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Nuevo golpe a la pareja

Cristina e Iñaki, ¿la separación definitiva?

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Sentarse en el banquillo de los acusados para responder las preguntas del juez, aislarse de su familia en Ginebra y convertirse en el miembro repudiado de Casa Real es el precio que, hasta ahora, la infanta Cristina había pagado por permanecer al lado de Iñaki Urdangarin. Por si todo ello hubiera sido poco, próximamente, Cristina de Borbón se enfrentará a una vejación más, la de verse pisando las instalaciones de un centro penitenciario para disfrutar -si es que este verbo encaja en una situación así- de un encuentro íntimo con su marido.

El ingreso en prisión del exduque de Palma pone, ahora sí, tierra de por medio en un matrimonio que ha agotado todas sus opciones para continuar unido contra viento y marea. Juntos se instalaron en Barcelona, juntos en Washington y juntos también en Ginebra hasta que un juez del Tribunal Supremo ha fallado que sí, que Urdangarin debe entrar en prisión.

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en Ginebra / Gtres

La lealtad -algunos dicen que hasta obsesiva- de Cristina con Iñaki comenzó a intuirse con su viaje a Washington, donde se marcharon por orden del rey Juan Carlos al saber que el caso Nóos terminaría estallándole en las manos a su yerno. Allí el matrimonio blindó su vida para comenzar ese aislamiento que culminaría pocos años después en Ginebra, concretamente en su casa del barrio de Florissant, en la que se instalaron el verano de 2013 huyendo de ese escarnio al que habían sido sometidos en Barcelona, no solo ellos, sino también sus hijos, las verdaderas víctimas de las fechorías de Urdangarin.

Aquel exilio a Suiza marcó un antes y un después y en los medios de comunicación españoles comenzó a mencionarse una palabras hasta ahora impronunciable: divorcio. Para la Corona el paso de Cristina de desvincularse sentimentalmente de su marido suponía la solución a sus problemas. Aseguran que el rey Juan Carlos llegó a proponérselo con diplomacia y una dialéctica que, con eufemismos, sugería eso, que se divorciase. Pero Cristina dijo no. Era la primera vez y no sería la última.

[El círculo incondicional de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin]

La próxima negativa de la Infanta fue más incomprensible aún que la primera. Unos bochornosos emails de Iñaki Urdangarin difundidos por su socio Diego Torres desvelaban deslealtades manifiestas de ese duque ‘em-palmado’ a Cristina de Borbón que lejos de hacer enloquecer a la infanta sí lo hizo con Zarzuela. Tampoco aquello separó al matrimonio y aquella fe ciega de la hija del rey Juan Carlos en su marido ya era una evidencia de que ella lo acompañaría hasta el final de las consecuencias. Esas que ahora pasan por verlo en prisión.

Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón en Ginebra (Gtres)

A la irremediable distancia física que pronto se interpondrá entre ellos podría sumarse otra mucho más letal, la sentimental. El matrimonio, que ha superado todo tipo de baches, se enfrenta al peor, al de la vergüenza de ver a una infanta de España caminando hacia la puerta de un centro penitenciario para, tal vez, mantener un vis a vis con su corrupto marido. Es posible que ella no lo soporte y que sea el momento de poner esa distancia que siempre ha evitado a lo largo de todos estos años, incluso diciendo no al Rey de España. Los desmanes de Iñaki han llegado demasiado lejos. No reconocerlo forma parte de esa fe ciega.

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