Rocío Carrasco, un disparo al corazón y su entrevista clave
Expectación. Es la palabra que mejor define, quizá, la cita que Rocío Carrasco Mohedano tiene esta noche con la audiencia de Mediaset. Pocas veces una entrevista en televisión ha provocado tanto interés, al menos en el sector de la crónica social. Carrasco estará en directo y se sentará frente a ocho periodistas. Rocío Flores, su hija, no acudirá a plató, pero será, sin duda, la otra gran protagonista.
Llevamos 5 semanas escuchando a Rocío Carrasco en la serie documental ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’. Desde el pasado 21 de marzo, episodio a episodio, conociendo la durísima experiencia que vivió junto al que fuera su primer marido, Antonio David Flores, su drama familiar con sus hijos y el intento autolítico que protagonizó hace dos veranos cuando sintió que no podía más y decidió no seguir viviendo la vida que tenía. Impactados. Sin embargo, su doloroso relato, en el que descubre la peor cara de Antonio David Flores y los episodios violentos que sufrió junto a él, ha quedado congelado tras la intervención de su hija Rocío el pasado viernes en ‘El Programa de Ana Rosa’. Las palabras de Rocío Flores apoyando a su padre y cuestionando lo que narra la serie, ponen en tela de juicio, o al menos ese es el mensaje, el testimonio de su propia madre: “A la persona que se está describiendo en ese documental no es mi padre”. Este martes noche, cuando quedaban unas horas para la entrevista de su progenitora, confirmó sus palabras en su debut en ‘Tierra de Nadie’, presentado por Carlos Sobera.
Es obvio que Rocío Flores no presenció los episodios de violencia que su madre fecha en los primeros años de convivencia de Argentona (Barcelona), entre 1994 y 1995. No había nacido. Tampoco cuando su papá amenazó con tirarla desde una terraza de la casa familiar de la playa en Chipiona (Cádiz), en el verano de 1998. No había cumplido los 2 años y era muy temprano por la mañana, tras una noche más de ausencia habitual, según asegura su propia madre. Tampoco estaba presente en la discusión en casa de Jurado, en Madrid, que acabó con otra agresión a los pies de la escalera, junto a la réplica de la escultura que Juan de Ávalos le dedicó a la artista. Durísimo testimonio para una hija que adora a su padre. Entiendo que no pueda, que no quiera escuchar a su madre. Cuán doloroso es que te descubran algo así de quien quieres tanto. Su madre asegura, además, que no solo se ha sentido maltratada, sino que el mayor sufrimiento ha sido ver cómo Antonio David ha conseguido que sus hijos la odien y que haya cumplido cada amenaza que le dirigió tras la separación: “te van a odiar” o “te los voy a quitar”, según relató en la serie documental.
Rocío Flores dice sentirse mal, estar destrozada. No es para menos. “Mamá, a tus hijos no te los ha arrancado nadie. Tus hijos están aquí. Tu hija y tu hijo. Levanta el teléfono. Llámanos. Habla con nosotros, siéntate con nosotros. De verdad, dejemos a un lado todo esto”. A-un-lado-todo-esto. Basta, mamá. Entiendo que no lo soporte, que no quiera escuchar más. No quiere que siga hablando. Lleva nueve años viviendo con su padre. Imagino que él tampoco quiere que siga dando tanto detalle en su contra. Siendo Rocío una adolescente de 15 se enfrentó a su madre varias veces. Una etapa difícil de malas notas, tensión familiar, padres separados, casas separadas. Un día acabó en la policía denunciándola por agresión, de la mano de su papá. Ella era menor; no podía hacerlo. Él, sí; y lo hizo, pese que fue la hija quien agredió a la madre. Un pequeño detalle que Antonio David Flores no dudó en manejar según creyó conveniente, sin un mínimo de escrúpulos ni de criterio de buen padre, en mi opinión y teniendo en cuenta los hechos contrastados. Ni preguntó, ni se interesó por lo ocurrido. Nada. Directo a denunciarla. Aviso a un fotógrafo para más inri. La imagen de “Carrasco-mala-madre”, asegurada en los papeles. Abominable. Flores y su utilización de los medios. Y caímos como pichones.
Durante varios años, he reservado la información sobre ese desgraciado día para las Rocíos. ‘Vanitatis’ publicó en febrero de 2020 la sentencia judicial que finalmente condenó a la joven por sendos delitos de maltrato, habitual y puntual, así como por injurias y amenazas contra su madre. En varias entregas, firmadas por Nacho Gay, el digital detallaba la información judicial respecto de ese episodio familiar que separó a la madre de su hija y viceversa, pero no abordaba un detalle importante, en mi opinión, crucial. La prueba que podría demostrar que aquella niña de 15 años estuvo dirigida o alentada por el padre para acabar de la peor manera con su madre. La información que manejo apunta a que Antonio David Flores tendría mucho que ver en ese terrible episodio de julio de 2012, pese a que no estaba presente. Él estaba en Málaga, pero en contacto telefónico con su hija casi a tiempo real.
El pasado miércoles, Rocío Carrasco anunciaba que estaría en directo en el programa que se emite este miércoles noche. Un parón en el ecuador de la serie que, tras las publicaciones que cuestionaban mucho de lo que ha ido narrando, incluido el intento autolítico, pese a que los informes médicos dan fe de ello, para puntualizar y explicar lo que sea necesario. Pero las palabras de su hija, su petición publica rogándole una llamada han sido como un disparo al corazón de la audiencia. “Ayer llamé a mi madre 2 veces y veo que la única manera de contactar es públicamente”. No tengo la menor duda de que esta chica está sufriendo. Creo que es otra víctima de esta tragedia familiar que comenzó con una separación tan inmadura como el propio matrimonio. Quiero escuchar cómo responde Rocío Carrasco a esta llamada pública de su hija. Disparo al corazón de la audiencia, pero, sobre todo, directo al corazón de su madre. Pensé que Carrasco no lo resistiría. Quizá esperaba esa bala cualquier día o más ahora cuando ha decidido: “Contar la verdad para seguir viva”. Disparo esquivado, parece. El corazón, quizá no se lo puedan romper más. No soy Rocío Carrasco, pero se lo preguntaré.