Un campeón con restricciones
El Real Madrid demostró en Anoeta que es un equipo campeón, sí, pero con restricciones. La misma falta de gol evidenciada por el equipo desde que se fue Cristiano salió a relucir ante una Real Sociedad ordenada y seria. Notable primer tiempo de los de Zidane, con una mezcla de intensidad y fútbol, pero el equipo se diluyó con los minutos. Debutó Ödegaard de titular y el joven Marvin en el segundo tiempo. El Madrid arrancó la defensa del título con un punto que no es malo… ni bueno tampoco.
Volvía el campeón y Zidane, para no perder la costumbre, se guardaba una sorpresita en el once. Sorpresón, más bien. Ödegaard, el jugador que más ilusiona en el Real Madrid en lo que llega Mbappé, era titular y Casemiro, uno de esos futbolistas que para Zizou es más intocable que Tezanos para Pedro Sánchez, iba directo al banquillo. Cosas de ZZ.
No había grandes sobresaltos en el resto del equipo del Real Madrid, quizá porque arriba tenía las habas contadas, así que Vinicius y Rodrygo eran titulares junto a Benzema más por obligación que por devoción. Atrás Mendy ocupaba la banda izquierda en esa transición silenciosa que va haciendo con el viejo Marcelo. Sin novedad en el resto de puestos tanto en la portería (Courtois), en las otras tres plazas fijas en la defensa (Carvajal, Varane y Ramos) y en los acompañantes de Ödegaard en el mediocampo: Kroos y Modric.
Enfrente la Real Sociedad también disponía un equipo ofensivo pero, como el Madrid, con un porrón de bajas. Destacaban las ausencias de Januzaj y sobre todo de Silva, pero el canario anda corto de preparación tras haber dado positivo por coronavirus. Sí que estaban Oyarzabal, el mejor jugador del equipo, y el joven Isak, que hizo trizas a Militao en el partido de Copa en el Bernabéu.
Raudo en el inicio se vio que Kroos ejercía de Casemiro, mientras que Modric y Ödegaard tenían libertad total para ir a su bola, como Pablo Iglesias en el Gobierno. Los de Zidane manejaban la pelota, mientras la Real replegaba y buscaba la punta de velocidad de Portu y la imaginación de Oyarzabal.
Dominio sin peligro
También muy pronto encontraron el amor Ödegaard y Benzema. Será porque los buenos, en el fútbol como en la vida, se entienden tan rápido como los malos. El noruego mediapunteaba rodeado de ex compañeros y se asociaba por dentro con un Benzema que mejora con los años como los buenos vinos. No dio réditos la sociedad Martin-Karim en forma de ocasiones porque aún la Real Sociedad tenía intacta su ordenada disposición táctica.
Con el paso de los minutos el Real Madrid escoró el partido hacia el área de Remiro. Encontraba caminos por fuera, especialmente con un Vinicius sobreexcitado y un Mendy que es un tren de mercancías pero conducido por un epiléptico. Acelera bien pero no sabe frenar. Con todo pudieron hacerle un penalti casi a la media hora del partido pero Martínez Munuera y el VAR estaban a otras cosas.
En el 36 reclamó el Real Madrid otra acción de penalti por mano de un defensa realista, pero la pelota le venía de rechazo y el árbitro se inhibió. Los de Zidane rondaban el 0-1, que a punto estuvo de llegar tras una gran presión colectiva que derivó en un mano a mano que desperdició Benzema tras regatear bien al meta Remiro.
En el 42 apareció otro portero, gigantesco y de goma a la vez, como Thibaut Courtois. Un gadcheto-pie salvador en el mano a mano ante Isak evitó que la Real Sociedad se marchara al descanso con el 1-0 en su casillero. La parada fue monumental y terminó por dejar el empate sin goles en el marcador del Reale Arena. Anoeta, vamos.
Reacción Real
Se reanudó el partido mientras salía a calentar unos de los grandes: David Silva. Una de las pocas buenas noticias de este verano para la Liga. Nada más volver del descanso la tuvo otra vez la Real Sociedad. Fue un pase maravilloso dibujado por Oyarzabal que voleó Barrenetxea aunque su disparo se marchó a la izquierda de Courtois. Respiraba Zidane con el uy.
En la vuelta el Real Madrid se aferró a la zancada de Ödegaard, que habilitó a Benzema en el 52. Aritz se cruzó salvador para evitar el gol. Se asomaban otra vez los de Zidane al área de Remiro, que sacó en el 6o un disparo envenenado de Benzema que le botó justo delante de las manos. Entonces entró Silva, uno de esos jugadores que tenía una deuda con la Liga.
En el 70 hizo Zidane tres cambios de golpe como John Wayne cuando se tomaba tres chupitos al llegar al saloon: Casemiro, Fede Valverde y Marvin, un chico juvenil que debutaba con el Real Madrid, por Modric, Ödegaard y un desdibujadísimo Rodrygo. Precisamente Marvin tuvo una ocasión clamorosa, pero no supo si tirar o regatear y acabo no haciendo ni una cosa ni la contraria.
Pasaron los minutos y el Real Madrid, por momentos brillante en el primer tiempo, se fue diluyendo, quizá por las bajas (Hazard, Asensio, Isco…) o quizá porque le sigue faltando pegada por tercera temporada consecutiva. En realidad en Anoeta quedó demostrado que el equipo de Zidane es un campeón, sí, pero con restricciones.