Como madridista, el partido de Villarreal me desconcertó positivamente. El Real Madrid venía de un esfuerzo tremendo en la Champions con una clasificación agónica frente al Atlético de Madrid que dejó un gran desgaste físico y emocional, pese al alegrón final.
El partido en el estadio de La Cerámica llegaba con un descanso insuficiente a causa de la decisión de la Liga de no retrasarlo, ante un rival al que el Madrid llevaba sin batir en su campo en la Liga siete temporadas y comenzó de la peor manera con un gol en contra. He visto en anteriores ocasiones al Madrid, con circunstancias menos adversas, dejarse llevar y centrarse en la Champions. Sin embargo, el Madrid remontó con rebeldía el partido y supo sufrir hasta el final para conservar los tres puntos.
Me pareció toda una declaración de intenciones de que se va a pelear la Liga. Pese a los errores arbitrales que han costado muchos puntos o la buena marcha del Barça, el Madrld no se baja de la pelea. Lo verbalizaba el otro día Mbappé que hablaba del triplete como objetivo. Me consta que el resto del vestuario está en eso, pese a la dificultad del reto.
En Champions el Madrid está tan vivo como el resto, pero con la confianza que da haber superado dos eliminatorias durísimas. Especialmente la del Atleti suponía todo un reto para el Madrid, aunque doblegar al Manchester City tampoco fue algo menor.
En la Copa del Rey, el Real Madrid está verdaderamente cerca de alcanzar una final que depararía un partido muy complicado, pero eso, un solo partido para alcanzar un título que le suele ser esquivo.
En la Liga, el Real Madrid cuenta con una desventaja con el Barça, pero habrá enfrentamiento directo que podría acercar el objetivo o alejarlo de manera definitiva. Querer realmente ganarla es un primer paso que estaba en duda tras el mal partido ante el Betis. Veremos cómo acaba.