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FAMILIA REAL BRITÁNICA

Calma tensa en Windsor: Andrés calla, Carlos tiembla y lo de Harry deja de ser tan grave

La situación de la duquesa de York podría afectar al príncipe Andrés

El hermano del rey Carlos III ha guardado silencio hasta ahora

  • Andrea Mori
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Al rey Carlos III le persiguen los problemas. Apenas lleva tres años de reinado y el monarca ha tenido que hacer frente a varias crisis que han afectado a su familia y a la imagen de la Corona. Las más importantes, por supuesto, las que han tenido que ver con la salud del rey y de la princesa de Gales, pero los escándalos que han salpicado al príncipe Andrés y las polémicas del príncipe Harry tampoco le han dado tregua.

En los últimos tiempos ha habido un acercamiento entre el duque de Sussex y su padre. El príncipe Harry viajó a Londres a principios de mes y tuvo la oportunidad de ver a su padre, con el que no se reunía desde hacía más de un año. La versión oficial dice que estuvieron juntos menos de una hora y que tomaron un té. Algunas fuentes aseguran que la reunión no fue tan cordial como en principio parecía, quizás porque el príncipe le pidió a su padre tener un papel medio oficial en la familia. Algo que Carlos III no está dispuesto a aceptar. No hay más que mirar el caso de Noruega y la polémica con el documental de la princesa Marta Luisa y el chamán para darse cuenta de que las medias tintas solamente traen problemas.

Sea como fuere, el duque de Sussex ha comentado que el próximo año tendrá que estar más pendiente de su padre, lo cual ha sido interpretado de varias maneras. Por un lado, en clave alarmista, temiendo por la salud del rey -sigue en tratamiento para el cáncer- y, por otro, de una manera más conciliadora. ¿Será verdaderamente posible que Harry visite con regularidad Londres? ¿Veremos por fin a Carlos ejerciendo con sus nietos Sussex? Sólo ellos lo saben, pero hay un escollo grande para que la normalidad vuelva a la relación, porque el príncipe de Gales no está dispuesto a perdonar a su hermano. Eso ya merece un capítulo al margen.

El príncipe Harry durante un viaje oficial. (Foto: Gtres)

Pero mientras se despejan las incógnitas sobre el futuro más cercano de la relación de Carlos III y Harry, el monarca tiene otra preocupación más grave sobre la mesa. Un tema que realmente podría dar lugar a una fuerte crisis institucional y que haría que todas las cosas que el duque de Sussex ha dicho en sus entrevistas y en su libro se quedaran en nimiedades. Estamos hablando de la situación del príncipe Andrés.

Carlos III contra las cuerdas

El duque de York lleva apartado de la familia real desde que estalló el escándalo del caso Epstein y dio aquella fatídica entrevista a la periodista Emily Maitlis. A pesar de que nunca ha ido a juicio y de que incluso Virginia Giuffre ha fallecido, Andrés nunca ha podido recuperar su estatus y sigue siendo la oveja más negra de la familia real. Eso sí, sigue disfrutando de muchas comodidades y privilegios como hijo y hermano del monarca.

El príncipe Guillermo ha sido uno de los más tajantes con él, e intenta evitarlo siempre que puede, pero Carlos no le ha cerrado las puertas del todo. Lo invita a actos familiares -le vimos hace poco en el funeral de la duquesa de Kent- e incluso parece haber cesado en su empeño de que abandone el Royal Lodge, a pesar de que no recibe fondos de la Corona para mantenerlo.

El príncipe Andrés en Windsor. (Foto: Gtres)

Hasta ahora, Andrés se había mantenido relativamente tranquilo. El duque de York ha seguido insistiendo al rey para que le dé un papel oficial -dicen que la Reina Isabel lo estuvo valorando cuando se llegó al acuerdo por la demanda de Giuffre-, pero Carlos no quiere mezclar lo personal con lo institucional. Sin embargo, los últimos acontecimientos que ponen a Sarah Ferguson en el punto de mira podrían hacer que las cosas cambiaran. El duque de York es una bomba de relojería mucho peor que el príncipe Harry.

Sarah Ferguson, el talón de Aquiles de Andrés

Después de años en los que ha sido Andrés el que estaba en jaque por su relación con Jeffrey Epstein, ahora ha sido su ex mujer la que se ha visto salpicada. A pesar del divorcio, Fergie ha seguido siendo una figura esencial en la vida del duque, incluso han vivido juntos. Esto ha sido clave para su rehabilitación dentro del entorno de los Windsor pese a su reprobable comportamiento pasado y también ha influido mucho en que Andrés haya encontrado cierta estabilidad dentro de su crisis de identidad.

Informaciones recientes han revelado que entre la duquesa de York y el magnate había una relación buena. Un correo electrónico que se ha filtrado hace poco demuestra la buena sintonía entre ambos. Un texto que Sarah Ferguson envió a Epstein después de que fuera condenado, lo que agrava aún más la situación porque Fergie no puede alegar desconocimiento de las actividades de las que se acusaba al empresario.

Sarah Ferguson en un acto. (Foto: Gtres)

La duquesa no se ha pronunciado sobre esta polémica, pero sus portavoces han asegurado que el correo fue fruto de una situación de coacción y amenazas. Fergie ha sido apartada de cargos de patronazgo de numerosas organizaciones con las que colaboraba y algunos medios aseguran que el siguiente paso sería retirarle el título de duquesa de York. La relación con la familia real ha entrado en un punto muerto después de los años de esfuerzos por recuperar un poco su lugar.

El temor del rey Carlos III

Aunque hasta ahora el duque de York no ha hecho ruido ni por su propio escándalo ni para rebelarse contra su condena al ostracismo, la situación de su ex mujer podría hacerle abandonar su letargo. Andrés tiene ya poco que perder y su realidad a nivel económico es bastante crítica -más incluso que la del príncipe Harry-.

Es cierto que de momento ha guardado silencio, pero si, como apuntan algunas fuentes, Carlos decidiera tomar represalias contra el escándalo de Fergie, Andrés podría reaccionar. Según medios británicos, el duque de York tiene mucha más información de la que tiene el príncipe Harry y lo que menos necesita la Corona en estos momentos es que los trapos sucios se laven fuera de palacio. Por eso es aún más difícil encontrar un equilibrio.

Sarah Ferguson y el príncipe Andrés en el funeral de la duquesa de Kent. (Foto: Gtres)

Al margen del temor del rey por lo que el príncipe Andrés pueda decir o hacer, para Carlos III todo lo relacionado con su hermano no ha sido fácil de gestionar. Como príncipe de Gales solamente tenía que lidiar con cuestiones familiares, pero como rey tiene que proteger a la institución e intentar que la familia siga unida, tal como le dicta su conciencia y su profunda religiosidad.

Retirar el título a Andrés y a Sarah podría generar diversidad de opiniones -sobre todo un título de tanta relevancia-, pero expulsarlos de los pocos actos a los que asisten es otra cuestión. Al fin y al cabo, se trata en su mayoría de servicios religiosos a los que Carlos III, como jefe de la iglesia, no debería prohibir la entrada a su hermano y a su cuñada.

Lo de Harry, en segundo plano

Ante esta situación es normal que todas las polémicas del príncipe Harry puedan pasar a un segundo plano. Más aún si por parte del duque de Sussex hay una verdadera intención de reconciliación y acercamiento.

El príncipe echa de menos su vida en Londres, aunque es feliz con la que ha construido en California. El gran escollo es el tema de la seguridad que, en realidad, tiene fácil arreglo porque se le garantiza en sus viajes al Reino Unido.

No parece que se haya arrepentido ni de su decisión ni de todo lo que ha dicho en entrevistas y en su libro, pero sí que hay una voluntad firme hacia su padre en sus últimos años de vida. Una pequeña alegría para Carlos III, que podría pasar tiempo con sus nietos. Eso sí, lo de Guillermo ya es otra historia.

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