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Era uno de los hombres más atractivos de su tiempo y a los 96 años sigue manteniendo esa elegancia innata, ese charme que en plena adolescencia enamoró a la entonces princesa Isabel. Felipe de Mountbatten, ya retirado de la pública, estrena retrato oficial, pero no es un retrato cualquiera. Apenas un mes después de celebrar sus «Bodas de Titanio» con la Reina, el duque de Edimburgo destaca sus orígenes en un cuadro plagado de simbolismo.
Durante todos los años que ha estado al servicio de su Majestad, Felipe ha llegado a sentirse como «una condenada ameba», como él mismo llegó a confesar a su secretario Michael Parker. El Duque ha sido siempre un hombre de fuerte carácter que ha tenido que renunciar a todo, hasta a su apellido, para poder mantenerse al lado de la mujer que amaba. Y la Reina ha sabido ver su sacrificio, tanto que, aunque no sea algo habitual en la familia Windsor, ha permitido su ‘jubilación’.
Sin embargo, pese a que Mountbatten lleva toda una vida en el Reino Unido, no olvida sus orígenes. Unos orígenes que se se expanden por varias zonas de Europa, desde Grecia a Dinarmarca y que culminan en Gran Bretaña. De hecho, Mountbattem siempre se ha sentido muy vinculado a sus raíces nórdicas, aunque desde su boda pasase a convertirse en ciudadano británico.
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Está previsto que el retrato se exponga en las paredes del Museo de Historia Natural del Castillo de Frederiksborg, en Dinamarca, como parte de una muestra que busca explorar las conexiones culturales entre las familias reales de Reino Unido y Dinamarca. Este ha sido el motivo fundamental por el cual el Duque lleva la banda de la Orden del Elefante, la más alta condecoración danesa
La localización que se ha escogido es el Castillo de Windsor, donde Felipe y la Reina pasan gran parte de su tiempo. Windsor tiene un significado especial en la vida del Duque y más aún el largo pasillo que se ha elegido como escenario. Al final de dicho pasillo se encuentra el cuarto de tapices, en el que nacieron la madre y la abuela del consorte británico, las princesas Alicia y Victoria y cuyos retratos se encuentran expuestos en un lugar de honor en la parte derecha de la galería, junto al de la reina Victoria.
El cuadro ha sido pintado por el artista australiano Ralph Heimans, el mismo que se encargó del retrato oficial de la Reina con motivo de su Jubileo de Diamante. Heiman ha asegurado que «se siente muy afortunado por haber tenido esta oportunidad y espera que el retrato haga justicia al carácter único del Duque».