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UN AÑO SIN ISABEL III

Carlos III, el ‘drama’ de un rey entre dos alargadas sombras: de Isabel II a la de Guillermo

  • Andrea Mori
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Cuando la Reina Isabel recibió a la entonces recién nombrada primera ministra Liz Truss, el 6 de septiembre de 2022, nadie pensaba que esa sería la última vez que se vería con vida a la soberana. En una de sus residencias predilectas, el Castillo de Balmoral, apoyada en un bastón, vestida con un kilt y una chaqueta de punto de color gris, la madre de Carlos III llevó hasta las últimas consecuencias su compromiso con la institución.

La Reina Isabel y Liz Truss en Balmoral. / Gtres

Más de 70 años de reinado en los que Isabel II, además de reina y madre, se ha convertido en un símbolo de Reino Unido y en un nexo de cohesión entre generaciones. Solo ella, que sucedió a su padre con apenas 25 años, ha sido capaz de dar estabilidad y continuidad a una institución que, para muchos, está fuera de tiempo ya.

Algo que, por otra parte, no resulta difícil de comprender dado que, a pesar de que son muchos los países en los que todavía hay monarquía, las formas y los protocolos de la Corona británica son especialmente llamativos, como de otro tiempo. Así pudo comprobarse en la coronación de Carlos III, celebrada hace apenas unos meses en la Abadía de Westminster, y siguiendo los mismos rituales que se mantienen desde hace siglos.

Imagen oficial del rey Carlos en su Coronación. / Gtres

A pesar de que ha pasado ya un año desde que Isabel II nos dejara, lo cierto es que su memoria sigue muy presente, tanto que, en las recientes encuestas, la popularidad de Carlos III como monarca no consigue alcanzar los índices a los que llegó su madre. Sin embargo, es su hijo, el actual príncipe de Gales, y su esposa, los que más se aproximan a la idea de monarquía que quieren los británicos.

Así lo confirma en conversación con este digital la especialista en Casa Real Británica Brittani Barger, que sostiene que el protagonismo de los príncipes de Gales es cada vez mayor: «Catalina y Guillermo están asumiendo más deberes ahora que Carlos está en el trono y, al mismo tiempo, se aseguran de centrarse específicamente en las cosas que realmente les importan. Creo que han sido bien recibidos por los británicos, al igual que el duque y la duquesa de Edimburgo», recalca la experta.

Un reinado en jaque

Carlos III ha pasado más de media vida a la sombra de su madre, a la espera de una oportunidad que le ha llegado en la etapa final de su vida. No es que la Reina Isabel no confiara en el buen hacer de su hijo mayor o en su compromiso con la Corona -pese a las polémicas y escándalos del pasado-, sino que ella misma tenía un concepto del deber tan sólido y férreo que no le permitía dar un paso atrás. A esto hay que añadir que al haber sucedido a su padre, Jorge VI, tan joven, Isabel II tuvo toda la vida por delante para cumplir con su obligación. Esta opción no la tiene su hijo mayor.

El rey Carlos con un kilt. / Gtres

Con suerte, el nuevo rey podrá estar al frente de la institución dos décadas o algo más, por una cuestión de edad. Aunque no se plantea la posibilidad de abdicar en su hijo, lo cierto es que las últimas encuestas han colocado príncipe Guillermo en el primer puesto en el orden de popularidad y aceptación por parte de los británicos, a pesar incluso de sus últimas meteduras de pata. Algo a lo que hay que añadir que la esposa del monarca, la reina Camila, no acaba de ganarse el cariño de los ciudadanos. Quizás sea porque la memoria de Diana de Gales continúa muy presente y, a pesar de los esfuerzos de la consorte, resulta complicado hacerle sombre a una figura tan destacada como fue la primera mujer del rey.

A este respecto, Brittani Barger considera que a día de hoy «todavía hay una sensación generalizada de disgusto hacia Camila, lo cual está completamente injustificado. Es muy trabajadora y muy querida por quienes trabajan para ella y la conocen. Creo que seguirá siendo una dura batalla para ella», mantiene.

Camila Parker en un acto en Londres. / Gtres

Sea como fuere, la realidad es que el reinado de Carlos no alcanza, ni mucho menos, la estabilidad del de su madre, ni podrá prolongarse en el tiempo. El nuevo monarca aboga por la renovación de la institución y tiene muy claro que la Corona tiene que ser útil a los ciudadanos y adaptarse a los nuevos tiempos. Una filosofía innovadora que debería ayudar a que su imagen mejorara, porque va en consonancia con los nuevos tiempos, pero que no acaba de remontar probablemente por algunos lastres difíciles de ‘soltar’.

Los reyes Carlos y Camila en el último Ascot. / Gtres

Se trata de la cuestión de los duques de Sussex y del príncipe Andrés. Con la pareja formada por el príncipe Enrique y Meghan Markle el rey ha decidido marcar la distancia, tanto en el ámbito oficial como privado -o al menos, no deja que trascienda públicamente-. Sin embargo, con Andrés es diferente. Carlos y Guillermo son conscientes de que el pasado del duque de York es una mancha intolerable para la Corona y de que el príncipe no puede retomar su papel, no obstante, no le cierran la puerta. Una actitud con la que desde Buckingham pretenden mostrar la condescendencia del monarca con su hermano, al que bloquea de la institución, pero no de la familia. Una línea muy fina que es difícil de mantener y que podría acabar pasando factura al propio Guillermo, al que muchos ya ven como el verdadero salvador de una institución con costumbres y protocolos anclados en el pasado, aunque con una vocación de renovación y mejora.

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