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Hace más de un año, en el mes de marzo, Ana Boyer decidía tomarse un descanso de la rutina y pedir una excedencia de seis meses para seguir a su novio, el tenista Fernando Verdasco, en sus competiciones a lo largo y ancho del mundo.
Lo que apuntaba a un hecho puntual, ha terminado por convertirse en la nueva rutina de la hija de Isabel Preysler, quien desde entonces no ha vuelto ni a su trabajo como consultora ni a vivir al piso que tiene alquilado junto a Fernando en el céntrico Paseo de la Habana de Madrid. El qué ha pasado con su trabajo es toda una incógnita, pues tanto la joven como la entidad son reacias a confirmar o desmentir cualquier información.
A pesar de ello, Ana es feliz o, al menos, eso parece en sus redes sociales. Playas paradisíacas, fiestas privadas, comidas familiares y posados con Verdasco se han convertido en el único material que comparte en su cuenta de Instagram donde, sin quererlo, despierta la envidia de sus seguidores y hace que muchos se planteen si está realmente contenta con su vida actual.
“¿No te cansas de solo hacer esto y seguir a tu pareja? ¿No te hace falta hacer algo más interesante para ti también?”, le pregunta un usuario anónimo en su última fotografía, en la que aparece en una piscina transparente.
Un comentario que no es excepcional. Cada vez son más los que lanzan preguntas similares a la hija de Miguel Boyer, preocupados porque lo haya dejado una carrera más que prometedora con tal de ir tras los pasos de su chico.
Por el momento, los planes de la economista no vana cambiar a corto plazo, tal y como han confirmado a LOOK fuentes del entorno de la pareja. «Les queda mínimo un año fuera antes de volver a Madrid», aseguran. Y es que la agenda deportiva del tenista no ha hecho más que empezar y, tras la gira americana, en la que está sumergido, pondrá rumbo a la asiática.