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Mariano Rajoy cumple 70 años: de registrador a símbolo gallego en la historia de España

Mariano Rajoy fue el hombre más joven en aprobar la oposición de registrador de la oposición

El abuelo de Mariano participó en la creación del Primer Estatuto de Autonomía de Galicia en 1936

Mariano Rajoy.(Foto:Gtres)
Mariano Rajoy.(Foto:Gtres)

Mariano Rajoy es gallego. De nacimiento y de corazón. Ha logrado pasar a la historia, política y televisiva. Por sus mandatos como presidente del Gobierno y por sus llamativos discursos escritos de su puño y letra que han llegado a formar parte del imaginario colectivo de todo un país. Porque Rajoy es inteligente, un hombre de leyes, algo tímido, pero a veces, cuando todo eso se junta, se aturulla y regala a la sociedad momentos que no pueden olvidar. Es gracioso, queriendo y sin querer. Con ese humor gallego. Esa retranca tan suya, tan gallega. La habilidad de «falar» con segundas intenciones. Una intención disimulada que tan bien defiende cada vez que pronuncia una frase llena de «brincaderas».

Los que lo conocen dicen que es único. Hay quien, a pesar de no considerarle amigo, asegura que es amable y cercano e, incluso, cariñoso. Quien puede dar fe de ello es su familia. Una vez fue más grande, pero Mariano tuvo que despedirse demasiado pronto de algunos seres queridos, como sus abuelos, sus padres y dos hermanos. No sólo ha dicho adiós, también ha dado bienvenidas, como a Elvira, «Viri», su mujer.

Marian Rajoy y Elvira.(Foto:Gtres)

La conoció por casualidad en los años 90 en el bar La Luna de Sanxenso. Se llevaban 10 años. Ella tenía 27 y él 37, pero sintieron que estaban hechos el uno para el otro y así fue. Cuatro años después se dieron el «sí quiero» y, tras varios intentos fallidos, recibieron a sus dos hijos, Mariano y Juan. A ellos les enseñó lo que sus padres le enseñaron a él. Lo importante es esforzarse y luchar por lo que quieren.

Mariano Rajoy, Elvira y Mariano Jr..(Foto:Facebook)

Sus primeros años

Mariano Rajoy aprendió desde bien pequeño lo que son los cambios. Cambiar de casa, cambiar de colegio, cambiar de vida. Nació un 27 de marzo de 1955 en Santiago de Compostela, pero pasó poco tiempo allí. Con cinco años llegó a León y sus primeros recuerdos. Siguieron a su padre, un destacado juez gallego, a una nueva ciudad donde crecer en todos los sentidos. Una ciudad de arte e historia que le enseñó mucho. Estudió en un colegio público y en otro privado. Iba y venía. León y Galicia. Galicia y León. A Santiago sólo volvía en verano y disfrutaba del mar azul, de la brisa con olor a sal y de sus abuelos.

Mariano Rajoy .(Foto:Gtres)

Tras pasar su primera «gran prueba», el examen de acceso al instituto, y graduarse, siguió estudiando. Volvió a Santiago de Compostela para cursar Derecho y allí estudió más. Antes, durante y después. Fue buen estudiante, incluso en idiomas, latín y griego, pero no puede decir lo mismo del inglés. Lo intentó solventar en su edad adulta acudiendo a clase varias horas a la semana. Todo eso le llevó a otra gran prueba, la oposición que con sólo 24 años aprobó, convirtiéndose en el registrador de la propiedad más joven de la historia.

Mariano Rajoy .(Foto:Gtres)

Fue durante el quinto curso de la carrera. Por ese entonces vivía aún con sus padres y sus tres hermanos, Luis, Enrique y Mercedes. Su padre tuvo un papel decisivo en ese aprobado, ya que cada mañana se levantaba a las 5 de la mañana para ayudarle con el derecho hipotecario. Le ayudaba, pero ninguno le daba importancia, aunque la tenía.

Su padre fue un hombre de derecho, un jurista al uso, y le influyó e inculcó, entre otras cosas, el sacrificio y la constancia. Él siempre ha creído que se parece a su padre, en lo perfeccionista, introvertido y prudente. Su padre prefería no hablar de lo que no sabía, y si todo el mundo hubiera hecho como él, en palabras de Manuel Azaña, en España «el silencio sería clamoroso».

Mariano Rajoy y Don Juan Carlos I.(Foto:Gtres)

Su madre, Olga Brey, no se le parecía nada, no por la belleza innata que tenía y lo alegre, vital, decidida e imaginativa que era, sino por lo sociable y extrovertida que era. Estudió enfermería, pero ejerció poco. Se centró en hacer que sus hijos también estudiaran y lo consiguió. Falleció demasiado pronto, con solo 61 años. Fue un gran ejemplo para Mariano y su muerte, el mayor golpe que este vivió.

Mariano Rajoy, Elvira y Juan .(Foto:Facebook)

Por eso hay algo que valora mucho: El tiempo de calidad. Ese en el que puede ver el fútbol y el baloncesto. Tiempo para leer. Ha leído más de lo que ha escrito a lo largo de su vida, pero aun así ha publicado 3 libros. En ellos ha pedido indulgencia a los lectores por ser un político que escribe, pero no pretende ser escritor. Para escritores que los que admiró, como Salgari, Verne o Blynton. Porque Mariano fue siempre un gran lector, pero también muy deportista. 

Mariano Rajoy .(Foto:Gtres)

El ciclismo siempre le gustó, verlo y montar. Los domingos por la mañana hacían carreras antes de la cita inamovible. El aperitivo de los domingos después de la misa en la Iglesia de San Marcelo. Ese aperitivo era su ilusión. Los calamares y las patatas fritas con el «butano», la naranjada que tantas veces saboreó en el Bar La Viña. Un picoteo que nunca le quitó las ganas de comerse un buen cocido gallego de su madre. Con ella disfrutaba de todo. Juntos veían los partidos de fútbol en el bar y más tarde en casa rodeados de amigos cuando compraron su primera televisión.

Marian Rajoy y Elvira.(Foto:Gtres)

Su paso por la política

Mariano Rajoy era y es, registrador de la propiedad. Lo fue en A Coruña, en León, en Barcelona y en Alicante. Allí hizo también la mili y obtuvo su plaza fija como funcionario, pero no se quedó mucho. Comenzó a coquetear con la política. Sin querer. Por casualidad. Fue en un momento en el que la política no era una actividad rutinaria, sino que por esos años 80 era una fuente inagotable de emociones y el motor de las ilusiones de los jóvenes, jóvenes como él. Después de una dictadura, la democracia en construcción era ante sus ojos un motivo de entusiasmo. Las iniciativas brotaban y el debate político era algo noble y atractivo. Por eso se embarcó en una nueva «gran prueba». Orgulloso de formar parte de la generación que vio nacer la Constitución del 78, quiso formar parte de ese sistema democrático en primera persona.

Mariano Rajoy .(Foto:Facebook)

Antes de cumplir los 30 años, fue diputado autonómico del primer parlamento de la historia de Galicia. Se recorrió los 62 municipios de la provincia y fue concejal y presidente de la Diputación de Pontevedra antes de ser diputado y vicepresidente de la Xunta de Galicia. Se empezó a dejar barba para ocultar la cicatriz de un accidente de coche y le cogió el gusto a la política y se embarcó en un periplo por ella. Dejó su amado mar y se asentó en Madrid, pero se trajo a su amada. Elvira Fernández le acompañó y siempre fue su apoyo. A pesar de permanecer en un segundo plano, para él tuvo un papel protagonista.

Marian Rajoy y Elvira.(Foto:Gtres)

Mariano Rajoy llegó a la presidencia en diciembre de 2011 con el Partido Popular después de ser ministro varias veces y vicepresidente del Gobierno. Gestionó y resolvió crisis y dificultades de diferentes índoles. Su paso por la Moncloa ya es historia de España por lo que hizo y dejó de hacer antes de la moción de censura de 2018 que le hizo salir del Gobierno y volver a su dúplex de Aravaca con su familia. En cambio, su historia propia siempre ha sido muy discreta. Como buen gallego, tímido, sencillo y humilde, ha preferido mantener su vida privada lejos de la lupa mediática. Ha logrado que ese aspecto pase desapercibido sin hacer demasiado ruido y sin que nadie lo note. Ahora, lejos de la política y en su 70 cumpleaños, sigue siendo y siempre será «coitadiño» porque, adaptando unas de sus frases más icónicas: «Los gallegos son muy gallegos y mucho gallegos, y él más.

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