Isabel Preysler confiesa cómo un ‘PSOE’ casi le arruina la primera cita con Miguel Boyer
Isabel Preysler pensó inicialmente que no hablaría con Miguel Boyer por su afiliación al PSOE
Su relación comenzó de forma clandestina mientras Isabel seguía casada con Carlos Falcó
Celos, discreción y obstáculos fortalecieron su vínculo

Isabel Preysler regresó anoche a El Hormiguero y, como era de esperar, dejó titulares tan suculentos como siempre. Pero hubo uno que sobresalió incluso entre la colección de confidencias de su nueva autobiografía, Mi verdadera historia: la noche en que conoció a Miguel Boyer y, de paso, aprendió que nunca hay que juzgar a un hombre por su carnet político. Según confesó, aquel primer encuentro tuvo lugar en un ambiente elegante, pero no especialmente político: una fiesta, conversaciones en voz baja, risas contenidas… y, claro, la presentación oficial. «Me dijeron que era del PSOE y yo pensé: ‘No le voy a dirigir la palabra, no va a querer hablar conmigo’», relató Isabel con su proverbial sonrisa.
La frase, simple y directa, tiene el tono de una reflexión ligera, pero detrás hay un drama cómico que cualquiera que haya vivido la primera cita entiende: el prejuicio instantáneo, esa idea de que un apellido, una afiliación o incluso un gesto pueden determinar toda una noche. Y es que lo que Isabel no esperaba era que aquel hombre que, en su cabeza, estaba marcado con un color político específico, resultara ser un conversador encantador, ingenioso y sorprendentemente cercano. La aristócrata, siempre prudente y elegante, vio cómo sus planes de evitar toda interacción se desmoronaban en cuestión de minutos. Conversaron, rieron y, finalmente, él la llevó a casa. Una escena que podría parecer sacada de una comedia romántica de los años ochenta: la socialité, acostumbrada a titulares y flashes, dejándose llevar por la conversación de un ministro recién nombrado.
Ver esta publicación en Instagram
«Y pensar que yo había decidido no hablarle…», recordó Isabel entre risas ante Pablo Motos. La frase tiene un matiz irónico que solo alguien con décadas de portadas, fiestas y corazones rotos puede pronunciar con gracia. Porque, claro, aquel encuentro nocturno no solo fue el inicio de una conversación: fue el inicio de un amor que marcaría su vida, lleno de pasión, obstáculos y, según sus memorias, muchos celos.
Esa primera noche, Isabel recuerda cómo cada conversación con Miguel parecía flotar en un espacio aparte, como si el bullicio de la fiesta no existiera. Él la escuchaba con atención, con esa mezcla de inteligencia y humor que, según confiesa, la atrapó desde el primer instante. No había imposición de títulos ni discursos políticos; solo diálogo, miradas cómplices y una sensación curiosa de que aquel hombre podía comprenderla sin esfuerzo. Y para alguien acostumbrada a ser juzgada y comentada en portadas de revistas, esa fue una especie de alivio inmediato.

Isabel Preysler en ‘El Hormiguero’. (Foto: Antena 3)
Lo que empezó como una conversación ligera se transformó rápidamente en complicidad. Isabel recuerda los gestos, las pequeñas bromas, y la forma en que Boyer parecía anticiparse a su risa. Esa noche no solo charlaron, sino que compartieron confidencias: recuerdos de infancia, historias de Manila y Madrid, anécdotas de la sociedad y hasta las pequeñas vanidades de quienes viven siempre bajo la mirada pública. En sus memorias, Isabel describe ese primer encuentro como un juego de sutiles encantos: «Pese a mis prejuicios, me sorprendió su naturalidad y la facilidad con la que conversábamos. Fue imposible no dejarme llevar», escribe.
El romance entre Isabel y Miguel no fue inmediato ni fácil. Ella todavía estaba casada con Carlos Falcó, y Boyer empezaba a ocupar un puesto de gran relevancia en el Gobierno. La relación tuvo que desarrollarse con discreción, entre encuentros furtivos y miradas que hablaban más que cualquier palabra. «Nuestro enamoramiento fue precioso y nuestras vivencias tan mágicas que aún hoy sonrío con nostalgia al recordarlas», confiesa Isabel en Mi verdadera historia. Esos años clandestinos, lejos de la mirada pública, fortalecieron un vínculo basado en la admiración mutua, el respeto y, sobre todo, la pasión.




Isabel Preysler en ‘El Hormiguero’. (Foto: Antena 3)
No faltaron los celos, inevitable en una relación de esa intensidad y bajo la presión de los focos mediáticos. Isabel recuerda cómo Boyer podía mostrarse protector y celoso, y cómo ella, con su gracia habitual, aprendió a equilibrar la atracción por él con la lealtad hacia su familia. La combinación de amor prohibido, desafíos políticos y un mundo social siempre vigilante convirtió su relación en un delicado equilibrio, lleno de emoción y momentos inolvidables.