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UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

El ‘desenfreno’ de Edmundo: sus atributos amatorios y el sexo que practica con Teresa Campos

Por fin Edmundo Arrocet ha dejado ver al público esa parte de su intimidad que tanto encandiló en su momento a María Teresa Campos y la enamoró sin posibilidad de retorno. En lo que a sentimientos se refiere, la presentadora malagueña siempre ha hecho gala de ellos y no ha tenido recato en manifestar aquello que la hizo prendarse del cómico chileno. Sin embargo, Bigote había practicado hasta hoy el mutismo camuflado en su confesa timidez. Este lunes la imagen del superviviente ha cambiado de pleno en el programa que presenta Risto Mejide, ‘All you need is love o no’. De su cruda infancia y adolescente marcada por la rigidez de un padre, de su ‘refrescante’ amor por María Teresa, de cómo vive el sexo rebasados los sesenta años y del secreto mejor guardado, cual brebaje, de su amor por la Campos. De todo ha departido un Edmundo Arrocet más auténtico y lenguaraz que nunca.

¿Cuál fue la clave mayor, esa tecla milagrosa, para seducir el corazón de su pareja? Ni más ni menos que la madurez vista a través de la retrospectiva que solo aportan los años y el hablar sin parar. «La clave de nuestro amor fue que nos sedujimos hablando mucho porque los dos somos muy tímidos. De la noche a la mañana nació el sentimiento. Me quedé prendado de las manos de Teresa. La parte física es importante, pero la intelectual es vital. No me sirve alguien que habla y la friega. De Teresa me enamoró su bondad y sus fatigas», ha asegurado el humorista en el espacio de Telecinco.

El cómico durante su entrevista en Telecinco /Mediaset

¿Cómo se vive el sexo a su edad?

¿Cómo ve el náufrago a las mujeres? «Mucho más fuertes que nosotros, van a la oficina dejando en perfecto funcionamiento su casa. Lo mejor de Teresa es que es buena gente y que ha sabido trabajar rodeada de traiciones», se ha sincerado el artista.  ¿Cómo vive el sexo a su edad? «Lo vivo con dificultad pero lo vivo, qué quieres que te diga. Dios nos manda orgasmos permanentes que hay que saber ver. ¿El misionero? Eso se me ha olvidado», ha confesado entre risas ruborizadas.

A partir de los sesenta el amor solo se vive desde la madurez, ahí está la clave de la felicidad interna para Edmundo Arrocet. «A partir de los cincuenta empiezas a mirar para atrás y te dices ‘cómo ha pasado el tiempo’. Todo lo miras con otros ojos», ha asegurado el chileno. ¿Quién le inculcó, siendo un chaval, la filosofía del ‘Carpe Díem’? ¡Su maestro del colegio! «Recuerdo que en el colegio siempre me decían que pensara durante cinco minutos en la muerte y me he preparado siempre esa mochila para cuando llegue la hora». Eso sí, que la muerte le pille viviendo. Ese parece ser su lema vital, su mantra.

María Teresa Campos y Edmundo durante la última Semana Santa /Gtres

Su difícil situación inicial con su padre

El humorista, que siempre ha procurado hacer el bien por los demás, ha conseguido perdonar a su padre solo con el paso del tiempo y con una necesaria conversación que ajustó lo bueno y lo malo: «Me gusta haberlo pasado mal en la vida porque le demostré a mi padre que no volví más cuando a los 12 años salí de mi casa para siempre. Cuando murió estaba en México y al cabo de los meses regresé y le pedí a mi hermano que me llevara al cementerio. Le dije de todo a mi padre, que me alegraba que hubiera sido así conmigo porque me ayudó». Hoy no le guarda ningún rencor, solo una pátina de cariño.

Tiene grabado a fuego el momento en que se fue de su casa a la temprana edad de 12 años. ¿El principal motivo? Sus padres les dieron a elegir a los hermanos con quién preferían quedarse. Una decisión que Edmundo no supo asumir y que lo propulsó a abandonar el hogar. «Mis hermanos decidieron quedarse con mi padre y mi hermana con mi madre, yo no pude decantarme por si se pensaban que no los quería igual. Fue muy duro», ha asegurado el cómico entre lágrimas.

Esa prematura huida de casa lo hizo buscar, casi a la desesperada, cariño en la vida: «Siempre he intentado buscar esa cariño en los demás. Aprovecho la soledad para viajar volando a otros lugares y disfrutar de mí». Eso sí, Edmundo deja claro que su querencia por la soledad no es síntoma de que deteste a la gente: «Me gusta la gente pero como siempre he trabajado rodeado de ella, ahora reconozco que huyo».

Edmundo Arrocet tras su llegada de Honduras /Gtres

Sus quejas de ‘Supervivientes’

Edmundo Arrocet cree que se ha dado una imagen de él en Honduras muy focalizada en su vertiente ‘zen’: «Siempre me sacaban mientras hacía meditación y he hecho otras cosas muy importantes para el concurso. El problema es que a mí no me gustan las peleas y los gritos, eso me carga. Si tú has recibido en tu casa esas cosas, la comida se te atraviesa. Donde mejor hice humor y concurso fue cuando me mandaron a la casa del árbol».

¿Quién ha sido para Edmundo la mejor ‘Superviviente’? ¡Ni más ni menos que Leticia Sabater! «Leticia hizo el papel de mala súper bien. No me gustó cuando habló de mi hijo, pero es una profesional». Quién los ha visto y quién los ve.

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