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Por muchos que sean los testimonios que revelan la realidad que se vive entre las cuatro paredes de Cantora, aún quedan muchas historias por contar. La finca de Medina Sidonia sigue siendo el lugar que habita Isabel Pantoja y, aunque de un tiempo a esta parte, su reclutamiento voluntario haya rebajado la expectación mediática, lo cierto es que no hay quien se resista a interesarse por cómo se vive dentro de ese perímetro amurallado. La última en dar pistas sobre las novedades que se ciernen en torno al día a día de Cantora ha sido Laura Cuevas, hija de dos trabajadores de esta finca gaditana y amiga de Kiko Rivera, que ha asegurado en ‘Socialité’ que Isabel Pantoja busca dos nuevas internas para su hacienda. ¿El motivo? La cantante ha perdido a dos de las empleadas que trabajaban para ella y, con más de mil metros cuadrados que atender, urge reponer el personal. Pero, ¿qué ha ocurrido para que dos de las mujeres de confianza de Isabel se hayan marchado? ¿En qué condiciones trabajaban?
LOOK ha conseguido localizar a una de ellas. Al otro lado del teléfono A. M. se muestra nerviosa, quiere colgar y solo acierta a decir: “De verdad, no quiero decir nada que me comprometa”. En su pueblo, a pocos kilómetros de Medina Sidonia, conocen bien a las tres mujeres que diariamente ponen rumbo a Cantora para trabajar y saben que, de momento, ninguna de ellas quiere hablar con la prensa. E. porque aún conserva su puesto de trabajo y A.M. y M. porque temen las consecuencias que pueda traerles el contar su experiencia en casa de la tonadillera más famosa de nuestro país. “Tienen miedo. Son mujeres muy humildes que necesitan mucho el trabajo y temen que esto les perjudique. Además, Isabel a algunos de sus trabajadores les ha hecho firmar un acuerdo de confidencialidad”, explican a LOOK fuentes cercanas a las citadas empleadas domésticas.
Según su relato, las labores de estas trabajadoras van desde cocinar o poner la lavadora a limpiar o servir los desayunos. El horario para ellas, que son externas y no pernoctan en Cantora, es de nueve de la mañana a cuatro o cinco de la tarde, pero en muchas ocasiones, según los quehaceres de Isabel, el horario podía ampliarse hasta la noche. Eso sí, se paga por horas. Varias fuentes consultadas por este digital, coinciden en que es posible que este horario cambiante sea el motivo de su marcha. “Ellas compaginaban su labor en Cantora con otro trabajo y es posible que cuando han exigido cumplir a rajatabla su horario, se haya decidido prescindir de sus servicios”, explican a LOOK.
En todo momento se descarta la posibilidad de que haya sido un mal comportamiento por parte de las trabajadoras lo que haya motivado su adiós en Cantora. Sus vecinos y algunos de sus compañeros aseguran que las dos mujeres son dos trabajadoras maravillosas, que carecían de carácter y que en los más de 16 años que llevaban trabajando con Isabel jamás habían tenido un problema. “Y eso que tener problemas en Cantora es muy sencillo”, explica otra fuente a LOOK. “Yo en una ocasión vi cómo en una gran bronca una de las trabajadoras rompía los cristales de una de las habitaciones”.
«No se respetaban los horarios»
Quien conoce bien los entresijos del día a día en la finca gaditana es Pepi Valladares. Este digital se ha puesto en contacto con ella para conocer cómo se trabajaba en Cantora y asegura conocer a las mujeres que ahora han abandonado la hacienda. Coincidió con ellas en el último Rocío de Isabel y aquellos días ella y sus compañeras fueron conscientes del duro ritmo de trabajo que suponía trabajar en unas fechas tan señaladas para la ‘jefa’. Era la primera vez que asumían un trabajo tan duro y donde comprendieron que, de quedar labores pendientes, no servía con haber cumplido el horario. “No se respetaban los horarios. En el caso de las que éramos internas, ni siquiera nuestras horas de descanso”, se queja.
Valladares siempre se ha mantenido muy firme a la hora de reivindicar las condiciones en las que se trabajaba en Cantora. Fueron varios años en la finca y sabe bien quién era leal a Isabel y quién no. En el caso de las dos mujeres que recientemente han dicho adiós a la hacienda, lo tiene claro: “Eran chicas extraordinarias”.