Verónica Forqué, diva eterna y cuenta pendiente de los Premios Goya
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Muere Verónica Forqué a los 66 años
El mundo del cine continúa llorando la muerte de Verónica Forqué, quien perdió la vida el pasado 13 de diciembre a los 66 años de edad. Y es que, pese a su prematura desaparición, la afamada actriz se ha ido dejando atrás un gran legado difícil de igualar. La diva del séptimo arte es un apodo que la define a al perfección y así lo ha demostrado a lo largo de toda su trayectoria. Hija del director y productor José María Forqué y de la escritora Carmen Vázquez – Vigo, siempre ha demostrado tener grandes dotes para una profesión que enseguida logró convertir en su pasión.
Era tal su validez para el oficio que en 1987 la prestigiosa Academia del Cine empezó a reconocerla sus mejores trabajos. En la primera edición de los Premios Goya, Verónica fue galardonada en la categoría de actriz de reparto por su papel en “El año de las luces”, un filme de Fernando Trueba que para ella supuso el inicio de una larga lista de homenajes y reconocimientos. Tan solo un año después, se alzó con dos estatuillas, aquella que la posicionaba como la mejor actriz de reparto por el trabajo desempeñado en la película de Luis García Berlanga, “Moros y cristianos”; y como la mejor actriz protagonista por el personaje interpretado en “La vida Alegre”, una producción de Fernando Colomo. En definitiva, dos cabezones con los que llegó a protagonizar un hecho tan histórico como insólito, al convertirse en la primera intérprete femenina en ganar dos premios Goya en una misma ceremonia.
Por si esto fuera poco, en el año 1994 la Academia de Cine volvió a recompensarla por su participación en “Kika”, entregándola el Goya a mejor actriz protagonista. Esta película, de Pedro Almodóvar, con quien ya había tenido el gusto de trabajar en numerosas ocasiones, supuso su nombramiento como la actriz más galardonada por la organización española y, pese a haber sido su último galardón, no significó un detrimento de su carrera profesional. Todo lo contrario, desde entonces han sido muchas las películas, obras de teatro y series de televisión que nos han regalado las mejores imágenes de Forqué, instantáneas que la convirtieron en todo un icono de la interpretación por la naturalidad, la simpatía y el desparpajo que desprendía en cada una de sus apariciones.
Lo más anecdótico de todo es que, pese a ser una de las intérpretes más laureadas de la historia, no ha podido acudir a las ceremonias en las que salió galardonada, ni tampoco recoger ni si quiera uno de los cuatro cabezones que llevaban su nombre. El motivo, según ella reconoció a Canal Sur en una entrevista que concedió hace alrededor de un año, se debe a que siempre le ha coincidido con grabaciones o con representaciones teatrales. También aseguró desconocer el paradero exacto de las estatuillas, ya que dos de ellas se las entregó, en su momento, a dos íntimos amigos, la otra la dejó en un trastero y la faltante ni si quiera recordaba dónde la llevó, en definitiva, la verdadera esencia de una Verónica Forqué capaz de colocarse como uno de los personajes más reseñables del arte español en tiempo récord.