Los curiosos tatuajes que tenía don Juan, abuelo de Felipe VI
Felipe VI ha heredado algo de su abuelo: su pasión por la navegación
Don Juan era un buen marinero y sus tatuajes decían mucho de él
El conde de Barcelona lució sus tatuajes con orgullo. Nunca los escondió
Don Juan ocupa un papel fundamental en la historia de España. Fue el padre de Juan Carlos I y el abuelo de Felipe VI. A lo largo de los años se han contado muchas cosas sobre él, pero ¿qué se sabe de los tatuajes que tenía en los brazos? A través de unos curiosos dibujos quiso tener presente uno de sus recuerdos más agradables: su vida en altamar.
El conde de Barcelona era un gran marinero. En los años 80 grabó una entrevista con Pilar Trenas que fue emitida en 1993 y que ahora cobra mucho sentido. La citada profesional se desplazó hasta Puerta de Hierro, la lujosa urbanización de Madrid donde vivía el abuelo del Rey. Esta mansión fue bautizada como Villa Giralda en honor al tiempo que estuvo exiliado en Portugal.
La charla de don Juan con Pilar Trenas demuestra que el aristócrata tenía muy presentes sus orígenes. Dejó claro que una de sus grandes ilusiones era la navegación, pasión que ha heredado Felipe VI. Su Majestad participa en las regatas y este año ha presidido con orgullo la Copa del Rey de vela en Mallorca, una de sus tradiciones preferidas.
Los tatuaje del conde de Barcelona
Don Juan empezó a navegar siendo un niño, durante los veranos que pasaba en el Palacio de La Magdalena (Santander). Estar en el mar le recordaba a esta época y esa es una de las razones por las que se tatuó los brazos. Siempre mostró con orgullo estos dibujos, a pesar de que en aquella época no estaba del todo bien visto que alguien de su categoría tuviese la piel marcada.
Según contó en la entrevista citada anteriormente, cuando tomó la decisión de hacerse un tatuaje era una práctica bastante común, aunque después todo cambió. «Me los hice en el año 32, cuando solo tenía 19 años. En aquella época era muy normal, muy de marino. El que pasaba por oriente, se los hacía. Hoy en día es menos común», admitió.
Don Juan invirtió mucho tiempo en hacerse sus tatuajes. Según fuentes oficiales, estaban hechos a mano y el profesional que realizó el trabajo invirtió seis horas en cada dibujo. El abuelo de Felipe VI realizó un viaje por el Golfo Pérsico y por el Mar Rojo. Después de esta aventura pensó que necesitaba tener presente cuál era el motor de su vida: el mar. Por eso se tatuó dos dragones, uno en el brazo derecho, de origen indio, y otro en el izquierdo, con un estilo chinesco.
Don Juan siguió el ejemplo de su hermano Jaime
El padre de Juan Carlos I fue honesto durante su entrevista con Pilar Trenas. Admitió que él no había sido ningún revolucionario, fue su hermano el que le abrió paso. «Los tatuajes de don Jaime eran preciosos. Los llevaba en la espalda, el pecho y los brazos». Tenía cinco años más que él y Juan quiso darle su sitio.
Lo cierto es que pasaron una infancia feliz, al menos así lo recordaba Juan. Antes de que estallara la Guerra Civil pasaban los días en La Granja de San Ildefonso y su actividad preferida era pescar truchas. Tanto el conde de Barcelona como su hermano Jaime también disfrutaban mucho del cine que tenía el Palacio Real.
El servicio proyectaba películas de Charles Chaplin y la corte de Alfonso XIII sabía que esto era una actividad importante para la familia Real. No obstante, esta anécdota no dejó tanta huella en don Juan como los días que pasó en altamar, por eso esto último se ganó un lugar en su cuerpo.