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Se cumplen cuatro años de una de las bodas más esperadas en la escena royal mundial. El 18 de mayo de 2018, el príncipe Harry dejaba de ser uno de los solteros de oro más codiciados del Gotha para casarse con la actriz norteamericana Meghan Markle. Una boda de cuento de hadas que acaparó la atención a todos los niveles y que se celebró en la histórica Capilla de San Jorge, en el recinto del Castillo de Windsor.
Nada hacía presagiar entonces que apenas dos años después, la pareja pondría a prueba la institución monárquica, aunque sus primeros pasos ya apuntaban a que podrían convertirse en figuras ‘problemáticas’ para ‘La Firma’.
Al margen de las críticas que recibió la hoy duquesa de Sussex por su pasado como actriz, su anterior matrimonio o su conflictiva relación con su familia paterna, lo cierto es que desde el primer momento, Meghan Markle fue recibida con los brazos abiertos por los Windsor. Es más, acudió a las celebraciones de Navidad en Sandringham cuando, hasta la fecha, solo se permitía a los consortes estar presentes después de haberse casado. También fue pionera en acompañar a la Reina Isabel en un viaje en el Royal Train, un privilegio que, en aquel momento, no había tenido Kate Middleton.
Sin embargo, la situación cuatro años después de la boda no puede ser más difícil. Al margen de la precipitada e improvisada salida de los duques de Sussex de ‘La Firma’, lo cierto es que sus diferentes declaraciones en medios son lo que ha puesto a la familia real a la defensiva, en especial, la polémica entrevista que la pareja concedió a la presentadora Oprah Winfrey, en la que tildaba a la familia real de racista, entre otros calificativos. Tal ha sido la tensión que se ha generado que ni la Reina ni el príncipe Carlos han podido conocer en persona a la segunda hija de los Sussex, ya que solo Harry ha regresado en contadas ocasiones a Londres. El Duque asegura que no se siente seguro en la que ha sido su patria, puesto que ya no cuenta con equipo de protección oficial y no quiere poner en riesgo a su familia. Por eso la pareja no estuvo en el servicio religioso dedicado al duque de Edimburgo a finales del mes de marzo, a pesar de que hasta el príncipe Andrés acudió y acompañó a su madre en este difícil momento. Una actitud por parte de los duques de Sussex difícil de comprender.
No obstante, en apenas unos días la pareja tiene la oportunidad de congraciarse con la Reina, si las circunstancias finalmente lo permiten. A principios del mes de junio tienen lugar las celebraciones con motivo del Jubileo de Platino de la Reina. Una fecha que conmemora setenta años de reinado de la monarca y para la que se están organizando diferentes actividades. A pesar de que se tiene constancia de que Meghan y Harry han sido invitados y que su intención es asistir, también se sabe que la Reina ha limitado la presencia en el balcón del Palacio de Buckingham a los royals que ejercen alguna función de representación de la Corona. Esto deja fuera a muchos y evita polémicas sobre una posible presencia de los Sussex o del príncipe Andrés. Lo que no se sabe es a qué actos podrían acudir Harry y Meghan o si, como han prometido a la Reina en su reciente breve encuentro antes de viajar a La Haya, traerán a sus dos hijos con ellos.
Mientras tanto, la pareja pasará un aniversario agridulce, en medio de rumores sobre la relación con los Windsor y de especulaciones sobre sus recursos y poder adquisitivo. Y es que la realidad es que su situación es menos idílica de lo que pensaron al decir adiós a su faceta institucional.