La cumbre europea sobre Ucrania acaba sin ningún acuerdo práctico mientras Putin saca pecho

• Roberto Pérez @Robertoperezbc
• Periodista y licenciado en Ciencias Políticas. Especialista en sector público, economía política y presupuestaria, e instituciones político-administrativas. Trabajó para Agencia Efe y Cope, ejerció durante más de 20 años en ABC -etapa que incluyó el ejercicio temporal de la corresponsalía de Nueva York- y actualmente es subdirector de OKDIARIO.
• • 02/03/2025 19:22
  • Actualizado: 02/03/2025 22:45

En la cumbre de líderes europeos en Londres ha habido este domingo mucho boato, palabras rimbombantes, bondadosas declaraciones de intención, pero ningún acuerdo práctico y ninguna posición común frente a Putin. Ni para lo más inmediato, que es liderar un acuerdo de paz estable y duradero para Ucrania frente a Putin. Ni para la gran cuestión global y de fondo: fortalecer militarmente Europa para contener cualquier nueva tentación expansionista del Kremlin, que varios líderes europeos ya reconocen abiertamente que es un riesgo muy cierto. Putin no oculta su regocijo ante la nadería en la que sigue sumida Europa en este particular.

La cita londinense ha sido espectacular en número de asistentes: líderes de una quincena de países, con sus correspondientes séquitos; la representación de la OTAN, con su secretario general al frente; más los presidentes de la Comisión Europea y del Consejo Europeo, Von der Leyen y António Costa.

Entre la quincena países asistentes han estado como invitados –por razones estratégicas obvias– Turquía –representado por su ministro de Exteriores– y Canadá. Por parte europea, además del primer ministro del Reino Unido, país anfitrión, han acudido los presidentes o primeros ministros de Ucrania, Alemania, Francia, Dinamarca, Italia, Países Bajos, Noruega, Polonia, España, Finlandia, Suecia, Chequia y Rumanía.

El reto era alcanzar una posición común ante la cuestión de Ucrania y la amenaza que Putin supone para Europa. Es decir, alcanzar un acuerdo práctico que convierta a Europa en un bloque sin fisuras y armado. Sin molestar al tradicional socio que es EEUU, la gran e imprescindible pieza de la política de defensa euro-atlántica desde la Segunda Guerra Mundial, pero al mismo tiempo capaz de contar con una fortaleza que le permita no depender de la gran potencia norteamericana. Más aún ante el desconcierto que está generando la posición de Donald Trump, su acercamiento a Putin para negociar un acuerdo de paz para Ucrania, y la reprimenda televisada que el inquilino de la Casa Blanca dedicó al ucraniano Zelenski el pasado viernes. El panorama ha llevado a Putin a sacar pecho.

Ese desafío al que llegaban los líderes europeos a la cumbre de Londres, este domingo, no se ha resuelto. Suma y sigue en la lista de episodios de incapacidad de los gobiernos europeos para adoptar posiciones comunes, prácticas y efectivas en materia de política exterior y de defensa.

De Sánchez a Von der Leyen

Han abundado, eso sí, las declaraciones en similar sentido. Desde Von der Leyen al saliente presidente alemán Scholz, pasando por el francés Macron o el anfitrión, Keir Starmer. Con más o menos ímpetu, todos coinciden en que Europa debe fortalecerse en bloque para tener voz propia y destacada en la pretendida paz de Ucrania. Todos han subrayado que Putin debe tener ante sí una Europa unida y militarmente eficaz. Todos han evitado arremeter contra Trump, aunque en sus palabras se ha deslizado también la necesidad de ganar peso para evitar salidas de tono del imprescindible socio estadounidense. Pero ninguno ha sido capaz de anunciar que Europa sale de su histórico letargo en materia de defensa militar común y política exterior unitaria.

Así las cosas, la cumbre de Londres de este domingo se salda sin ningún acuerdo y queda únicamente como escenario de lo que sigue siendo una Europa en la que sus países, ante situaciones como la actual, actúan por su cuenta. Se ha demostrado en las últimas horas, cuando el Reino Unido ha cerrado un acuerdo con Zelenski para prestar a Ucrania más de 3.150 millones de euros para armarse frente a Putin. Mientras, los grandes partidos alemanes –sumidos en las negociaciones para proclamar nuevo canciller al conservador Friedrich Merz– aún tienen que debatir sobre su paquete de 3.000 millones que tienen pendiente desde hace meses para apoyar a Ucrania.

Y, en clave doméstica española, Pedro Sánchez se esmera en buscar un hueco en la foto para, con palabras pero ninguna medida práctica, aprovechar la circunstancia para esquivar los casos de corrupción que le acorralan, a la par que se ha enemistado con Israel, el gran socio de EEUU en Oriente Medio, y a la par –también– que sigue cargando contra Trump mientras es el país con menos gasto militar de la OTAN y gobierna con un ala comunista que pone palos a las ruedas de la defensa común occidental.

El eterno galimatías europeo

Europa, además, se reparte en un complejo mosaico administrativo en materia de defensa: la OTAN, la OSCE, el Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, y Reino Unido que con el Brexit dejó de ser parte del entramado de Bruselas. Y hay que tener en cuenta que, tras Estados Unidos, en occidente la gran potencia en materia militar y de servicios de inteligencia es el Reino Unido.

La PESC de la UE es una entelequia sin realidades prácticas efectivas desde hace más de 30 años. Fue a principios de los 90 cuando a los tratados de la Unión se le incorporó como objetivo de integración el conseguir una voz unitaria y una defensa común efectiva. Desde entonces, han sido múltiples los intentos, pero jamás se han pasado de las palabras. De la PESC, en su día, fue alto representante el socialista español Javier Solana nada más terminar su mandato como secretario general de la OTAN. Pero la PESC sigue siendo una más de las oficinas burocráticas que abundan en el boato administrativo de la UE, y ese tiempo perdido resuena ahora en una Europa que sigue varada en las palabras sin acuerdos prácticos en materia de defensa y política exterior común. Justo cuando más necesaria se hace.