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El 27 de abril de 2021 es una fecha que sigue marcada en rojo en el calendario de Rocío Flores. En la mañana de aquel día acudió a los estudios de Mediaset en Fuencarral para cumplir con su trabajo como colaboradora de El programa de Ana Rosa. No iba a ser una participación más. Encima de la mesa estaban las contundentes y liberadoras declaraciones que había concedido Olga Moreno a una revista y que removían los cimientos de su familia por enésima vez. Un hecho que se sumaba al caldo de cultivo generado por la delicada situación de Marta Riesco en Mediaset y que también involucraba indirectamente a Rocío. La hija de Antonio David Flores fue preguntada por su opinión acerca del duro testimonio de quien para ella es como su madre. No ocultó su profunda decepción por la gestión y posterior publicación de la entrevista. Pero algo cambió ese día en ella y en el resto de sus compañeros. Rocío no volvió a hablar de su vida privada pero ni Joaquín Prat ni el resto de los contertulios le preguntaban. Un giro de 180 grados del que la joven parecía advertir su final en la previa a su último posado, pero nada fue lo que parecía.
Fiel a su dialéctica sincera, Rocío Flores no tuvo problemas en mostrar abiertamente su malestar con la todavía mujer de su padre: «Me encuentro súper decepcionada y muy sorprendida. No tanto por lo que se dice sino por la manera en la que se ha hecho todo”, comenzaba diciendo. «Yo no sé de esta entrevista hasta el lunes. Me ha decepcionado en el sentido de que vienes al cumpleaños – de Antonio David-, posas con mi padre sin que él sepa el contenido de la entrevista y yo llego al cumpleaños sin saber nada de la entrevista(…) Olga cuenta lo que ella quiere contar. Yo no sé, hay algunas cosas que me falta sinceridad. En una cosa que me repercute», apostilló.
Hasta la publicación de esa entrevista en la revista Semana, Olga Moreno y Rocío Flores habían sido uña y carne. Se defendían mutuamente y su unión era inquebrantable. Pero las palabras de la colaboradora en el plató de Telecinco eran las de una persona completamente desgarrada, cansada de estar en el centro de la polémica por los continuos dimes y diretes que conllevan sus apellidos.
Quizá por estos motivos tomó la decisión de acudir a su puesto de trabajo única y exclusivamente para comentar la actualidad de los realities de la cadena. No habría mención alguna a su vida privada. Una determinación para la que contó con la ayuda de Telecinco. Nadie le iba a preguntar por aspectos relacionados con su intimidad: Olga Moreno, Marta Riesco, la emisión de la segunda parte de la docuserie de su madre eran temas vetados. Fuentes cercanas a las dos partes consultadas por este digital han podido confirmar que fue un pacto alcanzado por Rocío y la productora. De manera paralela se desencadenó el conflicto de la novia de su padre con Mediaset, que le comunicó a Marta Riesco que no volvería a estar presente en plató y que sólo prestaría su trabajo mediante reportajes enlatados fuera del mismo. De tal modo que no coincidiría con Ro. Hoy en día, siguen sin volver a verse las caras en el estudio.
Ha sido la propia Rocío Flores quien rompió esa especie de tregua al tratar hace unos días en plató la llamada que hizo Ortega Cano a Ya son las ocho en la que no dudó en cargar en directo contra su hija Gloria Camila y contra Ana María Aldón. Pero siguió sin comentar nada relativo a su prisma más personal. Fue el paso previo a ser portada el pasado miércoles de una cabecera del corazón en lo que apuntaba a ser una catarsis para ella: «Poso con bañador, con bikini y con todo. Quería que os enterarais por mí antes de que os la encontrarais mañana en el quiosco, he concedido una entrevista a la revista Semana y espero que os guste, hablo de todo en general», comentaba en plató en la víspera a la comercialización de esta.
“Lo he pasado mal pero voy camino de ser la mujer que quiero ser”. Con esa declaración de intenciones se abre la entrevista de Rocío Flores. En ella se muestra a una nueva Rocío, 25 kilos más delgada y tras varios retoques estéticos. Era la primera vez que posaba en traje de baño y de sus palabras se emana liberación y satisfacción por haber alcanzado sus objetivos. Habla de sus fuertes complejos, de todas las operaciones que se ha hecho y de la búsqueda de la felicidad, sin perder la oportunidad de agradecer a Ana Rosa Quintana el aprendizaje que ha recibido. Lo que sorprende sobremanera es que apenas hace mención a aspectos de su vida privada y el “hablo de todo” que advirtió no ha alterado su hoja de ruta, la misma que emprendió hace ahora dos meses y que confirma su desaparición como personaje definitiva sin saber si será definitiva.