Un doblete de Mbappé permitió al Real Madrid obrar una remontada de andar por casa ante un Leganés que se fue 1-2 al descanso en el Bernabéu. Rotó Ancelotti y los blancos perpetraron otro partido para olvidar. Polémica actuación del colegiado González Fuertes, que pitó un penalti sobre Güler muy protestado por los pepineros. Ancelotti tuvo que tirar de Vinicius, Valverde y Rodrygo en la segunda parte y el equipo blanco sufrió para ganar tres puntos que le permiten seguir en la pelea por la Liga.
Rotaba Ancelotti. Tanto que hasta jugaba Arda Güler. Quién sabe si lo hacía por dar descanso a los internacionales sudamericanos o por fastidiar a míster Tebas. El caso es Carletto se guardaba a Fede Valverde, Tchouaméni, Vinicius y Rodrygo y daba entrada en el once a Camavinga, Modric, Brahim y al citado Güler. El Leganés, al menos sobre el papel, era el visitante perfecto para que el Real Madrid tuviera una noche plácida antes de recibir el martes a la Real Sociedad con la final de Copa en juego.
Y no, no se me olvida que el Lega ya le mojó la oreja al Barça en su campo en un partido donde los pepineros ejecutaron un auténtico manual de resistencia. Venga, cartas blancas boca arriba para empezar. El Real Madrid iniciaba con Lunin; Lucas, Rüdiger, Asencio, Fran García; Camavinga, Modric; Güler, Bellingham, Brahim; y Mbappé.
De salida dominó el Madrid y replegó el Leganés. Vamos, si les cambiabas las camisetas a los chicos de Borja Jiménez eran el Atleti de Simeone. Sólo Camavinga, que iba tan atropellado como siempre, se empeñaba en darle emoción al duelo con esas pérdidas que tanto desesperan a Ancelotti e hijo. A los once minutos fue Modric el primer en asomarse al área del Lega. Su centro-chut lo sacó con el pie Dimitrovic.
Dominio insípido
Un cuarto de hora tardó en entrar en juego Bellingham, que se asoció con Brahim para provocar un pequeño susto en el área de Dimitrovic. Pero eran balas de fogueo. El dominio del Real Madrid era ineficiente. El Leganés estaba cómodo defendiéndose en eso que los pedantes llaman bloque bajo. El partido carecía de ritmo. Era feo e insípido. El público del Bernabéu miraba al techo. O a sus móviles.
En el 22 una buena incursión por la izquierda de Fran García provocó una asistencia, casi una dejada, de Bellingham a Modric, cuyo disparo lo sacó bajo palos Sergio Gómez. Era el primer aviso. El segundo lo dio Mbappé, asistido por Vinicius. Dimitrovic le sacó una mano imponente para evitar el 1-0. Y a la tercera llegó el penalti. Lo cometió Óscar sobre Güler. O eso le pareció a González Fuertes porque la jugada no pasaba de un mero encontronazo. El VAR, que revisó la jugada, entendió que había contacto y ratificó al árbitro.
La pena máxima, mejor dicho, la ejecución de la pena máxima por parte de Mbappé fue lo más estético de un partido feote. El francés lo marcó a lo Panenka y puso por delante al Real Madrid. Poco le duraría la alegría a los de Ancelotti porque el Leganés empató al minuto siguiente. La jugada, bien cocinada por la derecha entre Juan Cruz y Rosier, retrató a medio Madrid. A Fran García, que bajó despacio. A Camavinga, que no bajó. A Rüdiger y Asencio, que se descolocaron. Y a Lucas Vázquez, que se comió un caño que habilitaba a Diego García para lograr el empate.
Doble sopapo del Leganés
Al Madrid le importó muy poco encajar el gol, porque siguió jugando a 60 pulsaciones. En el 40, por deméritos propios, le cayó el segundo. Otra vez Rosier aceleró la jugada y otra vez quedaron retratados Lucas Vázquez, Camavinga y Modric, a los que se les unió Asencio, que llegó tarde y blandito al cruce dentro del área con Óscar, que sólo tuvo que dar el pase atrás para que Dani Raba hiciera el 1-2. Empezaba a pitar (flojito) el Bernabéu.
En la prolongación del primer tiempo tuvo una doble ocasión Mbappé que abortó primero Dimitrovic con la mano y después el propio cuello de Kylian, que se giró demasiado en el remate. Con esa ocasión nos fuimos al descanso con el Bernabéu enojado y la afición del Leganés pellizcándose. Eso sí, la salida en tromba del Real Madrid acabó en el 2-2 nada más volver del intermedio. Fue por la insistencia de Bellingham en cargar el área. Tiró, paró Dimitrovic, el rechace le cayó a Brahim, luego el balón fue al larguero y el tercer rechace por fin cayó en los pies de Bellingham que hizo el empate.
Luego González Fuertes dejó sin sanción un agarrón (leve, sí, pero agarrón) de Bellingham a Diego García dentro del área. Al árbitro del VAR debió de pillarle haciendo de vientre o algo. Volvió después a la carga el Real Madrid con una acción de Brahim por bajo que repelió el palo izquierdo de Dimitrovic. El partido, ahora sí, era puro vértigo.
Tebas, apunta
En el 60, para que tomara nota Tebas, Ancelotti adelantó su horario habitual de los cambios para meter de golpe a Vinicius y Rodrygo por Güler y Brahim. Cambios tempraneros pero facilones. El Real Madrid volvió a levantar el pie y el Leganés se recompuso con los cambios. A Ancelotti, que debatía con su hijo sobre cómo meterle mano a su equipo, aún le quedaban 20 minutos para salvar los tres puntos.
En el 71 entró Fede Valverde por Lucas Vázquez. El uruguayo iba directo al lateral derecho. Un minuto después Mbappé haría el tercero al ejecutar una falta más que dudosa de Renato Tapia sobre Rodrygo. El francés vio cómo se desmoronaba la barrera del Leganés antes de tirar y lanzó por el hueco para lograr el 3-2 que consumaba la remontada blanca en el segundo tiempo.
Ancelotti metió a Tchouaméni por Modric en el 80. Era hora de guardar la ropa. Algunos jugadores del Madrid, como Bellingham, ya estaban tiesos pero no quedaban cambios. El Leganés lo intentó hasta el final e incluso tuvo el 3-3 en un cabezazo de Munir en el área pequeña que se marchó fuera por poco.
Tuvo algún susto más el Real Madrid de ahí hasta el final, pero el equipo de Ancelotti supo sufrir aunque acabara hundido en su área, quizá porque los tres puntos, por muy discreto que fuera su partido, sirven para mantener al equipo blanco en la pelea por la Liga que se ha convertido ya en un mano a mano con el Barcelona.