Último día de condena para Iñaki Urdangarin: así ha cambiado su familia desde que entró en prisión
Urdangarin cumple este 9 de abril los cinco años y diez meses de prisión a los que fue sentenciado por su implicación en el Caso Nóos
De su separación al voluntariado de su hija Irene o el éxito deportivo de Pablo Urdangarin
Cuenta a cero para Iñaki Urdangarin y su familia. Este 9 de abril expira al fin la condena de cinco años y diez meses de prisión que le impuso el Tribunal Supremo por malversación, prevaricación, fraude, dos delitos fiscales y tráfico de influencias en el Caso Nóos. En otras palabras, el ex duque de Palma se convierte en un hombre libre a todos los efectos. Fue el 18 de junio de 2018 cuando se hizo pública una sentencia que fue histórica. Casi seis años en los que su vida y la de sus seres queridos ha dado un giro de 180 grados.
Los cambios producidos arrancan desde sí mismo y se extiende a su ya exmujer e hijos. El paso por la cárcel de Brieva supuso una caída a los infiernos para una persona acostumbrada a todo lo contrario. Emparentado con la Familia Real Española, ni él ni nadie de los Borbones habría imaginado el triste desenlace que llevó a Iñaki a dormir entre rejas para pagar por sus delitos.
Un punto de inflexión que a la postre sería catalizador del sino de Iñaki Urdangarin y su familia tuvo lugar a finales de enero de 2022. El ex deportista ocupó la portada de la revista Lecturas con unas fotos en las que se le veía paseando por Bidart junto a una mujer rubia que no era Cristina de Borbón. «Son cosas que pasan», decía Pablo Urdangarin ante la infidelidad de su padre hacia su madre.
Tras la sacudida que supuso el reportaje, ajeno al escándalo y tras poner nombre a Ainhoa Armentia, Iñaki empezó a construir los cimientos de su nueva vida al lado de su compañera de trabajo. La misma con la que ha empezado un proyecto de vida en una casa de alquiler situada en una urbanización de lujo de Vitoria. Además, vuelven a compartir puesto de trabajo en la capital vasca, en en Nuño y Pescador, S.A., una sociedad anónima que cuenta con 20 empleados más.
La traición del vasco hacia la madre de sus hijos provocó un divorcio que a todas luces parecía inevitable, pero que se retrasó más de lo previsto. No fue hasta diciembre del 2023 cuando Iñaki y la infanta Cristina dieron carpetazo definitivo a su fallido matrimonio. Desde entonces, cada uno siguió su camino en la vida, felices y habiendo dejado atrás unos años convulsos de mucho dolor.
El otro gran bloque que ha sufrido los cambios desde la condena a Iñaki Urdangarin lo forman sus hijos. Especialmente, dos de ellos, Pablo e Irene. El primero de ellos ha vivido estos casi seis años su gran cambio personal y profesional. Ha conocido a su novia Johanna Zott, que se ha convertido en su mejor apoyo. Pero por encima de todo destaca su paso adelante como deportista. Es el único de los cuatro que ha seguido los pasos de su padre en el balonmano y tras dejar buenas sensaciones en la cantera del Barcelona -club donde Iñaki es toda una leyenda-, fichó por el Granollers de primera división. Allí brilla con luz propia, es titular indiscutible y lleva 67 goles en 24 partidos.
La otra gran portadora de novedades es Irene Urdangarin. Durante el cumplimiento de la condena de Iñaki, su hija ha alcanzado la mayoría de edad. Y no solo eso, sino que se ha embarcado en su primera gran experiencia, un voluntariado en Camboya. La joven siguió los pasos de su hermano Juan al instalarse durante varias semanas en el sudeste asiático. Su refugio de operaciones fue el Centro Arrupe, una especie de aldea en la que opera la fundación del jesuita gijonés Enrique Figaredo, donde residen obispos y voluntarios españoles que trabajan altruistamente en favor de discapacitados, lesionados por las minas y los ataques durante la guerra civil.
Con su libertad plena, Iñaki Urdangarin pone fin a los beneficios ordinarios que establece la legislación española conforme se van acumulando días de cárcel. De ese modo, primero obtuvo intervalos de libertad, después pasó a un régimen abierto en el que sólo tenía que acudir a pernoctar a un centro penitenciario y, finalmente, en la última etapa, ha disfrutado de la libertad condicional.