Gastronomía

Así es La Chalana, marisco y cocina asturiana de la buena

En Madrid hay un rincón ideal para disfrutar de la mejor gastronomía asturiana: La Chalana. Esta marisquería aúna lo mejor de la cocina del norte con productos frescos del cantábrico y una relación calidad-precio inmejorable.

Carlos Suárez, fundador de La Chalana, comenzó su andadura gastronómica allá por el año 1995 con la apertura de su primer restaurante en Avilés. El éxito llevó a este asturiano de pura cepa a trasladar su tradición y buen hacer a Siero. De ahí no tardó en dar el salto a la capital. Actualmente cuenta con dos locales –inicialmente contó con otros dos emplazamientos–, uno en la calle Barceló y el más grande prácticamente a los pies del Santiago Bernabéu.

Ambos nos sumergen en la gran tradición culinaria asturiana, donde podremos degustar desde un cachopo a un arroz con bogavante, pasando por sus magníficos quesos y el sublime arroz con leche. En nuestro caso, hemos visitado La Chalana ubicada en la calle Santo Domingo de Silos, junto al templo madridista.

Foto: Juanan Jiménes

El restaurante cuenta con dos plantas, en la primera ubicada a pie de calle se encuentra la sidrería, el emplazamiento perfecto para quedar con amigos y degustar una sidra junto a los quesos y los platos rápidos más clásicos de la cocina asturiana, ideal si tienes poco tiempo y no te importa picar algo en sus mesas altas.

En la segunda planta, encontramos un amplio salón plagado de mesas, donde se puede degustar desde un menú del día hasta una parrillada de marisco o uno de sus bien conocidos arroces.

Hay una máxima en La Chalana que denota el gusto y el buen hacer de la experiencia que ofrece Carlos Suárez. Y es que presume de tener uno de los mariscos y pescados más frescos de la capital. El mimo por ofrecer el mejor producto, la mejor calidad llevado a la máxima expresión obliga a veces a tener que decir ‘no’ a los clientes que piden unas almejas o un pescado, simplemente porque la flota no ha salido a faenar los días previos y no cuentan con género recién traído de la costa.

Foto: La Chalana

Parrilladas y arroces con el mejor marisco

Para comenzar una experiencia única en La Chalana recomiendo probar sus quesos, especialmente el azul hojas ‘Campillo’, que marida perfectamente con los cubitos de membrillo de acompañamiento. Es una maravilla. El Cabrales de La Chalana es otro must que hay que probar. Para los clásicos, el pulpo es otro excelente aperitivo para lo que viene después. En este caso, mejor a la gallega que en vinagreta.

Los neófitos que se acercan por primera vez a La Chalana no fallarán si deciden asaltar las inmensas parrilladas de pescado y marisco, uno de los signos distintivos de este restaurante. La Chalana es, por encima de todo, una marisquería. La parrillada de pescado con marisco y bogavante es ya un clásico que todo comensal debe probar. Aquí es donde dan el do de pecho.

Foto: Juanan Jiménez

Si no te atreves con una de estas gigantescas parrilladas, la recomendación es pedir las generosas raciones de zamburiñas, almejas, andaricas o langostinos, género genuinamente asturiano tratado al fuego con extrema delicadeza. La zamburiñas, por ejemplo, son una delicatesen, servidas en su punto en una generosa ración y con un aliño que casa a la perfección con estas ‘conchas’ convirtiéndolas en un manjar.

Foto: Juanan Jiménez

Otra de las especialidades grabadas a fuego en el ADN de La Chalana son los arroces. La carta ofrece diferentes opciones. Siguiendo la línea marcada por su excepcional producto, recomiendo el arroz con bogavante, meloso y en su punto. Pero hay opciones para todos los gustos, el arroz negro con calamar también es una delicia, incluso hay una cazuela de arroz vegetariano. Pero, no dejen de probar el arroz de pixín, aquí La Chalana se luce.

Dentro de la carta de La Chalana también juegan un importante papel sus pescados. Frescos, muy frescos, entre los que se pueden degustar las clásicas lubinas y doradas, pero donde destacan también los pescados de roca. Todo ello regado con algunos de los mejores blancos asturianos, aunque también están los clásicos Rueda y Albariño. La combinación perfecta.

Para los que no optaron por los quesos como entrante, mi recomendación es que los dejen para el final. Es un postre perfecto. Pero si no puedes dejar pasar el final de la comida con un dulce, sólo hay uno que recomendaría por encima de todo: el arroz con leche. Pura crema que se extiende por el paladar y que los apasionados de este postre no podemos dejar pasar.

Uno de los excelentes arroces de La Chalana. Foto: La Chalana

Jornadas gastronómicas de La Chalana

Un punto destacado de La Chalana son sus jornadas gastronómicas. Casi todas las semanas puedes encontrar menús con platos típicos compuestos por entrantes, un plato principal, bebida y postre. Jornadas del arroz, del bogavante… existen multitud de opciones y los precios son realmente asequibles. La semana en la que hemos visitado La Chalana los platos estrella eran el arroz y la ternera a la parrilla, una combinación con estos segundos platos, más queso azul, langostinos y cigalas a la plancha acompañadas de unos tacos de atún y un postre compuesto por helado de turrón y tarta de chocolate. ¿Quién puede resistirse a un menú de 30 euros por persona con unas raciones generosas?

Foto: Juanan Jiménez

Además, La Chalana ofrece a mediodía entre semana un menú del día a base de platos típicos asturianos que también hace las delicias de los asiduos a esta marisquería asturiana.

En su afán por diversificar y permitir que sea el cliente el que decida la mejor forma de degustar su buena comida, La Chalana también ofrece la posibilidad de encargar muchos de los platos de su carta para llevar, así como configurar menús para eventos.

En definitiva, La Chalana es un restaurante que debe ser una referencia para muchos en lo que a gastronomía asturiana se refiere, con un cuidado extremo de la cocina más clásica asturiana, con toques modernos –no se pierdan los langostinos con kimchi– y un trato exquisito, no en vano hay una legión de camareros dispuestos a que los comensales pasen una velada o una comida agradable y que convierta su paso por La Chalana en una obligación casi diaria.

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