Esta Champions es de Benzema
Así enloquecieron los madridistas de Stamford Bridge con los goles de Benzema
Ancelotti se mojó con Valverde para asaltar Stamford Bridge
Ancelotti le levanta el castigo a Bale
Otra monstruosa actuación de Benzema lideró al Real Madrid en su conquista de Stamford Bridge. El francés, con hat-trick incluido, firmó un partido portentoso que le encumbra como el mejor jugador del mundo y el hombre de esta Champions. Karim agotó calificativos ante el Chelsea: atacó, defendió, asistió y agigantó su figura hasta el infinito y más allá. El Madrid ganó por Benzema y por todos sus compañeros pero por Benzema primero.
Ancelotti llegaba a tiempo. Recién salido de las garras del COVID y hasta la narices de tanta PCR, el técnico madridista, por fin negativo, aterrizó en Stamford Bridge de la mano de Florentino. Justo a tiempo, digo, para bajar a su chiquillo del caballo y tomar las riendas del Real Madrid antes del duelo ante el Chelsea, vigente campeón de la Champions y el equipo que apeó a los blancos el año pasado en semifinales.
Resulta edificante comprobar que el COVID no ha convertido a Carletto en un revolucionario. Tan conservador como siempre, Ancelotti tiró de su vieja guardia para componer el once ante el Chelsea. El sitio libre era esta vez para Valverde, que podría ser un jugador híbrido: extremo en ataque, cuarto centrocampista en defensa. Los otros diez, los que todo el mundo sabe y usted, amable lector, se imagina.
Enfrente el Chelsea de Tuchel, ese equipo sin dueño por culpa de Putin, que no es el que era. Va sobrado de físico y corto de fútbol. Le falta un punto de toque y otro de imaginación, pero en la ida y vuelta es un equipo demoledor. Jugaba con sus tres centrales habituales –Christensen, Thiago Silva y Rudiger–, más James y Azpilicueta en los costados. El mediocampo se lo repartían el acaparador Kanté y Jorginho. Arriba Mount, Pulisic y Havertz de falso nueve. Ni rastro del díscolo Lukaku. Pues casi mejor, oiga.
En estas y otras reflexiones dieron las nueve y arrancó el partido. Rugía Stamford Bridge con el aliento de las grandes noches. Apretó de salida el Chelsea, que acogotó al Real Madrid a las primeras de cambio. La pelota era blue y los de Ancelotti no la olían. Y cuando trataron de rehacerse del arreón local, las contras de Havertz, con su zancada boltiana, asustaban.
El plan del Chelsea estaba claro: presionar arriba, asfixiar a Kroos y Modric y jugar rápido para buscar superioridades por fuera. El Real Madrid defendía en campo propio y trataba de crecer con posesiones largas que le dieran un respiro ante el ímpetu local. Había que bajar el suflé como fuera.
Vinicius avisa, Benzema dispara
Y lo logró en una contra que imaginó Benzema con un taconazo imposible, aceleró y asistió Valverde y finalizó Vinicius, quiebro incluido, con un disparo seco dentro del área que se estrelló con violencia contra el larguero. El jugadón espoleó al Real Madrid, que se sacudió de golpe todos los complejos con la velocidad con la que Madonna se cambia de vestuario.
En el 13 Militao hizo de las suyas. Es como aquel anuncio de coches que decía que es peligroso conducir junto a un mono con una ballesta. Al muchacho se le escapó un control de benjamines, dejó solo a Havertz con su estúpida torpeza y tuvo que agarrarle. La mala noticia: falta peligrosa para el Chelsea. La buena: que el desgarbado central brasileño no estará en el Bernabéu. La falta la botó James y la repelió Courtois con mano firme.
Pero el Madrid había girado el partido. El Chelsea estaba contra las cuerdas y besó la lona en el 20. Fue una jugada cocinada entre Vinicius y Benzema, que devolvió una pared con el exterior como lo haría un ángel con botas. El brasileño aceleró, ganó la espalda del tal Christensen (demasiado tronco para el Barça) y la puso al para, donde llegó Benzema para dibujar un cabezazo mágico que silenció Stamford Bridge.
Pero la cosa no había hecho más que empezar. El Real Madrid se desmelenó. Y Benzema se agigantó para volver a reencarnarse en Santillana, en Zamorano, en Van Nistelrooy y en Cristiano Ronaldo y dibujar otro cabezazo maravilloso para lograr el segundo. Habían pasado 165 segundos del primero. Otra vez golazo y otra vez Stamford Bridge en silencio como si estuvieran en misa de doce. Bueno, la verdad es que Benzema es divino y tiene barba como Jesucristo, así que si hay que adorarle, se le adora.
Con el 0-2 y la eliminatoria encarrilada para el Real Madrid, el Chelsea se echó al monte. Los espacios a la espalda de su defensa eran un aparcamiento de autocaravanas. El escenario era para que los de Ancelotti hicieran un destrozo a la contra. Pero el partido no estaba acabado ni el Chelsea muerto. Herido sí, pero no muerto.
Havertz recorta
Le dio vida Havertz en el 38 al firmar el 1-2 con un cabezazo tras aprovecharse de un centro de Jorginho y un despiste defensivo de Carvajal, que se dejó ganar la espalda e intentó despejar como una bailarina. Tres minutos después Benzema, en el mano a mano con Mendy, perdonó el 1-3. El portero del Chelsea se le echó encima y Karim la mandó fuera. Habría sido un sopapo como el de Will Smith a Chris Tucker, pero se quedó en amago.
El descanso puso paz a un enorme primer tiempo del Real Madrid, que pudo haber marcado cuatro goles, y al empuje irreductible del Chelsea, que se marchó al vestuario con 1-2 y gracias. Tuchel movió ficha: Kovacic y Ziyech por Christensen y Kanté.
Pero el show seguiría nada más reanudarse el juego. Mendy, el otro Mendy, el heterodoxo portero del Chelsea, la lio muy parda en una entrega estúpida a Rudiger que acabó en los pies de Benzema, siempre atento. Karim no tuvo que hacer más que empujarla. Ni más ni menos.
Karim, Karim, Karim
El gol dejó muy tocado al Chelsea, que se resignaba a hundirse. Tres minutos después del 1-3 Azpilicueta obligó a Courtois a demostrar que es de chicle y de largo el mejor portero del mundo. La mano cambiada del portero del Real Madrid era sin duda una de las paradas de la temporada en la Champions.
El escenario del partido era para que goleara el Real Madrid. El Chelsea, lanzado a tumba abierta pasándose por el forro la táctica, dejaba todo el campo propio a merced de los delanteros blancos. Tuchel metió a Lukaku un poco a la desesperada. Pero el duelo estaba más para el 1-4 que para el 2-3 a pesar de la vergüenza torera de los blues.
Lukaku y Mount firmaron sendas ocasiones consecutivas. El primero de cabeza y el segundo con el pie la echaron fuera. El Real Madrid empezaba pedir a gritos un cambio que Ancelotti, a la espera que sonara la alarma de su Nokia, se negaba a hacer. Sonó como toda la vida en el 75: Camavinga por un fundido Kroos.
El Real Madrid sólo tenía que guardar la ropa y jugar con el resultado para llegar con la eliminatoria en bandeja al Bernabéu. Y lo que nos faltaba por ver: Ancelotti se vino arriba y quiso sacar a Bale, que se hacía el sueco porque no quería salir. Al final, a regañadientes, saltó al campo al lado de Ceballos. Se fueron Benzema y Valverde. Eran los minutos de la basura porque Gareth no se merece menos.
Pasaron los minutos de la basura, lo intentó hasta el final el Chelsea, resistió el Real Madrid y se llevó una merecidísima victoria de Stamford Bridge y medio billete para las semifinales en un partido que, igual que la remontada ante el PSG, tiene un nombre propio: Karim Benzema.