Kike Sarasola y Carlos Marrero se separan tras 30 años de romance
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Después de 30 años de noviazgo, Kike Sarasola y Carlos Marrero han puesto punto final a su relación. Fue el 26 de octubre de 2006 cuando la pareja se dio el «sí, quiero», probablemente sin llegar a imaginar que 16 años después tomarían la drástica alternativa de tomar caminos separados. Una decisión bastante meditada por ambas partes, sobre todo teniendo en cuenta que hace meses ya habían optado por darse un tiempo para poner punto final al desgaste de pareja que habían experimentado en las últimas semanas. Algo que no habría sido posible, razón por la que han creído oportuna su ruptura pese a tener dos hijos en común por los que seguirán manteniéndose un gran respeto.
Tanto es así, que este divorcio ha tenido lugar de manera amistosa, estando vinculados aún por una relación cordial y por viviendas cercanas para que así sus niños no se vean obligados a afrontar ningún tipo de sufrimiento por estar lejos de sus padres. Así lo ha revelado el propio Sarasola a través de una entrevista en la que ha hecho públicas las claves de su separación con el que había sido su compañero de vida hasta ahora.
Según ha podido saber Vanitatis, el cariño de Kike hacia Carlos sigue estando intacto dadas las circunstancias que les unen: «Vivimos muy cerca y, por lo tanto, no hay problema para el tema de la vida cotidiana de los niños, en la que Carlos y yo seguiremos compartiendo muchas cosas», aseguraba. Una manera de demostrar que sus vidas permanecerán ligadas, al menos por ahora, y hasta que sus hijos crezcan para así garantizarles el mayor bienestar posible.
Cabe destacar que este divorcio ha sorprendido especialmente al panorama nacional, y no es para menos. Kike y Carlos han permanecido juntos durante más de 29 años, habiéndose dedicado mutuamente, y siempre que han tenido oportunidad de manera pública, muchos halagos con los que dejaban entrever que su matrimonio iba viento en popa. Tanto es así, que en una de sus últimas apariciones públicas en Cuatro, Sarasola definió al que fuera su marido como «un padrazo» al haber formado junto a él una familia muy especial: «Estoy disfrutando con mis dos hijos como un enano. Creo que si los tuviera con 25 años no los estaría disfrutando tanto», indicaba, alegando además que pasaba las semanas esperando que llegara el viernes para poder exprimir al máximo cada momento con sus seres queridos: «El fin de semana es tiempo de familia. Mis hijos están en un colegio británico en Ibiza y nos vamos los viernes para volver los lunes por la mañana». Un plan que podría quedar en un segundo plano a raíz de esta ruptura, optando ambos quizá por viajar hasta la isla Pitiusa por separado ahora que no están inmersos en un romance como había ocurrido anteriormente.