Los errores de Kiko Rivera en las acusaciones contra su madre y la intención de Pantoja
Los problemas económicos que hundieron a Kiko Rivera tras decretarse el estado de alarma el pasado marzo, han sacado lo peor de los Rivera-Pantoja. Madre e hijo enfrentados públicamente por la herencia de Paquirri. El enfrentamiento se alarga, pero en su desesperación, Kiko ha cometido algunos errores. La cantante prepara una respuesta.
“Mi madre me hipotecó cuando tenía 2 años”. El plató, en silencio. La voz de Kiko Rivera atrapaba y no dábamos crédito. La alzaba alta y clara contra su madre como nunca hubiera nadie imaginado que lo haría. Ambos venían de un verano difícil en el que madre e hijo no se entendieron. Esa noche, en el especial televisivo sobre la herencia de Paquirri, Kiko abrió la caja de Cantora. Dice tener grandes motivos, pero no es cierto que lo hipotecara con 2 años. Fue un poco después. El problema es que, según él, nunca le explicó nada.
Un Kiko Rivera desesperado que dice haber acudido a su madre para salir ambos del atolladero de deudas que acumulan y seguir viviendo. Vender Cantora sería la solución, pero Isabel se niega, según su hijo. El verano acababa, pero la batalla entre madre e hijo no hacía más que empezar. Solo ellos lo sabían. Sin entender la negativa materna, agobiado por la malísima situación económica y hecho un mar de dudas e inseguridad, Kiko Rivera acudió a una entrevista al programa Sábado Deluxe para contestar a varios testimonios femeninos que le acusaban de deslealtad a su mujer, Irene Rosales. Fue el pasado 17 de octubre. Sus declaraciones sobre su pésimo estado de ánimo y sobre la falta de madre que dijo sentir, provocaron la llamada de una Isabel dolida que solo acertaba a decirle que no tenía derecho a hablar así, que si necesitaba abrazos ella se los daría y que la pandemia sí que era un problema, no lo suyo. El mar de fondo llegaba a plató.
Fui de las que no creyeron a Kiko esa noche. No percibí realmente que tuviera una depresión, más bien se trataba de presión. Así lo entendí. Pensé que se estaba pasando con su madre y que prefirió encararse en público en lugar de enfrentarse a ella cara a cara. Acusarla de falta de atención, de cariño y de ser artista mucho más que madre, fue una declaración de guerra oficial. Me pareció muy duro escucharlo e imaginar que fuera cierto, más aún. Decidí llamar a Isabel Pantoja. No creía que fuera una depresión. Me permití sugerirle que hablara con él. Había algo roto entre ellos y merecía atención por ambas partes. Me insistió que no había quién hablara con Kiko. No la atendía y se excusaba con que estaba ocupado. Me confió algunos detalles duros que -esos en concreto- prometí no revelar. Semanas después, he comprobado que me quedaba mucho por conocer aún.
Durante los días siguientes en los que varios periodistas fuimos dando información sobre el distanciamiento madre- hijo, las causas y las primeras pistas de lo que pasó en verano un día de agosto en el que voló un móvil, y, sobre todo, datos concretos sobre el reparto de la herencia de Paquirri, Kiko estalló sin control. Si entonces entendí que el joven trató de presionarla públicamente en aquella primera entrevista en Deluxe, tras la discusión de verano, los datos que hemos ido conociendo me hacen cuestionar totalmente cómo y de qué manera Pantoja ha gestionado la herencia paterna de su hijo y, sobre todo, su confianza.
La entrevista con Mila Ximénez, exclusiva de Lecturas del pasado 4 de noviembre, fue ya un disparo contra ella. Éxito periodístico del semanario y de Mila como entrevistadora, pero nuevo error personal de Kiko. Personal, porque de nuevo pone en la diana a su madre, un personaje público muy cuestionado en los últimos años, sobre todo, a raíz de su condena en el caso blanqueo de capitales, pieza separada del caso Malaya. “No cedí Cantora a mi madre a sabiendas. Firmé lo que ella me pidió”. Segundo error. Kiko nunca cedió parte de Cantora. Ella consiguió el 52 % de la finca al vender el usufructo de su tercio legítimo de la herencia. La firma a la que se refiere no es de cesión, fue para garantizar una hipoteca de 2,7 millones de euros que solicitó su madre en 2002 cuando él acaba de cumplir la mayoría de edad. Es más que probable que no supiera el alcance de lo que firmara; eso sí. Su madre tiene la explicación. Después, en 2015 firma una segunda hipoteca para pagar el millón cien mil euros de la multa por la condena en Malaya de la cantante. Agustín Pantoja se encargó de todo. Su hermana Maribel le otorgó poderes antes de ingresar en prisión para que pudiera atender todos los asuntos relacionados con su patrimonio y cuentas bancarias. Kiko lo confirmaba en el especial televisivo “Cantora: la herencia envenenada” y contó como su tío le llamó para que fuera a Cantora a firmar.
El no disponer de toda la información sobre la herencia de su padre, no saber cómo se hizo el reparto y otros detalles de su interés, a los 36 años, le han llevado a cometer errores. ¿Por qué llega a esta edad sin saber? ¿Cómo ha sido capaz Isabel Pantoja de decirle que su padre no le ha dejado nada, según asegura su propio hijo? Parece un cúmulo de despropósitos. Aseguró que, con tan solo 2 años, su madre comenzó a hipotecarle. Nuevo error. No fue así. La primera hipoteca que se pide sobre Cantora, tras fallecer Paquirri, no la solicitó Pantoja, sino los albaceas autorizados para gestionar la herencia hasta le reparto de la misma. Fue en 1986. 50 millones de las entonces pesetas. Kiko tenía 2 años, sí, pero no fue su madre quien solicitó aquella hipoteca. Fue decisión de las personas autorizadas para atender las deudas que seguían creciendo mientras no se firmara el acuerdo particional. Dos años después, en 1988, sí fue la cantante quien solicitó 35 millones de pesetas para seguir atendiendo las deudas.
Asimilar de golpe las decisiones que se tomaron durante los 3 años de pugna por la herencia, el hecho de que haya puesto su parte de Cantora como garantía de las hipotecas que su madre ha solicitado en dos ocasiones y verse a hora como deudor de más de un millón de euros es lo que tiene a Kiko confundido y decepcionado. Aún le quedan explicaciones que pedir: la venta de parte de Cantora en 1992 cuando él tenía 8 años (su madre no estaba autorizada a gestionar los bienes heredados por Kiko) y qué pasó con el dinero de su padre que llegó a España desde América, según la propia Teresa Rivera confirmó en la segunda entrega de “Cantora, la herencia envenenada”.
Cada madre decide como actuar con sus hijos, pero quizá ha llegado el momento de que Isabel Pantoja de todas las explicaciones que el suyo necesita, más que nada porque él ya lo ha pedido públicamente. Su imagen y su relación con su hijo están en juego. Sé de buena fuente que está recopilando información, pidiendo al detalle toda la documentación que tiene que ver con Cantora. Responderá.