El duro papel de Doria Ragland: un sueño truncado y una marioneta en manos de Windsor
El hermano de Meghan Markle: “Harry ve en ella a su madre”
No hay obstáculos que valgan: La familia de Meghan Markle, a por todas para estropearle su gran día
Las últimas 72 horas de Doria Ragland marchan a contrarreloj. Demasiadas citas en una agenda que probablemente ella nunca había usado. El pasado 16 de mayo la madre de Meghan Markle aterrizaba en Heathrow y rápidamente miembros de la casa real británica le daban la bienvenida. Era un recibimiento frío y apresurado. Sin demora debían poner rumbo a Clarence House, donde el príncipe Carlos y Camilla Parker le esperaban para tomar el té. Solo era la primera cita de muchas. Por delante, una reunión con los duques de Cambridge este jueves y posteriormente, la víspera de la boda, con la Reina de Inglaterra. Toda una prueba de fuego en un timing muy marcado que Doria ha sobrellevado con profesionalidad. No había margen de error y, tal y como ha informado la prensa británica, Doria ha causado muy buena impresión en la familia política de su hija. “Carlos y Camilla se llevaron extremadamente bien con Doria”, apuntaba el Daily Mail.
A sus 62 años, esta profesora de yoga residente en Los Ángeles ha confiado su futuro más próximo a la familia real británica. La vida de Meghan Markle ya nunca volverá a ser la que era, pero la de Doria tampoco. Es la ‘víctima’ colateral de esta boda real que ha vuelto a poner de manifiesto el hándicap de que un royal no entronque con sangre azul. El caso de Meghan Markle ha recordado al de otras princesas plebeyas y, como en otras ocasiones, su pasado se ha convertido en carne de kiosco. Una hermana despechada, un hermano expresidiario y un padre capaz de vender su intimidad a la prensa han convertido los días previos a la boda de Meghan y Harry en un auténtico escándalo. Una vez más Doria Ragland, la discreta madre de Markle, en medio de la tormenta.
Con la confirmación de que finalmente Thomas Markle no acudiría a la boda de su hija -primero por el bochorno que supuso la venta de sus fotos y segundo por problemas de salud-, Doria se convertía en la principal candidata para acompañar a su hija al altar. A ojos de cualquiera era la mejor opción y para una Meghan Markle abrumada por todo lo ocurrido en las últimas horas era el mejor apoyo que podía tener en un momento tan especial. Las quinielas ya parecían cerradas y el papel de Doria como acompañante de Meghan en el gran día parecía claro. A ella le hacía ilusión, era obvio. Pero no. Este viernes Kensigton Palace anunciaba que sería el príncipe de Gales quien llevaría del brazo a la prometida de Harry y las ilusiones de Doria y medio Reino Unido se desinflaban como un castillo de naipes. Sí, ella acompañará a Meghan desde el coche nupcial, pero no dentro de la iglesia, el lugar donde las emociones están a flor de piel y donde su hija más la podía necesitar. De nuevo, Windsor recomponía a su antojo el esquema y Doria se quedaba fuera. Adiós al sueño de ejercer de madre de una princesa.
Son las normas del juego. Lejos de hacer pública cualquier manifestación al respecto, Doria se ha mantenido a lo largo de todo el noviazgo de Meghan y Harry en un discretísimo segundo plano que no ha sido difícil de mantener gracias a esa exhibición mediática que, por otro lado, han hecho su exmarido y los hijos de este. Harry no podría haber tenido una suegra mejor, deben pensar en Buckingham a estas horas. Aquel “ahora por fin Meghan sabe lo que es tener una familia” fue un errático comentario de Harry que una vez más encontró en Doria la víctima perfecta. Todo por amor. Por el amor a una hija.