La jubilación dorada de Paloma Rocasolano: a los 65, madre de reina
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Uno de los momentos más esperados para un trabajador de larga trayectoria es cuando llega el día de su jubilación. La madre de la reina Letizia, Paloma Rocasolano, cumplió este sábado 65 años y entra de lleno en la edad de la jubilación. Convertida en madre de reina, la enfermera tendrá una jubilación dorada. Atrás quedan largos años de enfermería, guardias y trabajo sindical.
Madrileña de sencilla familia asturiana, la madre de la reina Letizia ha ejercido toda su vida en el sector sanitario. Se casó a los diecinueve años con Jesús Ortiz, en octubre de 1971. Ella estudiaba el tercer curso de enfermería y ejercía en el ambulatorio cercano al domicilio familiar en Oviedo, donde además cumplía guardias. Nacieron sus tres hijas y ella siguió con su trabajo. Lo tenía claro y, además, lo necesitaban para vivir. Compatibilizó su vida laboral con la familiar como pudo y con esfuerzo, pero sobre todo gracias al apoyo de sus suegros, en cuyo domicilio vivieron los primeros años. Ese apoyo fue fundamental para una mujer cuyo trabajo supuso el único sueldo estable de la familia durante un tiempo.
En 1987 su marido recibió una oferta de trabajo que mejoraba la situación familiar, así que la pareja se trasladó a Madrid con sus hijas. Ella siguió trabajando como enfermera y, con los años, comenzó a implicarse de lleno con el sector sanitario. Cuando su hija Letizia se comprometió con don Felipe, Rocasolano ya ejercía como delegada del Sindicato de Enfermería de España. Después comenzó a colaborar en proyectos de cooperación en la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería.
Una mujer todoterreno que decidió hace unos años volver a estudiar. En 2012 comenzó a estudiar Historia del Arte en la UNED. En varias ocasiones se le ha visto en las Escuelas Pías del madrileño barrio de Lavapiés, centro asociado a la UNED, para realizar los exámenes de grado. Ha dedicado estos últimos años a estudiar Historia, desde la edad Media hasta la Moderna y Contemporánea. Ahora llega su jubilación y podría dejar su puesto en el sindicato.
Una vida discreta
Divorciada de Jesús Ortiz desde la década de los noventa, Paloma Rocasolano ha llevado una vida sentimental muy discreta. Celosa de su intimidad, hasta el momento no se le conoce pareja sentimental.
Se trasladó a un coqueto piso de 37 metros cuadrados en el céntrico barrio de Ópera cuando su hija se convirtió en Princesa de Asturias. El matrimonio de Letizia cambió la vida a todos en la familia Ortiz Rocasolano. Mujer de principios y discreta, suele desplazarse en transporte público por la capital y en estos casi trece años desde que su hija contrajera matrimonio con don Felipe, ha intentado adaptarse a los cambios, entre otros, ir acompañada de guardaespaldas.
Madre de tres hijas -Letizia, Telma y Érika (esta última, fallecida en 2007) y abuela de cuatro nietas -Leonor, Sofía, Amanda y Carla-, Paloma Rocasolano es una mujer entregada a los suyos. No deja de visitar a su hija Telma y a su nieta Amanda en Barcelona, donde viven, ni de saber de Carla, hija de la desaparecida Érika. Pero con quienes pasa la mayor parte del tiempo es con Leonor y Sofía. Letizia suele contar con ella siempre que se ausenta de Madrid por razones de agenda, pese a que tienen personal de confianza en la residencia de Zarzuela. La abuela Paloma también suele acompañar al matrimonio y sus dos hijas en algún viaje o en vacaciones.
Espectacular cambio físico
Al igual que su hija Letizia, Paloma Rocasolano ha cambiado físicamente de manera espectacular. Una nueva imagen que dista mucho de la que lucía en el otoño de 2003 cuando su hija anunciaba su compromiso matrimonial con el entonces príncipe Felipe.
Su más que evidente cambio de rostro muestra a una mujer notablemente rejuvenecida. Unas arrugas y unas líneas de expresión que han ido desapareciendo tras varios tratamientos integrales.
A ello se suma el cambio radical en su estilismo y corte de pelo. Una imagen renovada que sorprendió más que nunca en su última aparición pública. Las cámaras captaron a una Paloma Rocasolano en la pasada edición de los Premios Princesa de Asturias en Oviedo casi irreconocible. Nuevo rostro y un modelo de Felipe Varela, el diseñador de cabecera de su hija, la reina Letizia. Todo ha cambiado. Acaba de cumplir 65 años y le llega una jubilación bien distinta a la que nunca pudo imaginar. Dorada, sin duda.