La gran noche de Vinicius
Vale que ha tardado tres años, pero ha merecido la pena. Vinicius, por fin, vivió su gran noche con el Real Madrid y lo hizo en el mejor escenario posible, la Champions, esa competición que los blancos han convertido en el patio de su casa. El brasileño, sublime en el desborde y estelar en el área, firmó su primer doblete en el Real Madrid y destrozó a un Liverpool que se aferra al gol de Salah para intentar el milagro de la remontada en Anfield. Pero sin público.
La baja inesperada de Varane trastocó los planes de Zidane, que eligió la opción más sencilla para componer la alineación del Real Madrid: meter a Militao por el francés y no trastocar nada más. Ya les contamos que tenía decidido jugar con Asensio y Vinicius como escoltas de Benzema en una suerte de 4-3-3 con la pelota, flexible a 4-5-1 sin ella. Así había pensado Zizou minimizar los poderes del Liverpool y no era cuestión de ponerse a borrar la pizarra el mismo día del partido.
Menuda flor la de Zidane de jugarse el partido de la temporada sin tres de sus cuatro defensas titulares (Carvajal, Ramos y Varane) ni su jugador más decisivo (Hazard) al menos sobre el papel. Ni las rosas de plástico del chino tienen menos perfume. Así que el Real Madrid, mermado, criticado, enterrado y desahuciado, se aferraba a su idílica relación con la Champions para insuflarse ánimos.
Enfrente un Liverpool también lastrado por sus bajas atrás (sobre todo la del imponente Van Dijk), más apurado en la Premier que Pablo Iglesias en las encuestas, pero con ese trío de delanteros que acojona. Perdón, que sobrecoge. Mané, Salah y Jota. Y por si acaso, Firmino en la recámara. Dinamita para volar un edificio.
El duelo de Valdebebas nació con una calma tensa. Valiente el Real Madrid y organizado el Liverpool. Zidane había estudiado. Y conocía las limitaciones de Militao, por eso metió a Kroos como líbero en la salida de la pelota. Había que quitarle el marrón al brasileño… y de paso, a Nacho. Los blancos no se desordenaban ni siquiera atacando. Fiaban sus embestidas a las acciones individuales de los tres de arriba. Bueno, dos, porque Vinicius no apareció en los primeros minutos del duelo. Se guardaba lo mejor para después.
Vinicius desatado
Un par de contras vertiginosas del Real Madrid metieron el miedo en el cuerpo al Liverpool. No fue buena la finalización de Vinicius primero con el pie y después con la cabeza. El brasileño compareció al partido con descaro y desborde. Pero sin pegada. Tampoco favoreció que Brych no quisiera ver un posible penalti de Wijnaldum sobre Modric. El VAR se inhibió excusándose en que la falta, clamorosa, podía ser fuera del área.
Poco a poco el Madrid se fue echando atrás y perdiendo algo de vigor. Replegaba con los cinco centrocampistas y sólo Benzema se quedaba como un sindicalista: liberado de trabajar. El plan era atraer al Liverpool y buscar el ataque a su espalda con la velocidad de Vinicius. Así llegó el 1-0 en el 27. El pase lo dibujó Toni Kroos con una precisión de francotirador. La pelota sobrevoló el espacio aéreo de Valdebebas mientras Vinicius aceleraba su carrera. El brasileño la bajó con el pecho y su control orientado le dejó mano a mano con Alisson. Los madridistas se temían lo peor. Pero Vini remató fuerte y al suelo, así que la pelota botó delante del meta del Liverpool y se alojó en su portería. Olé.
El tanto desató aún más a un Vinicius que ya quería chupárselas todas como LeBron en los Lakers. Tuvo el 2-0 en otra buena maniobra en el pico del área, aunque su disparo cruzado se marchó fuera. El que no desaprovechó la primera que tuvo fue Asensio. Marcó tras un regalo obsceno de Aleksander Arnold, que trazó una asistencia involuntaria en su intento de despejar de cabeza. Asensio no perdonó en el mano a mano ante Alisson. Pues sí, aunque parezca increíble, el Real Madrid se ponía 2-0 antes del descanso.
Asensio enfada a Klopp
Klopp se enfureció tanto que quitó del campo a Keita y metió a Thiago. Perdonó el tercero Asensio después de otra asistencia de un central del Liverpool, esta vez Kabak. La pelota le cayó en la derecha y no supo definir delante de Alisson. Habría sido la releche ya irse 3-0 al descanso. No pudo ser pero con el 2-0 ni tan mal.
Volvieron los jugadores del vestuario y el Liverpool, que no había tirado a puerta en la primera mitad, trató de estirarse. Y lo consiguió porque el Real Madrid se aculó y en parte se relajó. Una pelota al cruce que no supo cortar Casemiro, la defendió mal (fatal) Militao, que fue reculando y dejando espacio a Diogo Jota. Cuando Modric trató de enmendar el error de Militao la pelota rebotada llegó a Salah que ajustició a Courtois. Primer tiro a puerta del Liverpool y primer gol. Eliminatoria viva otra vez.
Reaccionó bien el Real Madrid sujetado en el descaro de Vinicius, sin duda el jugador del partido. El brasileño volvió a agitar el duelo con su electricidad y su habilidad para el mano a mano. El recital de Kroos en el medio se quedaba cojo ante la ausencia de Modric, desdibujado. En el 64 de nuevo el brasileño volvió a ser decisivo para el equipo de Zidane al rematar en el área una buena asistencia precisamente de Modric.
Vinicius, el destructor
Pues sí, amigos. No es una errata. Doblete de Vinicius, el primero de su carrera profesional en el Real Madrid. Hizo uno con el Castilla ante el filial del Atleti, pero este ya es con los mayores. Vale que ha tardado tres años y un porrón de partidos, pero el escenario elegido para destaparse como goleador no podía ser mejor. En Champions y ante el Liverpool.
Zidane metió a Fede Valverde por Marco Asensio. Del 4-3-3 al 4-4-2 y a blindarse pensando en Anfield. El tiempo jugaba a favor de los de Zidane mientras que Klopp pegaba bocaos a la gorra de los nervios. Los minutos pasaron y el Real Madrid incluso rozó el cuarto, pero siempre sin destaparse atrás. Zizou metió a Rodrygo para que Vinicius se llevara la ovación virtual.
Al final, el 3-1 con el que se cerró el marcador de Valdebebas era un resultado que reflejaba fielmente lo que se había visto sobre el césped. Un Real Madrid muy superior al Liverpool, que pudo volverse a Inglaterra con una manita. Encima Zidane parece haber encontrado en Vinicius a la versión futbolística del caballo de Atila.