El último deseo de la madre de Isabel Pantoja
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Doña Ana, la madre de Isabel Pantoja, hospitalizada en Cádiz
Muere doña Ana, madre de Isabel Pantoja, a los 90 años
Isabel Pantoja y Kiko Rivera, en pie de guerra en el aniversario de la muerte de Paquirri
Había cumplido los 90 y llevaba años enferma. Ana Martin Villegas siempre tuvo claro dónde quería descansar tras su muerte y junto a quien. Su fallecimiento este martes, rodeado de gran hermetismo y que no pudo confirmarse hasta el día siguiente, ha supuesto un duro golpe para la familia. No por esperado es menos triste. Pocos días antes salía del hospital Puerto Real (Cádiz) tras dos semanas ingresada por un problema respiratorio. Su muerte en Cantora llega en pleno cisma familiar, después de un año de ruptura entre Isabel Pantoja con su hijo Kiko, quien, además, ha denunciado por la vía penal a su tío Agustín. Sin embargo, la muerte de la abuela Ana podría marcar el principio de una reconciliación entre la artista y su hijo mayor. Tanto él como Isa, también hija de la cantante, viajaron hasta Cantora desde la isla de la Graciosa, donde este viernes se casó Anabel Pantoja, con la idea de despedirse de su abuela. La “yaya” – como la llamaban sus nietos- ya había fallecido, pero ellos no lo sabían. Nadie de la familia les comunicó nada, según el propio Kiko comunicaba en su perfil de Instagram.
Kiko e Isa siguieron con el viaje in extremis, acompañados de otros familiares y gracias a esa decisión, madre e hijo se pudieron abrazar. Hablaron en privado, rotos por el dolor de haber perdido a una persona fundamental en sus vidas, y los reproches aparcados fuera. En Cantora ya solo estaban las cenizas de la “yaya”, pero su marcha trajo a Kiko de vuelta. Agustín Pantoja no apareció en ningún momento. Instalado desde hace años en esa finca de la que su sobrino es copropietario por herencia junto a su madre, el huésped de Cantora mantuvo la hostilidad máxima con su sobrino y permaneció en una habitación todo el tiempo que duró el reencuentro madre e hijo. Con su sobrina Isa no se habla desde hace años. Nunca la abrazó como tal, según diferentes testimonios hechos públicos.
Ahora queda depositar las cenizas de la madre, de la abuela de la familia y aseguran que Isabel quiere que sea en el panteón de Paquirri, incluso que los hijos mayores del desaparecido diestro la demandarían por ello. Doña Ana siempre ha tenido el deseo de descansar junto a su marido, Juan Pantoja, que descansa en el cementerio de San Fernando. Allí fue enterrado cuando falleció en julio de 1974. Ana Martín se quedaba viuda muy joven y con 4 hijos a los que sacar para adelante. Maribel, la niña de la casa, tenía entonces 17 años y fue ella quien pocos años después comenzó a destacar en el cante y ganar el sueldo que mantendría a toda la familia. Su madre fue un pilar fundamental entonces. Con su apoyó impulsó su carrera. Luego, al casarse con Francisco Rivera Paquirri, la fama de Maribel se disparó y también su caché artístico. Se convirtió en una importante artista.
Queda por decidir – si no lo está ya – dónde reposaran para siempre las cenizas de esa madre. Según mi información, su deseo era solo uno: junto a su marido en San Fernando. En ese cementerio se levantó también el panteón de Paquirri, presidido por una escultura en bronce, obra de Víctor Ochoa. El interior del panteón estaría compuesto por seis sepulturas y algunos osarios, distribuidos lateralmente en la cripta, según datos del archivo de San Fernando. El registro señala que el Ayuntamiento de Sevilla concedió a Isabel Pantoja y a su hijo Kiko 20 m2 de terreno para la construcción de un panteón familiar en 1987. El diestro fue enterrado en septiembre de 1984 en el camposanto sevillano de manera provisional. Cuando las obras del mencionado panteón concluyeron, varios funcionarios del cementerio y 2 hermanos de Pantoja trasladaron su féretro al interior del nuevo mausoleo, en un acto privado.
Los titulares de la concesión son Isabel Pantoja y su hijo Kiko, por lo que la cantante podría decidir qué hacer o no al respecto. Los hermanos Rivera Ordoñez no tienen ninguna intención de demandar a Pantoja en ese sentido. “A las madres se las respeta; a los muertos, también”. Es una reflexión que me llega de fuentes muy cercanas a los hijos mayores de Paquirri, Francisco y Cayetano. Solo puedo añadir que entiendo que Isabel Pantoja puede hacer lo que estime, lo que quiera y que no encaja que estuviera lejos de lo que su madre deseaba. Y también espero que, de ser cierto -imposible contrastar esa supuesta intención- no pretenda alimentar la guerra silenciosa que mantiene con los hijos mayores de Paquirri desde hace más de 30 años, al negarse deliberadamente a entregar los enseres personales que su padre les legó. Con todos mis respetos, en estos días tristes para la cantante y su familia, se trata de eso, de últimos deseos; de respeto.