una oferta de dulces, que mezclaba tradición británica y repostería artesanal. Pero ahora su cierre definitivo ha dejado un hueco difícil de llenar, tanto en la memoria colectiva como en el corazón de quienes la visitaron durante generaciones.
La noticia cae como un jarro de agua fría para clientes fieles, vecinos del barrio y nostálgicos de una época que parece desvanecerse. Nadie esperaba que un lugar con tanta historia y reconocimiento fuera a echar el cierre. Fundada en 1931 por Margarita Kearney Taylor, una mujer adelantada a su tiempo, Embassy nació con una vocación clara: ofrecer calidad, elegancia y un rincón de distinción en medio del bullicio de la capital. Y lo logró durante más de 90 años. Ahora, con las puertas cerradas y las vitrinas vacías, queda el desconcierto y una profunda sensación de pérdida. No solo por los dulces, que, dicho sea de paso, eran magníficos, sino por todo lo que representaba. Conozcamos más sobre esta pastelería de Madrid y el porqué de su tienda.
Fue la pastelería más famosa de Madrid y ahora cierra
Embassy no era una pastelería cualquiera. Sus orígenes se caracterizan por la elegancia que siempre tuvo esta pastelería de Madrid y un cierto aire de novela histórica. Margarita Kearney Taylor, de origen irlandés, la fundó en plena Segunda República con la intención de crear un espacio de inspiración británica que también ofreciera algo nuevo a la sociedad madrileña. Y vaya si lo consiguió. Desde el principio, Embassy atrajo a diplomáticos, aristócratas y curiosos que buscaban un lugar tranquilo donde conversar, merendar y, por qué no, intercambiar confidencias.