La Infanta Cristina ‘se va de casa’ para propiciar el acercamiento entre Urdangarin y sus hijos
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El 2022 comenzaba de la manera más atípica para Iñaki Urdangarin. El que fuera duque de Palma era fotografiado mientras paseaba de la mano con una misteriosa mujer, de la que posteriormente se supo el nombre: Ainhoa Armentia. Las imágenes de ambos dinamitaron el panorama social, hasta el punto de que a la Infanta Cristina no le quedó más remedio que hacer pública la decisión en la que “interrumpía” su matrimonio con el exjugador de balonmano. Una elección en la que, fuera como fuera, el matrimonio tenía claro que quería proteger a sus hijos y darles lo mejor, pese a que la unión entre sus padres a partir de ese momento fuera nula.
Por este motivo, ha sido la hija menor del Rey Juan Carlos quien ha dado su brazo a torcer, abandonando temporalmente su domicilio de Ginebra para permitir que su ex pase tiempo con su hija Irene. Según ha confirmado Lecturas en su último número, el duque de Palma ha protagonizado una serie de momentos paternofiliales con la joven en los que, a juzgar por su rostro, ha intentado lograr su perdón a golpe de divertidos planes. Y es que, teniendo en cuenta el apego de la nieta de la Reina Sofía con su madre, ella habría sido la que peor habría digerido la infidelidad de su padre con Armentia, negándose a admitir cualquier explicación pese a los continuos intentos de sus hermanos por suavizar el varapalo.
En un primer momento, Irene se mostraba firme en sus convicciones. En las fotos proporcionadas por el medio citado se observa a una joven que apenas dirigía la palabra a su padre, mientras que éste contaba con una expresión “apesadumbrada y suplicante”. No obstante, poco duró la situación tensa entre ellos, ya que, minutos después, “el cariño se impuso al enfado” y la hija de la Infanta Cristina dejó que su padre le diera abrazos y besos, mientras ambos disfrutaban de juegos y de la visita a una de las sobrinas de Iñaki, que acababa de tener un bebé. Unos planes elaborados por el propio Urdangarin para recuperar el tiempo perdido y retomar la estrecha relación que mantenía con su hija menor antes de que salieran a la luz sus imágenes en Biarritz.
Pero en este viaje exprés no solo ha habido momentos felices. Justo después de desembarcar, Iñaki y Cristina se encontraron en una calle céntrica de la ciudad suiza. Una cita en la que dejaron entrever que entre ellos no existe una muy buena relación a raíz de la infidelidad. Cuando se vieron, ni el exduque ni la Infanta intercambiaron ni siquiera un beso de saludo, ciñéndose a caminar hasta el hotel Four Seasons, donde tomaron café mientras sentaban las bases sobre cuál sería su relación ahora y cómo se compaginarían para disfrutar de sus hijos por igual. De hecho, en Lecturas han asegurado que, durante la conversación entre ambos, no hubo ni una sonrisa ni una muestra de cariño, mostrándose apáticos e intentando zanjar cuanto antes una serie de temas que habían quedado en el tintero.